Dos breves aclaraciones a Melqui y una felicitación.- Giovanna Reale
Fecha Monday, 28 May 2012
Tema 900. Sin clasificar


Apreciada Melqui:

 

Al igual que tú, también yo he seguido con interés el debate acerca de la sexualidad sin haber intervenido en él hasta ahora. Me propongo, si no te importa, hacerte dos aclaraciones y una sincera felicitación a tu comunicación, bien simpática.

 

Mi primera aclaración comienza dándote la razón en que, sin duda, es chocante (Manzano) relacionar el foulard y la orientación homosexual de alguien y en que exageraciones como esas pueden probar que entre ex-miembros del Opus se padezcan los efectos de una frustrante represión sufrida en los años de militancia, como bien observas. Pero hay que tener presente que, en caso de haber padecido una fuerte represión durante largo tiempo o una violencia de otro tipo (un inesperado y repentino atentado terrorista, por ejemplo), las patologías o rarezas que puedan manifestar las víctimas se han de atribuir principalmente a sus verdugos. Admiro el gran ejemplo cívico que nos han dado a los españoles las “víctimas del terrorismo”, por habernos enseñado con un coraje ejemplar la defensa de los derechos humanos extrayendo de ellos todas sus consecuencias jurídicas y humanas. Esto no me impide apreciar que, en alguna ocasión, se puedan pasar de rosca o que exageren en sus reivindicaciones; si hay que corregir a esas personas en algún punto, la corrección debe hacerse siempre bajo el presupuesto de que incluso en ese caso menos acertado de su actuación está presente la impronta de la injusta maldad de sus verdugos. Este criterio se debería aplicar también a quienes han padecido en la Iglesia algún tipo de represión sexual o acoso psicológico, fenómenos éstos que en el Opus son muy frecuentes.

 

No te olvides de lo que escribí el 12/03/2012 acerca del recurso al argumento ad hominem por parte de muchos eclesiásticos en su labor de gobierno. Con ese argumento, se exculpa del todo a la institución y sus gobernantes de los errores cometidos, para que toda la culpa recaiga sobre las personas particulares aprovechando que estas también cometen errores.

 

Mi segunda aclaración se centra en una frase tuya: pretender que la Iglesia tiene obsesión con la sexualidad y no se dedica a las cuestiones sociales es, simplemente, una falsedad”. Aquí te doy al cien por cien la razón, pero añado que en esta página web nadie ha dicho lo contrario; siempre se ha alabado la tarea caritativa y social de la Iglesia, que es patente a la vista de todos. Si lees con detalle, por ejemplo, el artículo de J. Knecht Breves consideraciones sobre la ideología actual del Opus Dei, distinguirás entre la “Iglesia”, que despliega una inmensa labor social, y la “jerarquía de la Iglesia”, que, a partir de su visión de la actual geopolítica mundial, impulsa unos determinados criterios pastorales de gobierno con los que Knecht no está de acuerdo. Ana Azanza, Carmen Charo, Fletcher Christian y otros también han resaltado la labor social de la Iglesia en varios de sus artículos, a la vez que saben distinguir entre “la vida de la Iglesia”, en la que la acción social es muy abundante, y determinados criterios de gobierno o actuación de la “jerarquía de la Iglesia”, con los que podrán discrepar. Además, todo el mundo sabe que las instituciones y las personas de la Iglesia implicadas en labores sociales no están obsesionadas con la sexualidad como lo está su jerarquía, porque quien es auténticamente liberador en un ámbito de la vida suele también serlo en los restantes. Te ruego que no hagas decir a la web lo que esta no dice, después de captar bien los matices –comprendo que, alguna vez, sean sutiles y difíciles de captar a la primera– de lo que aquí leas.

 

Y termino con mi sincera felicitación por tu magnífica salud mental y por la libertad de espíritu que tu anterior escrito exhalaba. ¡Enhorabuena! Me alegro de que tu paso por instituciones eclesiásticas no haya supuesto para ti ninguna experiencia de represión sexual. Tu testimonio demuestra que, como he escrito en el párrafo anterior, en muchos ámbitos de la Iglesia se realiza una labor liberadora, también de obsesiones sexuales, como Dios manda: ojalá fuera siempre así en todos sus ámbitos e instituciones sin excepción.

 

Un cordial saludo

 

Giovanna Reale









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