El Principado de Liechtenstein y los paisajes de alta montaña.- Josef Knecht
Fecha Monday, 04 June 2012
Tema 100. Aspectos sociológicos


Siento no poder proporcionar gran información a la pregunta que Ana Azanza se ha hecho en su última nota (01.06.2012): “¿Para qué querrán un instituto de filosofía en Liechtenstein?”, pero aporto lo poco que sé. No conozco de cerca la “Academia Internacional de Filosofía”, fundada por Josef Seifert en Texas en 1980 y ubicada en el Principado de Liechtenstein desde 1986 y cuya sigla es IAP (= “International Academy of Philosophy”), pero conservo a ese respecto unos vagos recuerdos de mis años transcurridos en la Universidad de Navarra a finales del siglo XX; por eso, el testimonio que voy a dar es “a distancia” y quizá con imprecisiones; no soy testigo de primera mano porque nunca he estado en Liechtenstein...



 

Con motivo de mis relaciones personales y profesionales con profesores de la Facultad de Filosofía en Pamplona, oía hablar de vez en cuando de varios viajes que algunos de estos filósofos hacían dos o tres veces al año a ese Principado alpino. Se reunían allí –en la sede de esa Academia, supongo, o en algún albergue o palacete– con profesores de filosofía de otros países europeos; entre ellos destacaba el profesor Robert Spaemann (Universidad de Munich), a quien la Universidad de Navarra otorgó el doctorado honoris causa en 1994 y galardonó con el V Premio Roncesvalles de Filosofía en 2001. Creo recordar que también asistían políticos a esos encuentros; si mi memoria no me falla, el español Alejo Vidal-Quadras era uno de tantos.

 

En esas reuniones, celebradas al amparo de la Academia (IAP), no sólo se limitaban a debatir temas filosóficos de actualidad, sino también a programar acciones concretas de la vida política y cultural de distintos países europeos. Era –y es– un grupo de pensadores católicos muy conservadores, próximos a la extrema derecha, y, como digo, el objetivo de sus encuentros no era simplemente estar de tertulia filosófica disfrutando del otium en el grato entorno de un locus amoenus (el paisaje alpino es encantador), sino más bien promover iniciativas políticas y culturales en contra de los males del laicismo (aborto, reproducción asistida, feminismo, ideología de género, eutanasia, etc.) y a favor de los valores tradicionales. Se trataba, pues, de constituir un grupo de presión (o lobby) intelectual con la pretensión de influir sobre políticos (conservadores y democristianos), periodistas y también eclesiásticos (obispos católicos y curia vaticana) de distintos países de Europa. En cuanto a la financiación económica de la IAP, de las reuniones de esos intelectuales y políticos y de sus posteriores iniciativas no tengo ni idea y tampoco quiero fantasear pensando en los ríos, bien caudalosos de euros y francos suizos, que fluyen por aquellos parajes montañosos.

 

La reprimenda que Josef Seifert (Letter to Mons. Don Ignacio Carrasco) lanzó este año al obispo don Ignacio Carrasco, de la que Ana Azanza nos ha informado (25.05.2012) y que yo comenté (28.05.2012), responde al ideario fundacional de esa Academia: procurar que nadie sobre quien la IAP proyecte su radio de acción se desmarque de la más estricta ortodoxia. Al fin y al cabo, el lindo lema de la IAP dice “diligere veritatem omnem et in omnibus”, esto es, “amar toda la verdad y amarla en todas las cosas”.

 

Navegando por internet, me he encontrado con que el Instituto de Filosofía “Edith Stein”, promovido por el arzobispado de Granada, es un centro asociado de la IAP, de ahí que Josef Seifert sea uno de los profesores del Instituto granadino. Imagino que a Ana le interesará saber este dato porque esta ciudad está cerca de Jaén, donde ella reside. Los tentáculos de Seifert se extienden desde los Alpes hasta Sierra Nevada pasando por Navarra (con sus Pirineos y Roncesvalles), el Vaticano y otros lugares, como los Andes sudamericanos, pues desde 2004 la IAP tiene su segunda sede en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Deduzco que al profesor Seifert, austriaco, le fascina la alta montaña; por eso, me sorprende que la Universidad de Navarra todavía no le haya otorgado el Premio Roncesvalles de Filosofía, siendo él quien más se lo merece, porque a la pregunta sobre qué relación hay entre Roncesvalles y la filosofía nos respondería Seifert con una lección magistral.

 

Josef Knecht







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