Supo, movido por un sentido común aplastante, por su buen corazón y –por qué no decirlo– por su sentido cristiano de la vida, ha lanzado dos sugerencias alternativas: 1ª) que los numerarios y numerarias dedicados exclusivamente a labores internas coticen a la Seguridad Social para cobrar una pensión tras su jubilación (el dinero de la pensión lo entregarían a la caja del Centro); 2ª) que, en caso de no cotizar a la Seguridad Social, abonen desde el principio de su dedicación un plan de pensiones. Ambas sugerencias están pensadas para que, en caso de desvincularse del Opus Dei, tengan un mínimo de apoyatura económica para continuar viviendo.

Puedo aportar, al respecto, un recuerdo personal. Cuando yo era numerario y percibía un salario por mi trabajo profesional, tenía en un banco una cuenta corriente a la que me llegaba la nómina. En cierta ocasión, un empleado del banco me aconsejó con argumentos serios que me hiciera un plan de pensiones en esa entidad bancaria. Lo consulté al director y al secretario de mi Centro. La respuesta que de ellos recibí fue la siguiente: los planes de pensiones son un negocio que enriquece a los bancos, y por eso es impropio de un numerario que se preste a ese juego; el dinero que los numerarios ganan se lo queda íntegro el Opus Dei y nadie más. Conste que yo no hice la consulta porque pensara entonces dejar el Opus; consulté esa cuestión a consecuencia de la promoción de planes de pensiones que mi banco estaba haciendo entre sus clientes.

La sugerencia de Supo iría a parar a la papelera más cercana. Los directores no prevén que nadie se desvincule del Opus Dei, pues eso supondría desconfiar de la eficaz gracia divina; por tanto, cuando alguien decide desvincularse, debe seguir confiando en la gracia divina como antes de la desvinculación: así de fácil.

Josef Knecht