Estamos en el debate fomentado por la más que torpe renuncia de Kaiser a sus anteriores escritos. Lo que ha ocurrido tiene un efecto boomeran, que pienso no tenían calibrados los intelectuales de turno de la Obra.

Por mi parte, puedo aportar que actualmente hay numerarias administradoras de centros (es decir, se encargan de la comida y limpieza de otros centros) que no cobran nada por lo que hacen. Diré algo a continuación que puede suponer duras críticas, pero ya ha habido otras ocasiones (sobre todo con la película Camino) en que he sido voz discrepante de lo publicado aquí. Aunque hay que reconocer que siempre se ha publicado lo que he enviado.

A mí no me parece mal que no cobren. Pueden hacer de su capa un sayo, como dice el refrán. Muchas mujeres casadas trabajaron sin cobrar nada, por amor y por la mentalidad de su época. Lo que me parece mal es que si alguien se va de la Obra, no tenga dónde caerse muerto o muerta. Ahí es donde está, desde mi punto de vista, el principal problema. Si alguien quiere entregar su tiempo y su dinero a una causa, es su problema. Pero si abandona la causa, esta debería ayudarle con lo que dejó de cotizar, por ejemplo.

Ahora bien, un consejo para la Obra. Creo que sería más interesante que todas cotizasen, de tal manera que al llegar a los 65 años, si antes no se han ido de la Obra, podrían cobrar la pensión y ser un ingreso para la institución. Los fieles que hayan dedicado parte de su vida a las labores internas (aquí se incluyen a los sacerdotes o laicos con tareas de gobierno) si se marchan deben recibir el apoyo económico necesario en un plan de pensiones, por ejemplo. No sé mucho de leyes, pero si no hay contrato, no hay posibilidad de pagar la seguridad social, pero se podría abonar desde el principio un plan de pensiones que uno o una se llevaría debajo del brazo en caso de querer irse.

Supo