El Vicario General del Opus Dei y el 50 aniversario del Vaticano II.- Giovanna R
Fecha Friday, 11 May 2012
Tema 900. Sin clasificar


Como sabéis, comenté (El sorprendente interés del Vicario General del Opus Dei por la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia) el artículo que, bajo el título Sobre la adhesión al Concilio Vaticano II, monseñor Ocáriz publicó en L’Osservatore Romano el 2 de diciembre de 2011 con motivo del 50º aniversario de la convocatoria del Concilio Vaticano II (25 de diciembre de 1961, siendo Papa Juan XXIII). Agustina ha vuelto a referirse a ese artículo. Además de ese artículo, Agustina ha añadido otros textos que comentan las opiniones de monseñor Ocáriz. Uno de esos textos me ha interesado: el de Sandro Magister (Para los lefebvrianos es la última llamada al redil), que a su vez recoge un artículo del teólogo John R. T. Lamont titulado Las preguntas de un teólogo.

 

Magister y Lamont se plantean una misma pregunta: ¿por qué hay fractura entre Roma y los lefebvrianos por su rechazo a algunas doctrinas del Concilio Vaticano II, mientras, al mismo tiempo, otras corrientes católicas de signo opuesto continúan viviendo tranquilas en la Iglesia, no obstante también ellas rechacen enseñanzas capitales del mismo Concilio?”.

 

Magister y Lamont saben de sobra que el arzobispo Marcel Lefèbvre llevó a cabo un acto cismático, cuando ordenó ilícitamente cuatro obispos en julio de 1988, y que otros disidentes de la Santa Sede no han incurrido en la pena canónica de excomunión a causa de cisma, como sí Lefèbvre. Sin embargo, la pregunta que ellos se plantean tiene razón de ser.

 

No pretendo ahora entrar en el debate teológico que Magister y, sobre todo, Lamont desarrollan. Pero deseo llamar la atención de que esa misma pregunta ya la planteé en mi escrito y, sin entrar tan al fondo del problema como hace Lamont, intenté aportar una respuesta. En realidad, formulé esa pregunta desde otro punto de vista: ¿por qué la Santa Sede tiene tanto interés en que esas ovejas descarriadas [los seguidores de Lefèbvre] regresen al redil y, en cambio, no se preocupa con tanta intensidad por que otros disidentes, como Dreweman, Küng y un largo etcétera, se arrepientan y se reconcilien con el Papa? ¿Qué tienen de especial los lefèbvrianos que no tengan otros rebeldes?”. En la respuesta que di a esa pregunta, se puede comprobar que mis puntos de vista no son coincidentes con los de Lamont, pero lo que deseo ahora recalcar es que él y yo metemos el dedo en la misma llaga.

 

Giovanna Reale









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