¡Piensa, chata, piensa!.- Machús
Fecha Friday, 05 October 2012
Tema 010. Testimonios


¡PIENSA CHATA, PIENSA!
Machús, 5/10/2012

 

¡PIENSA! Es la palabra que más oía decir a mi padre.

Al contrario que mi madre, él no era una persona religiosa, simplemente era una buena persona a la que le gustaba pensar y analizar cualquier cosa que ocurriera a su alrededor.

Recuerdo mi adolescencia, cuando acudíamos a misa los domingos y él era el que estaba más atento a la homilía del sacerdote. Al salir, pretendía que analizáramos lo dicho, y aquí venía el conflicto; mi madre se molestaba diciendo que respetara sus creencias y no quería saber nada de charlas. Simplemente porque mi padre decía que estaba completamente de acuerdo con el sacerdote, pero le molestaba sobremanera que la gente que en la iglesia se daba golpes de pecho y se arrodillaba fervorosamente, cuando salía a la calle se le olvidara lo que le habían dicho, se apartara de los harapientos, no perdonara a sus hermanos, fueran insolidarios, egoístas, etc.

Esa era la clave: PENSAR. Algo que no está nada bien visto en el Opus Dei. Todo lo que no sea acatar los dictados de su fundador no es de buen espíritu. No tiene cabida ni la duda. ¡Y ya no digamos pensar lo contrario!

Alguna vez me he preguntado: ¿por qué hay tanta gente que llena las iglesias cada domingo si luego no hace nada por cambiar y ser mejor persona? He llegado a la conclusión (pensando, como mi padre me pedía siempre) de que es muy difícil, por no decir imposible, pedir perdón a nuestros semejantes porque para eso tenemos que ser humildes y muy buenas personas, además de olvidarnos de rencores y dimes y diretes. Sin embargo, nos metemos en una iglesia a oscuras, escondemos la cara tras una reja para que no sepa ni el sacerdote quiénes somos y pedimos perdón por todos nuestros pecados a un Dios que, como es todo bondad, nos perdona con solo una pequeña penitencia. ¡Qué bien!, ya tenemos el contador a cero para salir a la calle y volver a llenar otro “cuadernillo” con lo que nos apetezca. Cuando vuelva a estar lleno, volvemos al confesionario y el Dios misericordioso nos lo vuelve a dejar absolutamente inmaculado…

Hace ya bastantes años que sigo con interés los escritos que envían las personas que sufren o han sufrido las consecuencias de haber pertenecido a una secta peligrosa, incluso yo he participado con la historia de mi hermana. Cuanto más tiempo pasa, conozco más personas totalmente perjudicadas por esa prelatura de la Iglesia Católica y lo que más me preocupa son los niños. Para “pitar” con 14 años, tienen que haber llevado bastante tiempo adoctrinándoles y llenándoles la cabeza de miedos, tabúes, mentiras y lo que yo llamo “pecados de mentes sucias”. Si se dice que Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza, nos dio una mente para pensar libremente, entonces, ¿por qué hay tanto oscurantismo, misterio y empeño en llevar la vida que llevan realmente en secreto total que no pueden saber ni los propios padres? ¿Si la obra es de Dios y es tan maravillosa, por qué no se puede hablar de sus prácticas en público?

A mí me maravilla la bondad de muchos de los “damnificados” que después de todo siguen creyendo en la iglesia, aunque también creo que si no tenemos algo (fe) donde agarrarnos después de haber desperdiciado tantos años y sufrir las consecuencias de por vida, la única salida sería la de Víctor, y esa nunca es una salida, sino una escapada. La carta de Víctor también me llenó de rabia y de impotencia, y más aún me molestan los escritos que hacen referencia a que la depresión que sufría se puede deber a algún problema genético, químico o físico. Como si el alma, el pensamiento o los sentimientos se pudieran ver físicamente.

Machús









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