No sé qué decir, se me ha quedado el corazón encogido.
La carta de Victor es desgarradora y da un inmensa pena ver el sufrimiento de una persona y, en este caso, una persona tan joven. Menos mal que eran los buenos...
Agradaceros a ti, Agustina, y a Carmen Charo vuestros esfuerzos por ayudarle e imagino el dolor que sentireis, pero habéis sido más hermanas que sus "hermanos" y más familia que su familia.
Ahora depende de todos nosotros que su voz no caiga en el olvido.
Un abrazo
Inés