La doctrina sobre la anticoncepción es de la Iglesia Católica.- Daneel
Fecha Wednesday, 18 April 2012
Tema 010. Testimonios


Estimado Manzano,

 

La doctrina sobre la anticoncepción es de la Iglesia Católica, no de ningún grupo particular dentro de ella. Que algunos grupos se aferren fanáticamente a esta doctrina, a menudo sin comprenderla en el fondo, o tal vez simplemente porque es un tentador instrumento de poder sobre las conciencias, no cambia la cosa. Por supuesto, es discutible si la Iglesia debería hacer caso a los disidentes y cambiar esta doctrina, incluso si la Iglesia debería pretender una unidad doctrinal y moral universal, aunque no creo que esto sean temas específicos para esta web...



Pienso que para entender la doctrina católica sobre la anticoncepción hace falta ante todo mucha oración y mucho silencio, silencio del tipo sobre el que se ha escrito recientemente aquí. Y también hace falta un poco de estudio, o tal vez también mucho estudio, porque es un tema tremendamente enmarañado, en el que sobran apologética barata y críticas ridiculizantes, sobran moralismo puritano y, por reacción, rechazo de cualquier cosa que suene a limitación de la libertad. Entre tanta marea de información y, sobre todo, desinformación de una y otra parte, no es fácil encontrar textos que de modo sosegado y asequible sean capaces de explicar el sentido profundo de la sexualidad en la vida cristiana. Tampoco es fácil encontrar textos que sean razonablemente críticos (y por tanto iluminadores) con una argumentación que vaya más allá del superficial “ponerse al día”. Al fin y al cabo, misión de los cristianos es “no acomodarse al mundo”, sino transformarlo para acercarlo a Dios, transformándose primero ellos mismos. “No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Romanos 12, 2). Claro que esto significa poco para un no cristiano, pero a un cristiano le debería hacer pensar.

 

El mercurio y el látex son ambos, como bien dices, materiales nobles. El problema no está en el material, ni siquiera en el artilugio que se construya con el material, porque construir artilugios es algo intrínsecamente humano. Los artilugios pueden usarse para mejorar la vida humana o también, como todo el mundo sabe, para machacar al prójimo. El problema no está en el material sino en el comportamiento. El problema no está ni siquiera en la limitación responsable de los nacimientos, sino en qué comportamientos se ponen en juego para lograr esta limitación. La diferencia entre el uso del mercurio para conocerse mejor y el uso anticonceptivo del látex no es tecnológica, sino ética, en tanto que, como pretende la doctrina católica, el primero respeta (o al menos permite respetar) el sentido cristiano de la sexualidad, y el segundo lo altera y desintegra.

 

Es obvio que muchos cristianos no entienden (y tal vez debería incluirme) la doctrina católica sobre la anticoncepción, incluso muchos que tratan de acomodar sus vidas a esta doctrina, a veces con grandes dificultades personales. Tampoco es fácil entender la enseñanza de Jesús sobre el perdón a los enemigos, y no por eso deberíamos desembarazarnos de ella. En mi opinión, la causa no hay que buscarla tanto en las malas entendederas sino en las malas explicaderas de los que la enseñan, obispos incluidos. Por ejemplo, malas explicaderas para mostrar la conexión entre la vida sexual y la vida de la caridad, que debe ser el fundamento de todas las virtudes.

 

El uso del mercurio (no el mercurio mismo), tal como explican mejor o peor sus defensores, posibilita elegir responsablemente el momento de tener relaciones sexuales, que en sí mismas permanecen inalteradas. El uso del látex (no el látex en sí mismo), tal como enseñan también sus defensores, posibilita tener relaciones sexuales cuando uno quiera sin hacerse cargo de sus consecuencias. El quid de la cuestión es si el uso del látex provoca una modificación tan radical de la relación sexual como para deshumanizarla. Esto es lo que propone la Iglesia Católica (y no sólo ella), y aunque sea discutible si tiene o no tiene razón, no me parece que lo haga por motivos frívolos, fundamentalistas, o de afán de poder sobre las conciencias. La Iglesia tiene que guardar un delicado equilibrio para distinguir lo que es fiel al mensaje evangélico y lo que son adherencias históricas prescindibles. Creo que es una tarea bien difícil que merece todo mi respeto.

 

Cordialmente,

 

Daneel







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