Sobre la doctrina sexual y sobre la dignidad humana.- Josef Knecht
Fecha Wednesday, 30 May 2012
Tema 010. Testimonios


Ramón ha realizado una serie de comentarios (28.05.2012) sobre unas recientes declaraciones, muy conocidas en España, del actual obispo de Alcalá de Henares, don Juan Antonio Reig Pla, sobre la doctrina sexual. En la Conferencia Episcopal Española, este obispo preside desde 1999 la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, por lo que acostumbra a hablar en público acerca de cuestiones éticas y a veces suscita polémicas en una sociedad tan plural como es la española...



La homilía que Reig Pla pronunció el Viernes Santo (6 de abril de 2012), retransmitida en directo desde la catedral de Alcalá por Televisión Española, cadena pública sostenida por el dinero de todos los ciudadanos, y el discurso que impartió en el reciente VI Congreso Mundial de Familias (Madrid, 25-27 de mayo de 2012), del que Ramón nos ha informado, deben ser entendidos en su contexto exacto, que ahora desearía explicar a Ramón y a los demás usuarios de Opuslibros.

 

Reig Pla sabe muy bien que, según el Catecismo de la Iglesia Católica (párrafos 2357-2359), aunque la homosexualidad sea un desorden moral y aunque los actos homosexuales sean gravísimos pecados de impureza y atentados contra la Ley Natural, los hombres gayos y las mujeres lesbianas deben ser tratados siempre con pleno respeto, no han de ser discriminados injustamente por su orientación sexual, y nadie les ha de negar la “dignidad” inherente a su condición de personas. El Catecismo reconoce su dignidad personal a pesar de tantos aunques y peros y, por eso, recomienda que reciban una cuidadosa atención pastoral por parte de la Iglesia para que, metidos en un confortable armario lejos de la práctica homosexual, se esfuercen en vivir la castidad y sean así felices en la medida en que su pesada “cruz” se lo permita (al fin y al cabo, ¿quién no carga con una “cruz” en su vida?). Esta es, en síntesis, la doctrina del Catecismo, que Reig Pla se sabe a la perfección.

 

Entonces, ¿por qué sus palabras del Viernes Santo ofendieron tanto al colectivo homosexual, que no se sintió respetado en su dignidad, y su discurso del reciente congreso ha saltado a la prensa? (Si esa celebración del Viernes Santo no hubiera sido emitida por la cadena pública de televisión, casi nadie en España se habría enterado ni de la homilía de abril ni de su conferencia en el congreso de mayo). Intentaré responder a esta cuestión.

 

El obispo alcalaíno no quiso en su desafortunada homilía ofender a nadie. Esa no fue su voluntad personal o subjetiva. Él tenía en el transfondo de su mente la intención de rebatir los errores de la así llamada “ideología de género”, que es percibida por la jerarquía católica como uno de los elementos más dañinos del actual laicismo descristianizador de Europa y de las sociedades occidentales, de profundas raíces cristianas. La “ideología de género”, a la que Reig Pla criticó a fondo en su conferencia del congreso, es percibida como destructora del modelo cristiano de familia porque suplanta la concepción clásica de “sexo” (varón y mujer), querida por el Dios creador, por la nueva de “género”, querida por algunos ideólogos. Las asociaciones de homosexuales, así como las de feministas, promueven, junto a otras asociaciones políticas y culturales, esta corriente ideológica en los países occidentales, que, inspirada por el marxismo, nació en la revolución de Mayo de 1968 y ha sido reforzada desde finales del siglo XX por otros componentes ideológicos. (Advertencia: también hay entre intelectuales liberales y de derechas partidarios de la “ideología de género”, no sólo entre las izquierdas). En su homilía del Viernes Santo –repito– no pretendió ofender a nadie, sólo quiso rebatir la “ideología de género”. Para ello recurrió a ejemplos “pastorales” que, escuchados por personas homosexuales, resultaron muy hirientes; es lo que suele pasar con muchos discursos polémicos, que tienden a desprestigiar los errores de los rivales.

 

Hay que respetar la libertad de expresión de la Iglesia Católica –y la libertad religiosa– en un país libre, democrático y plural como es España. Reig Pla, no sólo como obispo católico, sino como ciudadano español, está en todo su derecho de manifestar su oposición a la “ideología de género”, a la “teoría queer”, a la “teoría ciborg”, destructoras –según él– de la naturaleza humana, y defender todo lo que enseña el Catecismo en favor de la voluntad creadora de Dios. Pero ha de aceptar con paciencia que aquellas personas a quienes ideológicamente combate hagan lo mismo que él –y en polémica con él (esa es su “cruz”)– en la esfera pública, amparada no por el Catecismo de 1997, sino por la Constitución de 1978, que también se basa en el respeto a la dignidad humana (las raíces cristianas de Europa son claras). Si estas personas se han sentido ofendidas, por algo será: convendrá que el obispo Reig recuerde para sus homilías lo que ese mismo Catecismo recomienda y que sigue siendo válido incluso en caso de confrontaciones ideológicas, a saber, que hay que tratar siempre con respeto a los homosexuales en atención a su dignidad personal. Esta es, por cierto, lo más amado por Dios en toda la creación: Jesús entregó su vida en la “cruz” por todo el género humano y su dignidad, y precisamente esa muerte, liberadora y salvadora, de Jesucristo en la cruz es lo que la Iglesia conmemora cada Viernes Santo, también el de 2012.

 

No sé si me equivoco, pero tengo la impresión de que don Juan Antonio Reig Pla sigue y proclama fielmente por doquier un “guión doctrinal” que se ha aprendido muy bien, pero, en la enseñanza polémica de ese “guión”, no ve ni palpa de cerca la dignidad de las personas por no sentirla como suya propia. Este modo de proceder, que me recuerda al de los directores y directoras del Opus Dei, es el que llevó a Jesucristo a la cruz. Y de ello el mismo Jesucristo nos liberó el Viernes Santo de hace unos dos mil años: a ver cuándo nos vamos a enterar de una vez por todas.

 

Josef Knecht







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