Tengo varios hermanos. Dos de ellos son del Opus desde hace muchos años. Sólo los que no han pertenecido nunca o  los que no pertenecemos ya a la cosa, aunque hayamos pertenecido anteriormente, navegamos por internet desde hace tiempo. De los dos mencionados, que no pertenecen al opus, uno de ellos ha repetido hasta la saciedad en las reuniones de familia (de sangre), que él (ella en este caso) no se conecta a internet, porque “no le interesa”, “no es algo sobre lo que sienta curiosidad”, “no le aporta nada”, “no lo necesita”, etc. Todo menos decir que se lo tienen prohibido, o que es algo peligrosísimo...

Pues bien, en las pasadas navidades, ¡oh sorpresa! ¡había cambiado de opinión! “¡Yaaaa me conectooo a internet!”, nos espetó en un tono triunfante, “nunca pensé que sería algo tan interesante”… etc, etc. Cantaba las aleluyas de internet como para dar a entender que “se había normalizado” que era como cualquiera de nosotros. En fin nos dio su dirección de correo electrónico y ahí acabó todo aunque no dejó de causarnos sorpresa un cambio tan radical.

Feliz por la “normalización”, tuve un arranque de fraternidad (de sangre), y le escribí un largo mail, amable, cariñoso incluso, en el que le adjuntaba un par de fotos, de lugares entrañables para la familia…de sangre (perdón por la reiteración, que evidentemente es intencionada).

Pasaba el tiempo y no recibía respuesta. Hasta que hace unos días, me llegó:

- “Preciosas. Una de ellas ya la conocía. Gracias.”

Mi amable mail no merecía más. Aceptado.

Pero le daba vueltas al tema hasta que en mi cabeza empezó a tomar forma  este argumento:

Mi hermana es, por naturaleza, exuberante, locuaz y efusiva. No me cuadraba a mi tanto laconismo en la respuesta si no había sido inducido por tercera persona.

Cualquiera que haya estado en el opus, más o menos tiempo está al corriente de lo que es la violación (voluntariamente autorizada, ¡Faltaría más!) de la correspondencia recibida en una carta, dentro del lado oscuro.

Entonces, ¿Por qué  no va a ser tratada del mismo modo la correspondencia recibida por los “fieles miembros” a través de un mail?

Ergo… los mail también los leen los directores… y como es habitual “sugieren” las respuestas más sensatas y adecuadas.

Por otra parte,  los directores lo tienen fácil para controlar los correos: Basta con que los fieles autorizados a tenerlos, comuniquen al director su dirección de correo y su contraseña. Asunto resuelto.

Si acaso alguno elude estas condiciones teniendo un correo (o dos, o más) secreto, incurre en un problema de conciencia. Con todo lo que eso lleva consigo. Algo que te corroe por dentro… Oh, oh, oh, horror… (un pecado mas para añadir a la lista, otra atadura con cuerda de acero, que te puede catapultar al infierno…

De todas maneras me gustaría saber algo más sobre el tema. Por eso pregunto ¿Alguien de los que escribimos en Opuslibros, o que nos lee, ha tenido oportunidad de comprobar si es cierto lo que hasta ahora es una suposición mía?

Para todos, paz en libertad.

ExApéndice