Queridos amigos,

me parece que este episodio de la Rectificación y de la Sentencia de Kaiser se entiende bien desde el punto de vista de las obras de misericordia: más allá de la justicia humana, existe la Justicia de Dios, que felizmente no es controlable por jueces, fiscales y abogados. El tejido y la finalidad más íntimos de la Justicia de Dios, de la memoria de Dios, están formados por las obras de misericordia, divinas y humanas.

Qué podemos hacer para que esa Justicia sea realizada? Creo que nada más que lo que estamos haciendo, ya desde hace diez largos años, una cosa muy característicamente humana: hablar, escribir, contar lo que nos pasó, hacer Historia, poco a poco, como siempre se hace, pacientemente. La nuestra es ya, como todas, una página brillante de la Historia de la Iglesia, porque no se mide en victorias y en derrotas, sino en las obras de misericordia que nacen de la compasión, de la tolerancia verdadera, del fair-play por encima de todo, antes de todo. No, la Historia de la Iglesia no es la Historia del Fútbol.

Gracias, Agustina, por este sitio tan ameno, donde no se abandonan a su suerte los que han sido condenados por intentar denunciar hechos verídicos contrarios a la ley, con la ingenuidad de pensar que basta con el detalle de tener razón para vencer en los tribunales humanos, lamedales donde sobrevive una multitud de jueces, fiscales y abogados, con sus carreras y sus agendas personales, familiares, corporativas: la proverbial carrera de los ratones: patética impotencia, finalmente. Creo que es una de las más sólidas pruebas de la existencia de Dios, el modo cómo funciona habitualmente la “prudente” justicia humana.

Que St. John Newman, con su apurado sentido anglo-sajónico de la justicia, nos proteja!

Un enorme abrazo,

Carocha