Por y para Víctor.- Paulino
Fecha Friday, 14 September 2012
Tema 020. Irse de la Obra


Queridos amigos:

Me encantó que el pasado viernes 7 Agustina pusiera únicamente la carta de Víctor, “porque es de justicia que su voz no quede en el olvido”. Las respuestas que su carta ha recibido muestran a las claras el calor de cariño que hay en Opuslibros. Se viene a Opuslibros buscando cariño, porque en la Obra no lo hay.

Sin embargo, en esas respuestas parece entenderse que Víctor finalmente se suicidó, lo cual no aparece en los contenidos de Opuslibros, ni se justifica pensarlo debido a sus anteriores intentos o deseos de suicidio. Ya que Víctor dejó de lado la idea de suicidarse en enero de 2011, lo que se debe pensar es que murió debido a su deteriorado estado de salud...

Víctor escribió su carta el 24 de enero de 2011, y Agustina la recibió al día siguiente, el 25 de enero. En su carta, Víctor menciona dos intentos de suicidio y también su deseo de despedirse ya de manera definitiva con la intención de que su carta y su muerte sirvan para que otros no tengan que pasar por ese mismo infierno. Pero Agustina y Carmen Charo se pusieron de inmediato en contacto con él para que desistiera de su decisión. Lo cual consta por el hecho de que él murió el 21 de agosto de 2012, más de un año y medio después de escribir su carta. Debe sobreentenderse, por tanto, que Víctor tuvo una buena muerte y de que ya goza de estar con Dios.

Si alguien tuviera conocimiento de un suicidio real, debería por supuesto silenciarlo. De cualquier forma, la buena fama moral de Victor debe quedar a salvo. Y viendo su permanencia en el cristianismo a pesar de los graves daños recibidos en y desde la Obra, y que aun así oraba por la Obra, debe presumirse que tuvo una muerte santa. ¿Por qué no?

Al margen de estas consideraciones, que me parecieron obligadas, la carta de Víctor es impresionante y estremecedora. ¡Causa una gran y profunda indignación! Deja ver a las claras la ausencia de auténtica caridad al interior de la Obra –en el Nombre de Dios–, y sobre todo las “santas coacciones” que se manejan para lograr que los muchachitos piten, y luego para que perseveren y no se les ocurra marcharse de la Obra. Queda claro que, además de la “santa desvergüenza”, en la Obra se practican también una “santa falta de caridad” y una “santa manipulación del Nombre de Dios”; en fin, que la Obra es “desvergonzadamente santa” :-)

Además, causa miedo la actitud de los fervorosos padres supernumerarios –ellos y ellas– respecto a sus hijos. No sólo los empujan a ser numerarios o numerarias, sino que cuando dejan la Obra colaboran en la infame labor de rechazarlos e incrementarles sus inducidos sentimientos de culpa.

Pero no sólo eso, sino que a todos los supernumerarios hay que felicitarlos ¡siempre! por la vocación de sus hijos a la Obra, porque una de dos: o perseveran y en ellos brilla la eficacia de la Obra y de su Fundador, o no perseveran y al menos brilla en ellos la eficacia de su profética maldición del rejalgar. Y si esto último pareciera no suceder, entonces ellos, como fervorosos supernumerarios y padres de familia, tienen el maravilloso privilegio de colaborar a fin de que la maldición del rejalgar se cumpla en sus hijos traidores a la Obra, y así poder dar testimonio de la rejalgariamente profética clarividencia de su Fundador. ¡Así de “santa” es la Obra! :-)

A mí no me cabe duda de que los directores y los padres supernumerarios de la Obra tienen una gran responsabilidad por el escándalo que hacen padecer a los pequeños. A su tiempo tendrán que dar cuentas a Dios; yo no me atrevo a juzgar cómo, ni me compete; por eso me refiero a lo que dice la Sagrada Escritura:

“Porque un juicio implacable espera a los que están en lo alto; al pequeño, por piedad, se le perdona, pero los poderosos serán poderosamente examinados. Que el Señor de todos ante nadie retrocede, no hay grandeza que se le imponga; al pequeño como al grande Él mismo los hizo y de todos tiene igual cuidado, pero una investigación severa aguarda a los que están en el poder” (Sabiduría 6, 5-8).

“Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le cologasen al cuello una piedra de molino, de las que mueve el asno, y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que vengan los escándalos. Sin embargo ¡ay del hombre por cuya culpa se produce el escándalo!” (Mateo 18, 6-7)

No hay duda: llegará el momento de la justicia divina.

Víctor, estamos contigo. Desde donde estás, intercede por nosotros, y también para que la Obra se corrija... o desaparezca.

Paulino.





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