El mito de que en la oración mental Dios nos habla, sumado al consejo de llevar a la oración los escritos del fundador, en definitiva provoca que la gente interiorice los pensamientos e ideas de Escrivá, como si vinieran directamente de Dios.

Hace años, un compañero de trabajo que hacía sesiones de espiritismo con otros colegas de la oficina,  un día me invitó a mí a una sesión. Ponía unas tiras con las letras del alfabeto sobre una mesa, y una tablita triangular apoyada sobre 3 patitas, sobre la cual los participantes tenían que poner el dedo. Uno de los participantes hacía entonces una pregunta, y la tablita supuestamente se tenía que mover sola (no era que la gente la empujara, sino que al poner el dedo se le transmitía cierta energía o algo así), y la tablita daba la respuesta armando la frase señalando letra por letra. Según mi compañero el asunto funcionaba y por ese medio se había comunicado con diversas personas que ya habían muerto. Pero cuando me invitó a mí para una sesión, por mucho que invocó si algún espíritu se quería comunicar con nostros, la tablita no se movía ni un milímetro. “Es que no tienes poder mental” me explicó.

Yo, con mi mente científica, no esperaba otro resultado. Y no tengo ninguna duda de que cuando el truco funciona con “gente que tiene poder mental”, simplemente lo que ocurre es que es gente crédula, que consciente o inconscientemente mueven la tablita. Si realmente fuera un tema de poder mental o espiritual, no haría ninguna falta tocarla, la tablita se debería poder mover lo mismo, pero por algo hay que ponerle el dedo arriba, por mucho poder que los esprititistas tengan.

Con la gente que dice que se comunica con Dios en la oración mental, y que Dios les dice cosas, pasa exactamente igual. Me dirán que yo no puedo hablar con Dios, porque no lo escucho, o porque no tengo la disposición necesaria, o argumentos similares. La forma de probar si uno realmente habla con los espíritus, o con Dios (en el caso de la oración mental), sería obtener una información que uno no pudiera obtener por otros medios. Un colega de la oficina en la que trabajábamos con el espirista le decía: “el día que los espíritus te digan el número que va a salir en la lotería, voy a creer”. El espiritista, molesto le respondía “yo no pregunto esas cosas”. Pero es que solo obteniendo una respuesta que no podamos inferir nosotros mismos, es que podemos estar seguros de que no nos estamos engañando, y en realidad somos nosotros mismos los que nos inventamos las respuestas.

Y volviendo al tema del principio, el pasarse años leyendo los escritos de Escrivá en la “presencia de Dios”, y meditarlos como si fuera Dios mismo quien nos habla, es una parte esencial de la programación mental y lavado de cerebro del Opus, de la cual gente como DanielM  y tantos otros que escriben en esta web no terminan de desprogramarse.

Atomito