¿A quiénes sirven estos señores del Opus?.- Hormisdas
Fecha Friday, 01 June 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Con agradecimiento a Ana Azanza por la inestimable información que nos hace llegar sobre la relación del Cardenal Tarancón con el Opus Dei, tal como aparecen en “Las Confesiones” del Cardenal, transcribo este texto de Ratzinger sobre la verdadera y falsa renovación de la Iglesia. Viene a cuento para mostrar los planteamientos tan cortos de Escrivá acerca de la vida espiritual, y su absurda oposición a un intento sincero de renovación de la Iglesia en España.En aquella época los ministros del Opus Dei se sentían más católicos que la Conferencia Episcopal Española y Pablo VI juntos. Algunas frases de Ratzinger parecen referidas a expresiones de Escrivá que todos conocemos, por eso lo refiero.

“Pero una renovación espiritual no puede venir de la letra ni de la literatura de un sistema, sino que debe realizarse espiritualmente, partiendo del sentido y no de sus exteriorizaciones. El mero aferrarse a todas las posiciones que fueron un día conquistadas, no salva ni renueva, porque la fe es algo distinto de una suma de ejercicios de piedad. Lo que importa no es que se hagan muchas cosas, sino que se obre la verdad en la veracidad, porque verdad sin veracidad ha perdido su alma y queda ineficaz aun cuando verdad. La fe no es cuestión de cantidad, de dilatados ejercicios y acciones, por lo que tampoco puede renovarse porque se añadan nuevas devociones a las antiguas, ni se la puede tampoco dañar porque disminuya la cantidad de los ejercicios. La fe es vida, que, como vida del espíritu, sólo prospera en la veracidad, que requiere la libertad como marco para su realización (…) No puede caber duda de lo que, partiendo de ahí, podrá decirse de los bien intencionados esfuerzos de quienes tratan de salvar a la Iglesia salvando la mayor cantidad posible de tradiciones; de quienes a cada devoción que desaparece, a cada proposición de boca papal que se pone en tela de juicio barruntan la destrucción de la Iglesia y no se preguntan ya si lo así defendido puede resistir ante las exigencias de verdad y veracidad. En lugar de hacerse esa pregunta nos gritan, poseídos únicamente del pánico de la destrucción: ¡No demoláis lo que está construido; no destruyáis lo que tenemos, defended lo que se nos ha dado!”(Ratzinger, El nuevo Pueblo de Dios, Barcelona, Herder, 1972, pp. 307-308).

Saludos,

Hormisdas









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