Breve aclaración sobre el Opus Dei y los nuevos movimientos.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 10 October 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Observo con agrado que mi escrito del 05.10.2012 sobre los síntomas de decadencia en la actual jerarquía eclesiástica ha inspirado a Ana Azanza un artículo vibrante Contra la desesperanza. Agradezco a Ana sus ánimos esperanzadores, que tanta falta me hacen, a la vez que quisiera hacer una aclaración terminológica.

 

Cuando en mi aportación escribí que Juan Pablo II incluía el Opus Dei entre los “nuevos movimientos laicales”, mi intención era insistir en el “incluía”, no en el hecho de que el Opus sea uno de los “movimientos laicales”. Me explicaré. El Opus Dei, al igual que no quiere ser catalogado como una orden religiosa, tampoco se ubica a sí mismo entre los distintos “nuevos movimientos laicales”; Daniel M. nos explicó muy bien en un detallado artículo esta compleja cuestión del encuadre institucional del Opus en relación con los así llamados “nuevos movimientos”. Precisamente por eso, escribí adrede que Juan Pablo II lo “incluía” entre ellos, queriendo atribuir al Papa esa apreciación y así resaltar que el propio Opus no se incluye a sí mismo en ese variado grupo.

 

Álvaro del Portillo fue condescendiente con ese “error de percepción” de Juan Pablo II y nunca se lo reprochó. Al fin y al cabo, las inmensas prebendas que, como nos recordó Ana en su artículo, el Opus obtuvo de Juan Pablo II compensaban de sobra ese pequeño lapsus: “a caballo regalado no le mires el diente” ni tampoco el diente de quien te lo regala. Hace muchos años escuché un día en que visitaba la ciudad catalana de Girona un giro popular que me hizo mucha gracia: “fer la puta i la Ramoneta” (literalmente, “jugar a la puta y la Ramoncita”, esto es, “jugar con doble baraja”, aunque etimológicamente derive del catalán antiguo “put” [“maloliente”] y del francés “ramoneur” [“deshollinador”]). Con esa expresión los catalanes caricaturizan la flexibilidad requerida para obtener del jefe beneficios o prebendas: uno calcula cómo combinar y alternar malas artes con buenas costumbres, adaptándose a la psicología del jefe y a las circunstancias concretas (puta de noche, Ramoneta de día) y, por tanto, actuando con duplicidad, dando a entender lo contrario de lo que se siente con afán de halagar.

 

Mi intención no fue equiparar ni poner al mismo nivel el Opus Dei con los demás movimientos laicales, sino resaltar que Juan Pablo II lo incluía, aunque al propio Opus no le gustase tal inclusión, entre aquellos “nuevos movimientos” en los que él confiaba para impulsar la “Nueva Evangelización”. Pido disculpas si en mi escrito no me expliqué bien y, por ser demasiado escueto, expresé un mensaje algo equívoco. Por otra parte, aunque los “nuevos movimientos” no hayan alcanzado las cotas de éxito y de poder que el Opus ha amasado y amasa, sin embargo conviene recordar que, de manera semejante al Opus, se comportan todos como “grupos de presión” en sus relaciones con la jerarquía católica, es decir, también pretenden influir en los obispos y también aspiran a conseguir alguna que otra prebenda. Pero es cierto, como bien señala Ana, que el Opus los supera con creces, pues domina mejor que nadie las artimañas seductoras de “la puta i la Ramoneta”.

 

Josef Knecht 

 

P.S. Siguiendo la sugerencia de Bastián, solicité en el registro civil una copia literal de mi certificado de nacimiento. No consta en él ninguna intromisión sospechosa.









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