PARA NO PERDER LA ESPERANZA.- Safety
Fecha Monday, 23 July 2012
Tema 900. Sin clasificar


El día 22 de mayo de 2012, el Pontificio Consejo para los Laicos, después de una profunda investigación, ha decretado la remoción del cargo de presidentes de los fundadores de la Comunidad Misionera de Villaregia, padre Luigi Prandin y Maria Luigia Corona, y ha dispuesto su dimisión como miembros de la Asociación, con la obligación de no residir en el futuro en ninguna casa de la misma.

 

La medida se ha tomado después de numerosas denuncias firmadas, llegadas al Pontificio consejo para los laicos, con respecto a graves comportamientos perpetrados en el pasado por parte de padre Luigi Prandin en relación a algunas misioneras mayores de edad. Tal acción disciplinaria afecta también a la fundadora, Maria Luigia Corona, porque, aun teniendo conocimiento de los hechos, ha cubierto y mentido.

 

El Dicasterio, con su intervención, ha querido cumplir un deber de justicia y dar una respuesta fiel a las repetidas exhortaciones del Santo Padre Benedicto XVI, que pide establecer la verdad de lo que ha sucedido en el pasado, prestando al mismo tiempo una atención particular a las víctimas y tomando todas las medidas aptas para evitar que se repita en el futuro (Cf. Discurso a los Obispos de Irlanda, 28 de octubre de 2006).

 

Al alejamiento definitivo de los fundadores ha seguido el nombramiento de un Comisario Pontificio en la persona de padre Amedeo Cencini, religioso canosiano, que guiará a la CMV en la fase de restructuración y sanación solicitada por la Santa Sede. El Comisario, que en espíritu de obediencia a la Iglesia, ha asumido el gravoso encargo, será coadyuvado por cuatro consejeros nombrados por él, elegidos entre los mismos miembros de la Comunidad.

 

La medida de la Iglesia es grave, pero además de ponerse en la línea de la verdad, con el valor y el sufrimiento que esto comporta, es y quiere ser también un acto de gran confianza y estima hacia la comunidad de Villaregia y hacia las personas, misioneras, misioneros, parejas de casados y todos aquellos voluntarios que, en gran número y de diversos modos, han colaborado en estos años por el ideal misionero.

 

La comunidad misionera pide perdón por todo esto y por el desconcierto que podría provocar en muchas personas; ella misma está profundamente adolorida. Al mismo tiempo pide respeto por su sufrimiento, mientras, siendo consciente de su propia fragilidad, reafirma su voluntad de continuar sirviendo al Señor y anunciando el Reino de Dios.

 

El Pontificio Consejo para los Laicos, en este tiempo, mientras reconoce plenamente la validez del carisma de la Comunidad Misionera de Villaregia, alienta a sus miembros a vivir en espíritu de fe y de filial obediencia a la Iglesia este doloroso momento y a proseguir con entrega su acción misionera y evangelizadora. Tal invitación se extiende también a los miembros asociados que, a varios niveles, colaboran con la Asociación según sus fines.

 

Comisario pontificio Padre Amedeo Cencini y Consejo de Presidencia









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