Los jerarcas máximos del Opus Dei están absolutamente desconectados del mundo, viven en otro planeta. Es lo que uno concluye al leer la entrevista a Jaime Ordoñez, el que re-editó la fracasada mega producción “Habrá dragones”.

1. Se creen que hacer una película biográfica sobre Escrivá, le va a interesar a la gente corriente de hoy día. Sin duda que los fanáticos del Opus se la van a devorar, así sea una ladrillo intragable, pero fuera de la gente afin al Opus, la vida de Escrivá no le interesa a nadie, no hay nada en ella como para darle interés a una película.

2. Revientan millones alegremente, sin tener la más remota idea de cómo se produce, se rueda y se distribuye una película. Es bien la actitud de quien no tuvo que sudar para ganarse esos millones, ni tiene que darle cuenta a nadie sobre cómo se los gasta.

3. Cuando alguien les trata de prevenir de que la película va a ser un fracaso, no lo quieren aceptar y siguen para adelante, hasta que se dan contra la dura realidad de verla fracasar rotundamente: “massacred by critics and reviews” son las palabras de Ordóñez (masacrada por los críticos y los comentarios).

4. Cuando alguien con criterio les sugiere cómo hacer para mejorar la película y lograr que despierte algún interés, tampoco lo quieren ver. Solo se empiezan a dejar convencer cuando 200 miembros de la obra mexicanos ven la version modificada y se quedan encantados. O sea, no solo no conectan con la gente de afuera del Opus, ni siquiera conectan con los de adentro que no forman parte de la jerarquía.

Yo a veces me encuentro con veteranos que llegaron tarde a la revolución informática, y nunca se subieron al tren de la tecnología. Esa gente que no entiende las computadoras, ni internet, ni los celulares, se sienten perdidos en un mundo que ya no entienden. Así los siento a los directores del Opus en Roma, se quedaron en el pasado, no entienden el mundo de hoy, tienen millones para gastar, pero solo con plata no se hacen las cosas. La verdad es que los pobres miembros de a pie se deben sentir aún más perdidos, en una barca que está totalmente a la deriva, en un mundo que Escrivá nunca se imaginó y que sus herederos no saben como manejar.

atomito