Más sobre la anticoncepción.- Daneel
Fecha Monday, 23 April 2012
Tema 900. Sin clasificar


Estimados todos,

 

Si las réplicas a mi escrito del pasado miércoles y al de Melqui (con el que por cierto no me identifico por completo) no prueban que éste es un asunto de lo más enmarañado, no sé qué otra cosa puede probarlo. Son demasiadas cosas y no voy a pretender responder a todo. Me siento quizás particularmente dolido con la réplica de Perladeladriático, pues pienso que ha malinterpretado mis palabras, especialmente sobre el silencio. Manzano cree que por el simple hecho de exponer lo que dice la Iglesia Católica (o más bien lo que yo creo que dice la Iglesia Católica, pues puedo estar equivocado o no entender bien todo lo que dice) debo tener directores y dirigidos; preguntaré a mi mujer qué piensa de esto, es lo más parecido que tengo a un director; no puedo preguntar en cambio a mis hijos, lo más parecido que tengo a dirigidos, porque son demasiado pequeños para entender la pregunta. ¡Cuánta indignación desatada sólo por exponer, con mayor o menor acierto, la doctrina católica tal como yo la entiendo, sin tratar de imponerla a nadie, incluso admitiendo que tal vez debería cambiar! Si es necesario atribuir esta doctrina a “los malos” debe ser porque no se sabe otra forma de rebatirla...



Un primer punto que me gustaría aclarar es que ciertamente Jesús no habló de la anticoncepción. Como tampoco habló de la propiedad intelectual, ni de la economía globalizada, ni de la guerra nuclear, ni de la manipulación psicológica, ni de la explotación laboral en cadenas de producción deshumanizadas, ni de la ingeniería genética, ni del ecologismo, ni de los medios de comunicación de masas, ni… Eso no quiere decir que la Iglesia se tenga que callar. Obviamente, no le será fácil dar respuesta a estas cuestiones, porque Jesús no habló explícitamente de ellas, pero es parte de su misión hacerlo, y es parte de su misión probar que su respuesta está en conexión con el Evangelio (más fácil será en el caso de la explotación laboral, de la que Jesús sí habló explícitamente, aunque no en las formas que desgraciadamente ocurren en nuestro mundo). En mi opinión, la Iglesia todavía no ha logrado argumentar perfectamente desde el Evangelio la inmoralidad de la anticoncepción en todas las circunstancias. Eso no quiere decir que su conclusión sea equivocada, quiere decir simplemente lo que he dicho: que sus argumentos son mejorables. Y lo digo también al revés para que tampoco me malentiendan los otros: no quiero decir que sus argumentos sean malos, sólo que (en mi opinión) son mejorables. Yo mismo tengo mis dificultades con esta cuestión, sin embargo percibo una “sintonía” con el resto de la doctrina cristiana que no me es fácil explicar, pero que me lleva a aceptarla mientras sigo intentando entenderla mejor.

 

El segundo punto que me parece importante aclarar, y que fue el motivante de mi anterior escrito, es que una doctrina no deja de ser católica por mucho que algunos grupos la instrumentalicen. Obviamente, esta instrumentalización empaña la doctrina y hace más difícil de digerir, pero no la convierte automáticamente en una doctrina falsa. La obediencia es una virtud cristiana. La obediencia ha sido, es, y seguramente seguirá siendo utilizada y desvirtuada como medio de manipulación psicológica para que algunos poderosos abusen de su poder. Aun así, la obediencia auténtica sigue siendo una virtud cristiana.

 

Mabel, que no me responde directamente a mí, sino sólo a Melqui, dice cosas con las que estoy plenamente de acuerdo, especialmente con que muchos argumentos esgrimidos son fideístas y con que la incoherencia doctrinal en otras cuestiones hace perder credibilidad.

 

Acerca del comentario de Manzano, tan sólo deseo precisar que en la frase que cita de mi último párrafo (“el quid de la cuestión es si el uso del látex provoca una modificación tan radical de la relación sexual como para deshumanizarla”) me faltó añadir una palabra importante: “el uso anticonceptivo del látex”. Como puede comprobar quien tenga interés por entender lo que digo, unos párrafos más arriba no olvidé incluir esta misma palabra en la expresión. Sobre el uso no anticonceptivo del látex dentro del matrimonio la doctrina católica, que yo sepa, no dice nada oficialmente. En realidad, esto es simplemente porque la Iglesia no ha hablado de látex sino de la anticoncepción. Y por favor, ten en cuenta que mi frase es una pregunta abierta (si…), no una afirmación categórica, y que en la frase inmediatamente siguiente también me planteo que “sea discutible si [la Iglesia] tiene o no tiene razón”. Desde luego no pretendo erradicar ningún intento de debate. Escucharé con atención los argumentos que me parezcan sólidos, aunque me lleven a pensar de modo diferente a como pienso, y despreciaré los argumentos facilones y demagógicos. Si el fideísmo y la incoherencia restan credibilidad a los defensores de la doctrina católica, la demagogia y falta de seriedad del “ponerse al día” y de “no importan los medios que se pongan si el fin es bueno” tampoco favorecen a los contrarios.

 

La historia que cuenta Ana Azanza de la génesis de la Humanae Vitae es más o menos como yo la conocía (vendría bien que citase sus fuentes, porque las mías son sitios de Internet no especialmente fiables), aunque algunos detalles me resulten inverosímiles. Pretender que “sin tres pasos esenciales: erección, eyaculación y concepción la relación sexual es inmoral” no es doctrina católica, y me parece poco creíble que aquellos cardenales que trataban de influir en Pablo VI lo dijeran literalmente así. Sencillamente porque la inmensa mayoría de las relaciones sexuales no terminan en concepción, y nunca ha sido doctrina católica que las relaciones sexuales que no terminan en concepción sean pecaminosas. La Iglesia (al menos que yo sepa) nunca ha puesto objeción a las relaciones sexuales en matrimonios estériles (por enfermedad o por edad), ni a las relaciones sexuales en matrimonios fértiles que de modo natural no terminan en concepción. Probablemente lo que dijeron fue “erección, eyaculación y apertura a la concepción”. En todo caso, esto no pasa de ser un detalle anecdótico que no quita fuerza al relato. La historia del papel que Ottaviani tuvo en la génesis de la Humanae Vitae es muy poco edificante, y es lógico tenerla en cuenta como un factor más a la hora de valorar el crédito que uno da a esa doctrina. Ahora bien, ¿por qué Pablo VI era admirable cuando reconocía su perplejidad y pequeñez ante un periodista, y no era admirable cuando firmó un documento para toda la Iglesia contra la opinión mayoritaria de gente en principio experta y bienintencionada, los que él mismo había escogido para que le asesoraran? Quien quiera puede quedarse tranquilo pensando que finalmente ocurrió lo que ocurrió porque Pablo VI cedió a la presión del “conservadurismo”. Yo, aunque la tenga en cuenta, no me quedo tranquilo con esta explicación.

 

Perladeladriático, no mencioné el término “paternidad responsable”, ni hablé del amor conyugal, ni de la necesidad del diálogo (que por cierto es imprescindible para poner en práctica la abstinencia periódica), ni dije que las decisiones sobre los hijos competen sólo a los padres. Hay muchas cosas que no dije y que son verdad. Tampoco mencioné la “inseparabilidad de los significados unitivo y procreativo de la sexualidad conyugal”, y también es verdad que es el principio que la Iglesia esgrime como fundamento de su doctrina sobre la anticoncepción. No hablé de todo eso porque sólo quería hablar de una cosa: que una determinada doctrina de la Iglesia no deja de serlo sólo porque algunos grupos la utilicen para sus propios fines perversos. Tampoco pensé que fuera necesario mencionar mi (nuestra) experiencia práctica y dificultades con la abstinencia periódica, habida cuenta de un embarazo terminado en aborto y dos embarazos de riesgo terminados en cesárea, junto con múltiples dificultades profesionales y familiares de todo tipo, que seguramente son nada comparadas con las que sufren otros. Lamento que mi referencia al silencio te haya molestado, pero no me refería en absoluto al silencio de la obediencia obtusa, sino más bien al silencio contemplativo del que hablaba Aquilina el pasado 4 de abril, y que tú expresas muy bien como estar con el corazón abierto delante del sagrario. Si eso basta, el estudio sobra. Pero si se escuchan tantas opiniones dispares, como de hecho se escuchan, parece lógico dedicar algo de esfuerzo a estudiar con calma la cuestión para formarse la conciencia, a buscar consejo y opinión experta, cada uno según sus circunstancias, claro está. Entonces, no sé realmente si hay algún desacuerdo entre nosotros, pero me parece que no.

Cordialmente,

 

Daneel







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