El sexo reduccionista ya no cuela.- Manzano
Fecha Monday, 28 May 2012
Tema 010. Testimonios


Como una inocente y aterciopelada envolvente se nos quiere llevar a menudo y en temas de sexualidad, por caminos muy opusinos con la excusa del substrato magisterial inalterable. De entre las numerosas intervenciones, algunas de gran nivel intelectual, sorprende ver la evolución del debate que va desde una recomendación al silencio y a la meditación para evitar hablar y escribir de sexo hasta estructurar una completa entregada por fascículos de doctrina y debate. Las respuestas y aportaciones para avanzar en este terreno me parecen fascinantes y representa un gran éxito inesperado. Eso se debe a la grandeza de esta web, una razón más de orgullo para los que la hacen posible: mi sincero reconocimiento...



Ello no es ni sería imaginable, por imposible, en ningún foro bendecido y aprobado por la Prelatura del Opus Dei dejando patente la diferencia entre su teoría - a pesar de su aburrida propaganda- y la realidad de la tozuda práctica.

Me alegro de paso haber participado cual hurón sacando de su madriguera alguna liebre agazapada con carga doctrinaria reservada, que aún no siendo teóricamente portavoz de nada ni nadie, nos refresca la memoria y de paso deja en evidencia suficientes rastros inmovilistas que son replicados y desarmados con clarividencia meridiana por doct@s colaborador@s. Bienvenido sea todo…

Y para contribuir ahora con alguna discrepancia esperando obtener de los más autorizados impacientes luces, diré para empezar que me produce vértigo leer que, al final el sexo se reduce a la descripción física “de una copula” como único elemento común entre relaciones prematrimoniales y matrimoniales. Quién afirme esto no puede tener ni haber tenido experiencia en el ámbito de la relación prematrimonial o en todo caso seguramente habría sido poco satisfactoria. Afirmo sin duda que justamente eso es el reduccionismo del sexo, de hecho es la visión más reduccionista posible. Eso es tener un concepto de la sexualidad pobre, rutinaria, limitada, lineal, primitiva, animal, pecaminosa, peligrosa y vulgar. Vaya, me ha salido sin querer la perfecta definición de lo que significa en realidad el sexo para el espíritu opusino.

Si Santa Teresa dijo que Dios anda entre los pucheros sería porque dedicó horas a la cocina (habría sido una nax revolucionaria y por tanto denostada). Teorizar, filosofar o “teologar” gratuitamente cual heredero de los pensares de Santo Tomás me confirma finalmente cuán fácil, tendencioso y peligroso es navegar por el espacio sideral y platicar impecablemente con léxico atractivo pero sin remota idea o conocimiento de la ley gravitatoria.

Jamás pensé que hubiere sexo malo, ni que hubieren cuchillos malos, ni siquiera preservativos malos como nos quedó ya claro en su día. Me gustaría pensar que no hay una interesada acritud pendenciera para confundir al personal, lo cual fue un argumento perfecto hasta mitad del siglo pasado. Hoy es un insulto directamente, pero no hacia los mortales y pacientes lectores con cierto sentido de la verticalidad, equilibrio mental y existencial, si no para quién afirmara tales enredos doctrinarios. No cuela, el sexo es bueno por naturaleza, por definición y no hay más. Pero muy poco se predica así. Quién hace un mal uso del mismo será bajo su conciencia y responsabilidad, pero sobran inquisidores que desbordan a la humanidad y que con sus escrúpulos se empeñan y se obsesionan en definir casi patológicamente lo que es el mal uso. Y los límites, el perímetro de su uso lo define la caridad, el amor. No hay leyes más divinas que valgan, fin de carrera, que luego se me inventan una rígida espiral teológica que sólo sirve para amargar o reprimir al pueblo y dar rienda suelta a las mentes ávidas de superioridad en nombre de Dios.

No sé por qué casi nadie se empeña en hablar en positivo, de enriquecimiento, de sus beneficios, de su grandeza, como instrumento de perfeccionamiento de la pareja y razón de gratitud inmensa a Dios por ser un bien querido por Él. De lo bonito y aconsejable que con base teologal sólida y rejuvenecida la predique tal como es, o sea, compatible perfectamente con el Evangelio sin suspicacias y condicionantes tan esperpénticos, contradictorios y obsesos. ¿Qué miedo y temor induce a tanta represión? ¿Acaso se frustrarían algunos por quedarse sin pecados? ¿Qué manoseo de un mandamiento produce tanta carga pesada al ser humano?

El dominio y control del pueblo va hoy en día por otros derroteros y la adquisición de cultura a nivel global es imparable, inversamente proporcional a la aceptación los pseudo-dogmas que más tienen que ver con los oscuros siglos de la Edad Media que con la dignidad del ser humano y menos si nos creemos hijos de Dios.

Es muy sospechoso incluso por el mero hecho de sugerir que mejor no evolucionar si no sabe hacia dónde. Jamás debería ser impedimento o razón lógica para no avanzar, sería un regate a la supuesta predisposición y claro síntoma involucionista. Mas no sé si ello se dice por un miedo personal a lo desconocido o por inconfesables razones fundamentalistas. Hay que averiguarlo y para ello recomendaría abrirse cual fiel a la Prelatura hace, mejor dicho, debe hacer por narices en su charla con su director, a lo salvaje y sin rodeos. No se trata de hacer experimentos, eso ya se hizo demasiado. Hoy todo está más claro que el agua y quién no quiera verlo que no ate con cadenas a los demás.

Y si esperamos que el desconocido destino nos lo tenga que desvelar alguna Prelatura iluminada que se cansa de afirmar que el fin no justifica los medios pero se harta de pasárselo por el forro para lograr sus fines, vamos listos, mejor olvidarse de tal viaje que además de caro es descaradamente anticristiano. Para descubrir hay que arriesgar sin miedos, aunque sea dentro de un simple debate mínimamente civilizado. Y por desgracia, la pobre Iglesia sucumbiendo a el alarde de alto nivel teologal de unos y creyéndose lo que le cuentan otros para perpetuar una conveniencia y usufructo particular. Una pena.

Y digo yo si esa Iglesia, todos nosotros, no somos o hemos sido cómplices de haber sembrado el abundante agnosticismo reinante -herético o no, qué más da- , al haber evitado avance alguno. La triste verdad es que hoy en día todo tiene tintes de parecerse a un rebaño que ya no se fía de su pastor. Y eso sí que es grave, de hecho es lo grave y no lo de copular dónde y cuando sea, pues incluso los discursos que pretenden afinarse con guiños progresistas ya no tienen credibilidad, como no sea cual pasto seco para alguna oveja rezagada y que no se ha enterao de naaaaa.

Manzano







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