Servir a la Iglesia como Ella quiera ser servida.- Ana Azanza
Fecha Monday, 14 May 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


 

“Servir a la Iglesia como Ella quiere ser servida” (I)

Ana Azanza, 14 de mayo de 2012

 

La cita está tomada del punto 6 de la carta de Mons. Escrivá de Balaguer a los miembros del Opus Dei sobre la cuestión institucional, 2-X-1958

 

Con respecto al tema sobre la defensa del concilio Vaticano II que actualmente hace Fernando Ocáriz desde las páginas del periódico oficial de la Santa sede, no viene mal un poco de historia. Aunque el Opus Dei puede apañar hechos a su antojo, los miembros o fieles han dado que hablar a otros que han dejado su testimonio sobre cuál fue la posición de destacados miembros del Opus en el inmediato post concilio...



Yo al menos ya he superado la fase en la que creía que el Opus Dei no se metía en política. Y que las actuaciones de sus miembros nada tienen que ver con la dirección de la institución. Esta propaganda queda desmentida, desde fuera de nuestras personales vivencias, tras la provechosa lectura del volumen “Confesiones”, casi 1000 páginas salidas de la pluma no de un enemigo de la Iglesia, sino del cardenal Vicente Enrique y Tarancón.

 

Tengo que decir que cuando me acerqué a este volumen pensé que, con todos mis respetos, no iba a poder con los sermones de un obispo tan importante de los tiempos del franquismo. Ahora he de reconocer que al margen de lo que hiciera o dijera, Tarancón fue una personalidad. Dudo mucho de que en estos momentos existan en España ni en el catolicismo “príncipes de la iglesia” de esta talla. Me parece que los nombramientos que se han hecho desde hace tres décadas no van en la línea de favorecer que asciendan personalidades a las responsabilidades eclesiásticas. Sobre todo cuando vemos que más de un obispo y más de dos pertenecen a las llamadas “guarderías de adultos”, que según ha quedado más o menos establecido no es la mejor receta para criar “personalidades”.

 

Pero voy a ir al grano.

 

El Opus Dei es nombrado con profusión en estas “Confesiones” del cardenal. Precisamente a partir del momento en el que Tarancón accedió a la más alta dignidad eclesiástica año 1969 por delante de candidatos como Casimiro Morcillo, se va a encontrar a cada paso con los miembros del Opus Dei. He nombrado al obispo Casimiro Morcillo puesto que nos debe sonar como aquel eclesiástico que según ponía en las publicaciones internas, facilitó que se pudiera tener reservada la Eucaristía en la academia DYA. Y me parece que alguna otra intervención favorable a Escrivá y su obra tuvo este señor obispo. En todo caso don Casimiro Morcillo parecía muy afecto al régimen de Franco, y Tarancón tenía en aquellos años 60 fama de aperturista y de estar dispuesto a implementar las reformas que el Concilio había dispuesto.

 

Una reforma conciliar que se enfrentaba con lo que España representaba desde 1939 era la libertad religiosa. Tarancón explica muy bien cuál fue la postura de de muchos católicos convencidos en la guerra civil. En especial en mi tierra (Navarra) muchas personas se alistaron de voluntarios con Franco para “defender la fe”. Con esto quiero decir que este libro merece la pena leérselo desde la primera hasta la última página, ofrece el contexto histórico sobre lo que ha sido la iglesia y la religión en España, y cuál ha sido la vivencia que los españoles han tenido de ella. De esa forma nos vamos liberando de los mitos en los que nos criaron y acunaron, como el de que “el Opus Dei lo puso Dios en el alma de nuestro padre” y etc… El Opus Dei es una planta que no podía nacer más que en nuestra patria, en nuestro suelo. No caída del cielo ni fruto de una revelación privada original e intransferible, fue criada aquí, con nuestros prejuicios culturales y nuestra forma de ser católicos tan característica.

 

En todo caso Tarancón afirma que era evidente que ni el gobierno español ni Franco habían digerido el concilio Vaticano II y no podían comprender los esfuerzos de la santa Sede para aplicarlo. Televisión Española en aquellos momentos estaba dirigida por Adolfo Suárez, una persona en la órbita del Opus Dei y que llenó esta única cadena que entonces había en nuestro país de miembros y afines del entonces instituto secular. Era el gran medio de propaganda del régimen. Y como no había sentado demasiado bien el nombramiento de Tarancón por aperturista, TVE no le dio importancia a la noticia del nuevo cardenal primado de España. La defensa conciliar de la libertad religiosa y de los derechos humanos les parecía a los gobernantes españoles de aquellos años un ataque a la patria, y en eso el recién nombrado obispo de Toledo estaba en la línea proclamada por los documentos conciliares.

 

Dedica el señor cardenal una página a la entrevista que tuvo con Franco. Quedó claro que el caudillo echaba en falta disciplina en la iglesia católica posconciliar. También que el dictador estaba convencido de que tan sólo la doctrina y moral católicas pueden garantizar un régimen político.

 

Cuando Tarancón toma posesión en Toledo enseguida observa que los curas están divididos entre una mayoría sin problemas con las novedades del concilio y una minoría “retro” que quiere imponer sus puntos de vista. En este capítulo como en otros muchos se ven las razones políticas que se mezclaban continuamente en los argumentos de los eclesiásticos a la hora de las justificaciones y decisiones.

 

Llegamos a 1971, un año clave para la iglesia en España porque tuvo lugar la Asamblea Conjunta de obispos y sacerdotes. Pretendía ser una reunión del clero español en la que se viera cuál era la situación del catolicismo y se tomaran decisiones pastorales. Para dicha asamblea se hizo una encuesta preparada por sociólogos de distintas tendencias, no se obviaba ningún tema: el celibato de los sacerdotes, sus opiniones políticas… todo pasó por allí. Hubo quien se escandalizó. Había mucho miedo al cambio en los obispos. Fuerza Nueva, un grupo de extrema derecha que daría que hablar en aquellos años, criticó la desvergüenza. La revista Iglesia Mundo que Tarancón no duda en asignarla al Opus Dei, publicó un reportaje que resultó una auténtica bomba: la encuesta era tendenciosa, progresista. Era peligroso que opinaran los presbíteros.

 

La opinión pública no obstante estas reacciones más extremistas, apoyó la encuesta. En el mismo seno de la comisión permanente del episcopado Tarancón denuncia el obstruccionismo de un grupo de obispos recalcitrante que mostraba un trasfondo político en sus argumentos aparentemente eclesiales. Había que revisar la unión Iglesia-Estado que procedía de la guerra civil, y esto él lo tenía claro. Otros obispos no.

 

Casimiro Morcillo preparó la Asamblea conjunta pero las acusaciones que se formulaban le hacían temer conflictos con el régimen político.

 

Finalmente el 85% de los curas españoles respondieron a la encuesta. En algunas asambleas se hicieron afirmaciones atrevidas que la prensa del régimen aprovechó para llamar herética a la iniciativa. El gobierno, la Hermandad Sacerdotal y los medios de comunicación en manos del Opus Dei, Tarancón cita en otros lugares a la Agencia Europa Press, hacían lo posible por reventar la asamblea. No sabe si dicha Hermandad sacerdotal tenía conexiones con el Opus Dei, externamente no parecía pero la ideología era similar.

 

El cardenal Tarancón nombra a un periodista todavía en ejercicio, Antonio Aradillas, como uno de los encargados de hacer el reportaje para el periódico Pueblo. Esta persona enviaba sus crónicas a San Sebastián y Emilio Romero las “pulía” antes de publicarlas. Aradillas se excusó ante el cardenal del affaire.

 

El 13 de septiembre de 1971 se inauguró dicha Asamblea conjunta. Tarancón habló en su discurso de la necesidad del diálogo y puso sobre la mesa los temas candentes: la iglesia española no había sido instrumento de reconciliación durante la guerra civil, el celibato de los curas, la jurisdicción castrense. Doce asambleístas entre los que se encontraba el obispo Guerra Campos entregaron en sobre cerrado a Tarancón una petición: que no se tratara el tema del celibato. El cardenal no le dio más importancia al asunto confiando en que se trataba de algo prescindible. Pero poco antes de entrar en la reunión de la mesa de presidencia se entera de lo que él pensaba que era un asunto confidencial interno a los curas se ha divulgado por Europa Press. “Once obispos protestan contra los procedimientos de la Asamblea Conjunta.”

 

Tarancón se indignó: “Ante todo porque no podía comprender que un escrito presentado unas horas antes a la Mesa de la Asamblea, en plan confidencial, para que se tratase en reunión ordinaria, estuviera ya en la calle. Y sobre todo, porque se veía claramente la mala intención de hacer fracasar la Asamblea, precisamente porque iba desarrollándose tan serena y seriamente que ponía nerviosos a los que se habían opuesto a ella.”

 

En las páginas 464-5 Tarancón, muy a su estilo, salva la cara de monseñor Guerra Campos, secretario de la conferencia episcopal al que tenía por persona inteligente y buena pero que en esta ocasión y otras posteriores se comportó con manifiesta deslealtad. Cree que obraba por convicción y fanatismo de que la nueva mayoría episcopal que se dibujaba sería nefasta. Se creían en la obligación de inutilizar a Tarancón. Ante los políticos ya estaba hecho. Pero también querían hacerlo ante la santa sede.

 

Paso sobre las diferentes discusiones que hubo en la asamblea, en particular la de la necesidad de pedir perdón por la implicación de la iglesia en la guerra civil. No se pudo formular así porque no se llegó hasta los dos tercios de la asamblea. Se aceptó como conclusión final la necesidad de un profundo cambio y conversión de la iglesia. Al final Tarancón hace una clasificación sobre los medios de comunicación que informaban correctamente sobre lo que ocurrió en dicha asamblea y los que no. Y dice textualmente:

 

“Era desconcertante, sin embargo, como ya he adelantado anteriormente, la información que daba Pueblo y tendenciosa la que daban Europa Press y Pyresa, como agencias y los periódicos Arriba y Nuevo Diario. Los asambleístas en su casi totalidad estaban francamente indignados por la conducta especialmente de Europa Press y de Pueblo. Y se hizo una moción, en la sesión plenaria del tercer día –moción que fue recibida con una ovación cerrada de parte de todos los asambleístas- pidiendo que se expulsara de la Asamblea a los representantes de Europa Press, el sacerdote Ardions de Pueblo, el sacerdote Aradillas, y de Nuevo Diario –un sacerdote del Opus, de Valladolid.”

 

Más adelante tras hacer cábalas sobre esa falta de objetividad de algunos medios dice el cardenal:

 

“El caso de Europa Press es distinto. Es la agencia controlada por el Opus Dei y siempre se habían distinguido por crear problemas a la Conferencia Episcopal y a los obispos que no éramos de su agrado. Era lógico que ella pretendiera hacer fracasar a la Asamblea o, al menos, desacreditarla lo más posible.” Palabra de Cardenal Primado.

 

¿Cómo era aquello de “tirar del carro en la misma dirección del obispo diocesano”? está citado en el catecismo de la Prelatura de la santa Cruz y Opus Dei edición 2003, en la anterior edición de 1995 era el punto 251.

259. -¿Cómo colaboran los fieles del Opus Dei con el Ordinario diocesano?

Todos los fieles del Opus Dei colaboran de manera muy activa con los Ordinarios diocesanos; al cumplir la misión específica de la Prelatura: así tiramos del carro en la misma dirección, y la mayor parte del fruto del apostolado queda en la diócesis.

(Continuará)

Ana Azanza

 

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