Opus Dei propiamente dicho y Opus Dei sociológico.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 15 August 2012
Tema 040. Después de marcharse


Sutil distinción entre “Opus Dei propiamente dicho” y “Opus Dei sociológico”

Josef Knecht, 15/08/2012

 

 

Los contundentes comentarios de Atomito (13.08.2012) a Babayaga (8.08.2012), a quien califica de “traidor alegre”, responden a una implacable lógica cartesiana. Pero olvidan que la realidad de la vida humana no es siempre lógica, ya que en el comportamiento y en la toma de decisiones, como han demostrado la psicología y la antropología, el componente afectivo-emocional pesa mucho más que el puramente racional-lógico, aunque en la vida cotidiana no solamos ser del todo conscientes de esta preponderancia de lo emotivo-sentimental en nuestro obrar y nos creamos que tomamos decisiones libres sólo a partir de argumentos de razón…



Es cierto que los hombres nos diferenciamos de los demás animales por nuestra racionalidad, conciencia y libre voluntad, pero estos rasgos específicos de la humanidad no anulan el enorme alcance de la psicología afectiva en la vida humana. De hecho, es evidente que las vivencias religiosas, la praxis política y el ejercicio de la economía no están regidos precisamente por la sola razón; de ahí que por desgracia la humanidad tenga que padecer tantas discriminaciones, guerras e injusticias. Las ciencias, como la filosofía y el derecho, destacan el aspecto racional de lo humano, mientras que la literatura y las demás artes enfatizan el afectivo-emocional.

 

Pero no deseo divagar con disquisiciones antropológicas acerca de lo “apolíneo” (lógos) y lo “dionisíaco” (éros / thánatos) de la naturaleza humana, sino más bien concentrarme en un aspecto de la compleja realidad del Opus Dei que nos convendría tener presente para mejor comprender el comportamiento de Babayaga. Me refiero a lo que algunos autores han denominado el “Opus Dei sociológico”, del que Babayaga forma parte como tantísima gente. Transcribo un largo texto del libro de Isabel de Armas, Josemaría Escrivá y Pedro Arrupe: cara y cruz ¿de una misma Iglesia?, Iepala, Madrid 2008, pp. 297-299, en que presenta esta realidad:

 

El “Opus Dei propiamente dicho” es, actualmente, la “Prelatura Personal de la Santa Cruz y Opus Dei”, a la que está indisolublemente vinculada la “Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz”. Los sacerdotes y miembros laicos de la Prelatura, las labores corporativas de ésta y los socios de la mencionada Sociedad son, estricta y jurídicamente hablando, el Opus Dei.

 

En cambio, el “Opus Dei sociológico” es una realidad algo más amplia, que abarca no sólo el Opus Dei propiamente dicho, sino además aquellos ámbitos personales y sociales en los que de un modo u otro se proyecta la acción apostólica y proselitista de la gente de la Obra y de sus labores corporativas, a saber: los cooperadores de la Obra; hijos e hijas y otros parientes de los supernumerarios y supernumerarias; algunos ex-miembros1 [1. Respecto al numeroso grupo de personas que en los últimos años han dejado de ser miembros del Opus Dei hay que distinguir dos tipos. Por una parte, están aquellos que ciertamente rompen del todo no sólo con los vínculos jurídicos, sino también con los afectivos respecto de la Obra; un caso ejemplar es el de quienes manifiestan sus críticas al Opus en la página de la red “Gracias a Dios, ¡nos fuimos!” (www.opuslibros.org); evidentemente, éstos se sitúan lejos del “Opus Dei sociológico” e incluso se contraponen a él. Pero, por otra parte, no pocos ex-miembros que se han desvinculado jurídicamente de esa institución continúan desenvolviéndose por razones familiares o profesionales en el flexible mundo del “Opus Dei sociológico”, del que no se alejan, sino que permanecen en él unas veces cómodamente, otras ambiguamente, otras tensamente, según las circunstancias personales de cada cual.]; labores personales que saca adelante gente de la Obra, como los “Colegios de Fomento”, las “Escuelas Familiares Agrarias”, editoriales como “Rialp”, cadenas de librerías, clubes juveniles, etcétera. También se incluyen en este concepto las personas que, sin pertenecer a la Prelatura, trabajan o estudian en esas labores personales o en las corporativas; medios de comunicación simpatizantes; revistas, programas de radio o televisión desde los que periodistas o sacerdotes de la Obra irradian un contenido claramente opusdeísta; banqueros y empresarios que apoyan económicamente el IESE2 [2. Instituto de Estudios Superiores de la Empresa, que pertenece a la Universidad de Navarra y tiene su sede en Barcelona. Hay que reconocer que el IESE es para el Opus Dei una fructífera “gallina de los huevos de oro”, pues las arcas del Opus se nutren, en buena parte, del dinero que llega al IESE a partir de los empresarios y banqueros que colaboran profesionalmente con ese Instituto] de Barcelona; obispos que dan todo tipo de facilidades al Opus Dei en sus diócesis; asociaciones culturales promovidas por gente de la Obra; equipos de arquitectos que planifican la construcción de los edificios y residencias de la Obra; empresas que amueblan esas sedes; talleres de orfebres y sastres que confeccionan los objetos de culto y los ornamentos empleados en los oratorios o capillas de la Obra; y un larguísimo etcétera tan variado como la vida misma.

 

Algunos periodistas han acuñado la expresión Octopus Dei (esto es, “Pulpo de Dios”) para denominar al “Opus Dei sociológico”. Con esta metáfora se indica que el “Opus Dei propiamente dicho” se limita sólo al cuerpo en forma de saco que tiene ese animal, mientras que el “Opus Dei sociológico” equivale al animal completo dotado de cuerpo, ocho tentáculos y ventosas. Es, por tanto, una metáfora muy conseguida.

 

El “Opus Dei sociológico” u Octopus Dei se deja sentir de manera notable en la sociedad española, mientras que en el resto del mundo es una realidad social bastante más diluida (excepto en la Santa Sede romana, en la que este “Pulpo”, durante el pontificado de Juan Pablo II [1978-2005], se ha adherido con fuerza). En efecto, aunque jurídicamente las estructuras políticas del régimen de Franco hayan sido en España más que superadas, todavía perdura en la mentalidad y en el corazón de no pocas personas y familias una añoranza del periodo franquista y, sobre todo, del tardo-franquismo, a lo largo del cual la actuación de algunos miembros del Opus, los más poderosos e influyentes, fue determinante3 [3. Algo similar sucede en Chile. Los miembros y simpatizantes del Opus Dei todavía admiran el periodo en que el general Augusto Pinochet presidió la República Chilena.]. En la actualidad, en el seno del Partido Popular están adheridas numerosas ventosas del Octopus Dei. Éste también mueve sus tentáculos entre importantes banqueros y empresarios, estén profesionalmente relacionados o no con el IESE de Barcelona. Y, por último, en la vida cotidiana de bastantes familias católicas españolas, los parámetros opusdeístas de comportamiento están muy presentes; son las familias de los supernumerarios, cooperadores y allegados.

 

Es evidente que al “Opus Dei propiamente dicho” le interesa cultivar y alentar la vitalidad del “Opus Dei sociológico”. En este último, los directores de la Prelatura encuentran amigos, consejeros, mecenas, ayudas económicas, una inmensa red de influencias civiles y eclesiásticas, así como un amplio campo en el que pueden sembrar la devoción popular a san Josemaría.

 

Ha merecido la pena leer esta presentación de Isabel de Armas, incluida la nota 1 dedicada a los ex-miembros, porque nos ayuda a situar en su lugar a Babayaga.

 

Atomito nos recordó en su escrito, citando el Vademécum del gobierno local, que la praxis del Opus respecto a los ex-miembros es distanciarse de ellos y olvidarlos. Sin embargo, me parece que en los últimos años esa praxis no siempre se aplica a rajatabla, sino que, según las circunstancias personales concretas, se flexibiliza y suaviza algo. Este cambio de praxis no responde a un aumento de caridad cristiana por parte de los directores del Opus, sino a pura conveniencia táctica. Éstos han comprobado que, en bastantes casos, no les conviene romper del todo con los ex, ya que incluso de ellos pueden obtener beneficios para la institución: donativos económicos, hijos como alumnos para los colegios, posibles vocaciones surgidas entre estos hijos, difusión de buena imagen... en fin, todo lo que Isabel de Armas ha presentado y más cosas.

 

Si tenemos en cuenta que el ser humano no es simplemente racional, sino predominantemente emotivo, se comprende que los directores del Opus hayan constatado que algunos ex-miembros aún recuerdan con cariño distintas facetas de su vida pasada en el Opus y que, por tanto, puedan sacar tajada de esos sentimientos de simpatía hacia la institución. A esto se añade el entorno familiar de algunos ex, cuyos padres o hermanos siguen siendo de la Obra, y tal vez no convenga en estos casos, precisamente por las razones afectivas de la psicología humana antes mencionadas, herir la sensibilidad de los miembros si el Opus trata mal a los ex-miembros: una madre o un padre, por muy buenos supernumerarios que sean, no toleran que nadie equipare a su hijo con Judas. Y es que el “Opus Dei sociológico” no se atiene con rigor a los estrictos parámetros de comportamiento con que se gobierna la vida interna del “Opus Dei propiamente dicho”. Por eso, las rotundas indicaciones del Vademécum del gobierno local acerca de los que se han desvinculado de la Obra se viven en bastantes casos con calculada e interesada relajación, ya que un “traidor alegre” puede venir bien de vez en cuando o muchas veces a los intereses de la institución, mientras que enfrentarse a él sobre la base de pura lógica cartesiana podría resultar contraproducente: ¿acaso no lamentan a día de hoy los gerifaltes del Opus el nacimiento de la página web opuslibros? Si el Opus Dei, creando con cierta dosis de hipocresía un ambiente cordial, se puede apropiar de las monedas de Judas (y de las de su padre), ¿por qué las va a desperdiciar?

 

Josef Knecht







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