Origen de la figura de Aspirante al Opus Dei.- Josef Knecht
Fecha Friday, 24 August 2012
Tema 115. Aspectos históricos


Es muy de agradecer el importante testimonio que nos ha dado Mikołaj Kopernik Toruński (22.08.2012) acerca del nacimiento de los “aspirantes” por iniciativa de Álvaro del Portillo en los años 80 del siglo pasado. Le agradezco especialmente que, de acuerdo con Gaudí (20.08.2012), haya aclarado mi duda (20.08.2012) sobre los motivos por los que Portillo tomó esa decisión...



1. A partir de lo que hasta ahora varios colaboradores hemos aportado en esta página web sobre el origen de los aspirantes, se podría obtener la siguiente síntesis provisional. El hecho de que el Código de Derecho Canónico de 1983 estableciera el nuevo requisito (canon 643 § 1) de que la edad mínima para el noviciado fuesen los dieciocho años asentó el fundamento jurídico para ese propósito. Puesto que, según el nuevo Código, había que retrasar la edad canónica para ser admitido a la Obra, se justificaba la figura del “aspirante” para el tiempo comprendido entre los catorce años y medio y los dieciocho. Esa fue la “solución” a la continuidad de la praxis del Opus Dei hasta entonces (“lo que Dios le hizo ver a nuestro Padre…”) en el marco del cambio normativo impuesto por la sanción del Código de Derecho Canónico de 1983. Si a esto se añade que la promulgación del nuevo Código (enero de 1983) coincidió cronológicamente, más o menos, con la erección del Opus Dei como prelatura personal (noviembre de 1982), Álvaro del Portillo pudo incluir la creación de los/las “aspirantes” entre las medidas novedosas que llevaba consigo la implantación de la prelatura. También se creó de paso la figura del seminarista “aspirante” a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, si bien esta figura no se basa en la edad, sino en el estado laical frente al clerical.

 

Además, se han de ponderar las circunstancias históricas de los años 80. Álvaro del Portillo, considerando que los profundos cambios sociales de la segunda mitad del siglo XX (Mayo del 68, el movimiento hippie, secularización de la sociedad, etcétera) y la situación de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II empezaban a crear serias dificultades para la captación de nuevos miembros e incluso serios conflictos como en Gran Bretaña y en Alemania, optó por crear la figura de los “aspirantes” para obviar ese tipo de escollos. Con ello no se hizo más que adaptar la ya experimentada praxis proselitista del Opus Dei entre los jóvenes a las nuevas circunstancias sociales y eclesiales de entonces, adversas a los planteamientos del Opus Dei, y que todavía perduran en la actualidad. Puesto que personas maduras apenas solicitan la admisión al Opus Dei, éste pone todo su esfuerzo en captar y formar jóvenes adolescentes, que son psicológicamente mucho mejor moldeables.

 

Hemos de reconocer que, a tenor de las exigencias jurídicas y de las circunstancias socio-culturales de aquel entonces, la jugada le salió a Álvaro del Portillo redonda para sus intereses proselitistas. Pero ¿qué se ha hecho del sueño del fundador, según el cual al Opus Dei acudirían solicitando la admisión prestigiosos profesionales, adultos todos, procedentes de los más variados ambientes sociales y países en busca de la santificación en el trabajo y en la vida cotidiana? Nada de nada. A día de hoy, el Opus Dei no vive de aquellos delirios de grandeza, sino que sobrevive gracias a sus colegios y a los hijos de los supernumerarios y cooperadores y a hijos de otras familias, a las que puede causar serios disgustos como ha sido el caso reciente de la familia de Necesitoayuda.

 

2. Por otra parte, Mikołaj Kopernik Toruński (22.08.2012) ha aportado un testimonio personal de lo que intenté mostrar con mi artículo del 20.08.2012. Según el propio Álvaro del Portillo, en su réplica a las medidas adoptadas por el cardenal Basil Hume, afirmó que “nosotros” actuábamos legítimamente, conforme a derecho, y a la tradición multisecular de la Iglesia. Pues no es así. La tradición multisecular de la Iglesia garantiza a todo candidato, que se inicia en una vida de compromiso vocacional, un auténtico “período de prueba” que en el Opus Dei se camufla y, en la práctica, se anula a consecuencia de su planteamiento coactivo-proselitista. Hume obró muy bien en diciembre de 1981. Eso mismo debieran haber hecho los obispos de España, país en que el Opus se fundó y estaba más desarrollado. La omisión de los obispos españoles fue, en mi modesta opinión, grave, porque me consta a ciencia cierta que algunos de ellos estaban informados de las prácticas proselitistas del Opus y del daño que estas causaban ya entonces a algunas familias. Es uno de los inconvenientes de haber vivido largos años en un régimen político nacional-católico, en el que el Opus Dei había sido muy influyente (y siguió siéndolo acabado el régimen).

 

Josef Knecht

 

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