Vidas Paralelas, o no tanto.- Ruso
Fecha Wednesday, 19 September 2012
Tema 050. Proselitismo, vocación


Trata de dos chicas jóvenes, alegres, cristianas, generosas, crecidas en hogares con un fuerte componente cristiano, llamémoslas María y Elena.

Su llegada fue bienvenida en sus respectivas familias. María tiene un hermano mayor y tras unas complicaciones en su primer parto, su madre no esperaba volver a quedarse embarazada. Elena ya tiene tres hermanos que esperan con impaciencia que llegue su hermanita, con el tiempo llegarán dos más, otra chica y otro chico.

María fue escolarizada con unas monjas tradicionales, estas siguieron usando hábito, mientras otras se lo quitaban, alegre y algo consentida por su madre, no paraba quieta. Se ganó algunos castigos de las monjas aunque estas por detrás se reían de sus ocurrencias. Elena no fue tan mimada entre seis hermanos, pero nunca dejó de sentirse querida, aunque la pequeña fue la favorita de su padre, ni él ni su madre la dejaron de lado, además el cariño de sus hermanos, sobre todo los dos mayores, fue enorme. Cuando tocó enviarla al colegio se decantaron por uno del Opus Dei cercano a su casa, sus hermanos estudiaban en uno de religiosos que entonces aún no era mixto y el Opus Dei les pareció el de mejor nivel que tenían a mano...

Las chicas crecieron, al crecer se desapegaron algo de las prácticas religiosas de su infancia, María se saltaba algún domingo la misa, Elena no, acudían en familia, aunque sus padres rechazaban las interferencias del Opus Dei, que si colectas cada dos por tres, que fueran a retiros, que enviasen a los chicos a otro colegio del Opus Dei, algo a lo que se resistieron, a ella incluso le escandalizó que alguna madre diese preferencia a las prácticas opusinas que a su propia familia, aún así no puso ningún inconveniente a que Elena se apuntase a un club, ¿qué puede haber de malo en estudiar, jugar con niñas de su edad y rezar?.

Ninguna de las dos era un "cerebrito", ambas aprobaban a base de esfuerzo, sin destacar, pero sin un suspenso. Con quince años, María se plantó por su cuenta en una de las charlas vocacionales que organizaban las monjas, la monja, que la llevaba se quedó sorprendida, nunca se hubiera planteado que María pudiese tener vocación, además las charlas eran para chicas más mayores. Había más universitarias y trabajadoras que estudiantes de bachillerato. Le dijo después que se alegraba de que se hubiera planteado una vocación religiosa, pero que aún era joven. Elena en cambio, ya se veía que sacaría sus estudios adelante. Con 15 años le plantearon su vocación a la obra, quedó sorprendida cuando le hablaron de entrega, compromiso, generosidad. A ella siempre le pareció que no llevaba mal su vida cristiana pero pronto las monitoras le hicieron ver que "no era suficiente"; ella no quería fallar a Dios y en una convivencia pidió la admisión, "no les digas nada a tus padres" le dijeron ante su sorpresa. Pronto notó por que había otro grupo de chicas en el club que accedían a ciertos privilegios, también que ahora ya no podía ser amiga de esas chicas mayores a las que admiraba, ahora eran sus hermanas.

La vida siguió, durante su último año en el colegio María dijo a su familia que quería ser monja, su padre es un católico fiel, pero no le hizo ni pizca de gracia. La madre, que siempre vio un milagro en su nacimiento, se debatió mucho ante la idea de "perderla", pero al final respetó su voluntad, incluso pensó que si llegó a este mundo fue por que Dios la quería suya. Al final hablaron con las monjas, acordaron que siguiera su discernimiento y que si no tenía vocación no la aceptarían, pero María superó todo, acabó el curso y pidió la admisión, que fue aceptada con la bendición de sus padres. Elena seguía con sus prácticas casi a escondidas, su madre la notaba rara, sus hermanos no terminaban de comprender su alejamiento, hasta que al terminar el curso les dijo que se iba al centro de estudios para ser del Opus Dei. Sus padres no lo entendían, en su familia había religiosos por los dos lados y ninguno hizo las cosas de esta forma; sus hermanos aún lo entendieron menos pero no había nada que hacer, Elena era mayor de edad.

Aquí coinciden María y Elena, se dió un evento religioso al que acudieron diversos grupos, María acudió con sus compañeras del noviciado y otras hermanas; su maestra charló con varias personas, muchas la felicitaron por sus novicias en un tiempo de tan pocas vocaciones, incluida una numeraria del Opus Dei, pero ésta de vuelta con las suyas, entre las que se encontraba Elena, no tardó en mostrarse altiva entre ellas, casi burlona: "miradlas, solo tienen 8 novicias entre dos cursos, en el centro tenemos más de un solo año", "además como visten, parecen salidas del colegio", refiriéndose al sencillo uniforme que usaban las novicias. María pasó un día muy feliz con otros cristianos, Elena y sus compañeras se comparaban con los demás sintiéndose superiores.

Desde el principio, las monjas dejaron bien claro que si María pasaba al noviciado, todo lo que necesitase correría a cargo de su congregación, también sus estudios, que inició nada más pronunciar sus votos temporales. Fue un día muy feliz, con sus padres y otros familiares. Una tía misionera adelantó un poco su vuelta por vacaciones para poder asistir a sus votos, le "reprochó" cariñosamente que no fuese con su congregación, pero se la veía muy feliz. En cambio Elena se sentía cada vez más sola, su padre dijo bien claramente que los gastos de un religioso corrían a cargo de su congregación y que él no pensaba soltar un duro, también sacó a su otra hija del colegio cuando Elena se marchó de casa. Para Elena todo eran pegas para visitar a su familia cuando había algún evento, incluso para amadrinar a su primer sobrino si eso suponía hacerle regalos, sin contar la presión para pedir dinero a sus padres, conocía de sobra cómo era su padre y sabía que nunca daría su brazo a torcer.

Los años pasaron, María pasó a dar clase en uno de los colegios de su congregación, fue muy feliz durante dos años en América y soñaba con ir a África, pero el tipo de misión allí era de salud, un dispensario abierto por un obispado local, no tenía la titulación adecuada con su magisterio. Elena entró en la administración de un colegio mayor, haciendo algo que no la llenaba, ni para lo que había estudiado.

Un día María dejó de sentirse a gusto, no le faltaba ni el amor real de sus hermanas y su familia con la mantenía contacto sin problemas tras sus primeros años como monja en los que este estaba más limitado, ni el respeto dentro del colegio y el afecto de muchas de sus alumnas, simplemente pensaba que ya no era su lugar. Lo comentó con la superiora de su comunidad, pronto vió pena en su cara, ya había visto como terminaba esto muchas veces, aunque las vocaciones seguían llegando, también entre ellas escaseaban las monjas jóvenes. Siguieron las normas acostumbradas para pensar todo esto y María decidió salir, su dispensa coincidió con el final del curso. Antes de irse llegó la superiora provincial, la abrazó y le dió las gracias por dedicar sus mejores años a Dios, también le dió un sobre, era el sueldo de sus últimos seis meses de profesora, también habían cotizado por ella a la Seguridad Social. Elena también planteó su salida, todo fueron dificultades, hablaban de condena, de traición a Dios. La enviaron con un psicólogo que le dió unas pastillas, "solo tienes un poco de depresión", hasta que un día no pudo más. En un momento de lucidez llamó a sus hermanos y en menos de una hora estaban los dos mayores. Se montó una buena, pero salieron de allí con su hermana. El mayor se la llevó a su casa y no permitió que se acercasen a ella. Pronto mejoró aunque aún no está recuperada del todo, solo unos meses se encontró con fuerzas para enfrentarse a sus antiguas "hermanas", le hablaron de que podía volver, de la dispensa, ella dijo que de acuerdo, pero se negó a escribir la clásica carta como le pedían. Ellas le reprocharon que había hecho llorar a la directora el tono tan duro de su carta y que la escribiese de nuevo en otro tono, "¿pero no era una carta directa para el Padre?", respondió ella.

María se casó dos años después en una capilla de su antigua congregación, ahora sigue siendo profesora y se sacó la oposición, tiene dos hijos que van a un colegio de su antigua congregación y espera el tercero. Elena también se casó, tiene un hijo, no ha perdido la fe, pero hoy le cuesta incluso acudir a la parroquia del pequeño pueblo donde vive.

Cualquier parecido con la realidad, es totalmente verídico.

Ruso 







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