¿Fue Humanae Vitae un disparate?.- Daneel
Fecha Friday, 27 April 2012
Tema 010. Testimonios


Estimados todos,

 

Poco puedo decir respecto al testimonio de Ana Azanza en su trato con supernumerarias, ya que mi tiempo con supernumerarios dirigidos fue breve. No puedo corroborarlo con mi experiencia directa, aunque sí puedo decir que no me sorprende lo que cuenta, y que tampoco yo tenía el grado de madurez necesario para afrontar esa tarea con responsabilidad cuando me la encargaron.

 

Estoy completamente de acuerdo con Ana en que las cuestiones de ética aplicada requieren la intervención de expertos del campo respectivo: expertos y filósofos (en su caso, teólogos) se iluminan respectivamente para buscar entre todos la verdad y con el grado de certeza que sea alcanzable. Si no ha sido así en el pasado, al menos en tiempos recientes es ya la práctica habitual en la Iglesia. Claro que uno siempre puede escoger los expertos que más le convengan, como vemos que ocurre en todo tipo de organismos y comisiones, eclesiásticos y civiles. Muchos pares de ojos ven mejor que uno solo, siempre que queramos ver. La opinión de la mayoría no puede despreciarse a la ligera, pero otra cosa es tomarla como definición de lo que es verdadero. Y si no, que se lo pregunten al niño que gritó que el emperador estaba desnudo...



Discrepo con Ana, en cambio, en que la Iglesia sea responsable de la difusión del VIH en el tercer mundo. Es un poco ridículo, con perdón, pensar que quien no hace caso a la Iglesia cuando ésta predica la fidelidad conyugal o la abstinencia antes del matrimonio, sí va a hacer caso cuando se trata de no usar el preservativo. Por otra parte, el uso profiláctico del preservativo no está directamente prohibido por la doctrina oficial (aunque muchos no se hayan enterado, porque siguen pensado que el problema está en el látex, no en el uso que se le da). Sin duda hay muchos matrimonios cristianos que sufren innecesariamente a causa de esta ignorancia. Lo que sí dice la Iglesia es que repartir preservativos no es la solución, porque repartir preservativos promueve la promiscuidad, lo que agrava el problema de las enfermedades de transmisión sexual. Puede ser parte de la solución de un problema de salud pública, pero no es LA solución.

 

La cuestión de la infalibilidad es espinosa por varios motivos. Hay quienes defienden la infalibilidad de Humanae Vitae, cuestión en la que no voy a entrar. En todo caso, me parece un argumento débil, fideísta, y que sólo sirve para los que están muy convencidos de la infalibilidad en general y en particular en este documento concreto. La ética es una disciplina racional que debe desarrollarse con argumentos racionales. Cuando la Iglesia presenta su propuesta moral al mundo, un mundo que no puede asumirse que acepta los presupuestos de la fe cristiana, debe argumentar desde la razón, como dice el propio Benedicto XVI (“she seeks to convince by proposing rational arguments in the public square”). Tampoco hay que pensar que la racionalidad de la ética es la misma que la de las matemáticas, ni que, en el caso de la moral cristiana, pueda obtenerse mediante argumentos puramente deductivos a partir de lo que dice la Biblia (eso sería fundamentalismo bíblico, que no es católico).

 

(Antes de seguir me gustaría precisar que pienso que reducir el cristianismo a un conjunto de exigencias morales que es necesario satisfacer para salvarse es tal vez una de las mayores perversiones del Evangelio, y parece ser que ha sido una tentación continua para los cristianos en todas las épocas, desde los antiguos pelagianos a los más modernos puritanos calvinistas, con muchísima influencia en los católicos. Cuando esa concepción del cristianismo cala en las conciencias, es muy fácil amenazar con las penas de la condenación para ejercer un poder abusivo. Jesús es ante todo Salvador, liberador de esclavitudes que deshumanizan, y sólo secundariamente maestro de moral. Pienso que no soy un moralista atiborrado de moralina. Pero ocurre que estamos hablando de moral, y me ciño al debate.)

 

Hablando de giros copernicanos, amigo Manzano, tal vez quieras darte una vuelta por mi escrito del pasado 18 de abril con el fin de reinterpretarlo, o simplemente releerlo. Tan sólo me copio dos frases, y pido perdón por las autocitas: “es discutible si la Iglesia debería hacer caso a los disidentes y cambiar esta doctrina”, y más adelante hablo de la necesidad de encontrar “textos que sean razonablemente críticos (y por tanto iluminadores)”. Vamos, que está clarísimo que quería cortar todo intento de debate. Por cierto, no es mi primer escrito en esta web, ya que el 26 de marzo publiqué una crítica al libro de Joan Estruch, y esa crítica, en plan más abstracto, tiene mucho que ver con lo que estoy escribiendo ahora en esta serie sexo-temática, como te gustará denominarla.

 

Los moderadores sabrán si es un tema pertinente en esta web, en todo caso yo no lo he iniciado. Lo que sí me parece pertinente distinguir es la doctrina católica en general de la que se aprende en particular en el opus. Y ello por varias razones, la primera y más simple porque es sano distinguir lo distinto. A los no católicos que leen y escriben aquí puede parecerles que es todo lo mismo, y que el opus es una aberración inhumana porque la misma religión católica lo es. Pero para los católicos, y muy especialmente para esas autoridades eclesiásticas que supuestamente nos leen, es muy importante hacer ver que lo malo que tiene el opus es porque no es católico (sobre esto ha escrito mucho Coplasuelta). Lo que no es honesto (ni tampoco eficaz, vaya, si lo que se persigue es influir es las autoridades eclesiásticas) es insinuar que quien trata de hacer esta distinción respetando la doctrina católica es un infiltrado del opus. Por tanto, es sano distinguir entre la idea deformada de afectividad y sexualidad que se vive y aprende en el opus (y para ser justos, no sólo en el opus), y la idea genuinamente cristiana. Insisto una vez más para que no se me malinterprete: muchos católicos pensarán, y es muy respetable su opinión, que esa idea genuina tampoco es la que expresa el magisterio de la Iglesia. En ese caso también me parece saludable distinguir entre la doctrina oficial y lo que uno piensa que es genuino, y por qué lo piensa así en contraste con la doctrina oficial.

 

Querido Perladeladriático, en referencia a tus preguntas concretas:

 

1. Sobre el silencio y el diálogo, completamente de acuerdo.

 

2. Anticoncepción es a paternidad responsable como infidelidad a amor conyugal, el límite negativo por abajo (o más bien, uno de los límites). No veo problema en hablar de los límites, especialmente cuando no se pretende decir que basta con estar dentro de los límites. Jesús también habló de los mandamientos de Moisés que en su mayoría están formulados negativamente. Está claro que no habló sólo ni principalmente de eso. Si yo no he hablado mucho hasta ahora del amor conyugal (y de una de sus manifestaciones, que es la paternidad responsable), es por las limitaciones espacio-temporales del discurso, espero que me lo disculpes.

 

3. Indignación desatada: puede que sea una percepción mía equivocada. Fines perversos: los del opus.

 

4. Respecto a la mala aplicación de la paternidad responsable en el opus, de acuerdo contigo. Tan sólo precisar que personalmente no he visto ni en teoría ni en la práctica la desaprobación de las relaciones sexuales infértiles por edad o enfermedad. Pero no voy a negar el testimonio de los que afirman haberlo visto. No tengo hijos discapacitados, y no puedo imaginar cómo sería mi vida si tuviera uno, pero si ocurre algún día espero que Dios me conceda un corazón como el tuyo para acogerlo.

 

5. Completamente de acuerdo contigo del juicio que haces sobre lo que se podía ver y no ver en la televisión.

 

Dejo a tu criterio valorar si estamos o no muy de acuerdo globalmente. Yo también tenía muchas costras intelectuales y afectivas. No sé si me las he quitado todas, o si ahora tengo otras. Espero que este debate también me ayude a verlas y quitarlas.

 

*******

 

Entonces, ¿fue Humanae Vitae un disparate? Me vais a permitir que no responda extensamente a esta cuestión, que es la que inicialmente pretendía tratar, pero ya he escrito demasiado por hoy. Así que me limitaré a esbozar unas pocas ideas. Admito que la prohibición absoluta de la anticoncepción (como límite negativo, recalco, insuficiente por sí mismo para garantizar nada positivo) no es fácil de digerir. No obstante, tengo por cierto que a escala global el sexo-sin-hijos ha promovido el sexo-sin-amor, al menos en Occidente. Por eso, partiendo de que el núcleo del mensaje cristiano sobre el sexo es que debe ser manifestación del amor, veo mayor sintonía del Evangelio con la encíclica que con la negación de la encíclica. Por otro lado, desde el punto de vista educativo pienso que no es sano desvincular los comportamientos de sus consecuencias. Desvincular el sexo de la procreación lleva a deshumanizar el sexo, a des-amorizarlo. No conozco otra visión global de la sexualidad que pretenda en serio limitar la anticoncepción a unas pocas situaciones excepcionales. Los defensores de la anticoncepción suelen más bien decir que el sexo no tiene por qué estar vinculado a la procreación, incluso que sexo y amor tampoco necesitan estar vinculados.

 

Cordialmente,

Daneel







Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=19647