Algunas opiniones de San Josemaría sobre el Concilio Vaticano II.- Aloevera
Fecha Monday, 16 April 2012
Tema 115. Aspectos históricos


Algunas opiniones de San Josemaría sobre el Concilio Vaticano II

Pedro Rizo, 16/04/2012

Publicado en el Blog “Plano picado y contrapicado”, de Religión Digital

 

 

Las abajo reproducidas proceden de cartas, tertulias y exhortos del Padre Escrivá a sus hijos del Opus Dei. He recogido preferentemente las que aportan dato de registro. La mayoría evidencia que San Josemaría no fue un entusiasta defensor del Concilio como, después de su muerte, el Opus Dei lo ha proclamado a toda voz en su cómplice liberalismo.

Así mismo enseña que la crítica es un deber del católico, como Santo Tomás defiende, lo cual, por supuesto, no excluye la caridad ni el amor a la sana doctrina. Es notable, en este caso, el contraste de esas protestas de infantil o ingenua catolicidad en quienes proponen comparaciones con la FSSPX, del Arzobispo Marcel Lefebvre, que ha sabido mantenerse fiel a la tradición, y por cuya firmeza algunos socios de la Obra de S. Josemaría han llegado al absurdo de acusar a aquella de protestantismo...



Una observación necesaria: El origen de los párrafos no está suficientemente expresado a causa de “las medidas cautelares de la magistrada Dña. Olga Martín Alonso, del Juzgado nº 10 de lo Mercantil, de Madrid”, que las dificultan. Pero sí me ha sido confirmada la veracidad de cada uno de los párrafos que incluyo en este post. Casi todos proceden de cartas del santo fundador a los socios de su Obra, llamadas por ellos “Campanadas”. En particular las de marzo de 1973 y febrero de 1974.

Veamos ahora una corta selección:

«Debéis siempre estar alerta: vigilate et orate, siempre serenos, con la alegría, la paz y la valentía del que está en la rectitud. No podemos callar, porque esta Madre nuestra, la Iglesia Santa de Dios, es y será – aunque pasen los años – menor de edad; y necesita que sus hijos la defiendan veritatem facientes in caritate: viviendo la verdad en la caridad, yo he escrito al Santo Padre tres veces, y una cuarta hoy, porque es necesario quitarse el cieno de encima.» (Carta de San Josemaría en EF-651002-1 con respecto a los errores doctrinales tras el Concilio Vaticano II)

«Hijas mías, vengo a deciros que la Iglesia va muy mal, va al desastre. Lo que os digo es que pidáis por la Iglesia, porque está muy mal. Este Concilio es el concilio del diablo. (Tertulia)

«Es tiempo de deslealtad, de traición, de herejía. Y las herejías salen de las bocas que deberían decir la verdad; gentes que habían de dar testimonio de la fe y dan testimonio de la duda; personas que deberían ser fortaleza para los demás y son debilidad; almas que, según el Evangelio, tendrían que ser sal de la tierra, y son corrupción del mundo.» (Carta 1969)

«Se están causando voluntariamente heridas en su Cuerpo [místico, la Iglesia], que va a ser muy difícil restañar. Nos dirigimos a la Trinidad Beatísima, Dios Uno y Trino, para que se digne acortar cuanto antes esta época de prueba. Lo suplicamos por la mediación del Corazón Dulcísimo de María; por la intercesión de San José, nuestro Padre y Señor, Patrono de la Iglesia universal, a quien tanto amamos y veneramos; por la intercesión de todos los Ángeles y Santos, cuyo culto algunos intentan extirpar de la Iglesia Santa.» (Campanadas)

«[…] La Santa Misa es el centro y la raíz de nuestra vida interior, es el momento supremo para adorar, para romper en acción de gracias, para invocar, para desagraviar. Algunos se afanan todo lo posible por arrancar, del dogma, la certeza de esa renovación incruenta del Sacrificio divino del Calvario. ¡Razón de más para que nosotros cuidemos con especial tesón vivir la Misa bien identificados con Cristo Señor Nuestro, que es el Sacerdote principal y la Víctima!» (Campanadas)

«[Hay] almas que abandonan las prácticas religiosas porque ahora se difunde impunemente propaganda de toda clase de falsedades, y resulta en cambio muy difícil defender la ortodoxia sin ser tachados — dentro de la misma Iglesia, esto es lo más triste — de extremistas o exagerados. Se desprecia, hijos míos, a los que quieren permanecer constantes en la fe, y se alaba a los apóstatas y a los herejes, escandalizando a las almas sencillas que se sienten confundidas y turbadas.» (Campanadas)

No olvidéis el particular empeño que pone en estos tiempos el demonio, para lograr que los fieles se separen de la fe y de las buenas costumbres cristianas, procurando que pierdan hasta el sentido del pecado con un falso ecumenismo como excusa. Deseamos, tanto como el que más lo desee, la unión de los cristianos: y aun la de todos los que, de alguna manera, buscan a Dios. Pero la realidad demuestra que en esos conciliábulos, unos afirman que sí y —sobre el mismo tema— otros lo contrario. Cuando —a pesar de esto— aseguran que van de acuerdo, lo único cierto es que todos se equivocan. Y de esa comedia, con la que mutuamente se engañan, lo menos malo que suele producirse es la indiferencia: un triste estado de ánimo, en el que no se nota inclinación por la verdad, ni repugnancia por la mentira. (Carta del 14 de febrero de 1974)

«En la fidelidad a la tradición católica de nuestro pueblo se encontrará siempre, junto con la bendición divina para las personas constituidas en autoridad, la mejor garantía de acierto en los actos de gobierno, y en la seguridad de una justa y duradera paz en el seno de la comunidad nacional.» (Carta al Generalísimo Franco, 23-V-1958)

«Nos sentimos obligados a resistir a estos nuevo modernistas – progresistas se llaman ellos mismos, cuando de hecho son retrógrados que tratan de resucitar las herejías de los tiempos pasados -, que ponen todo en discusión desde el punto de vista exegético, histórico, dogmático, defendiendo opiniones erróneas que tocan las verdades fundamentales de la fe, sin que nadie con autoridad pública [el Papa] pare y condene reciamente sus propagandas.» (Carta, 28-III-1973)

«De ahí que la que verdaderamente es y se llama (Iglesia) Católica, debe juntamente brillar por las prerrogativas de la unidad, de la santidad y de la sucesión apostólica. Es, insisto, la enseñanza tradicional de la Iglesia, aunque en estos últimos años algunos lo olviden, llevados por un falso ecumenismo tras el Concilio Vaticano II.» De Lealtad a la Iglesia, homilía 4-VI-1972

«Yo obedezco rendidamente en todo lo que han dispuesto para la celebración de la nueva Misa, pero echo de menos tantas rúbricas de piedad y de amor que se han quitado: por ejemplo, el beso a la patena, en el que se ponía tanto amor – para que Él se lo encontrara. Pero hemos de saber obedecer viendo la mano de Dios, y tratando al Señor con delicadeza... ¡No le robemos nada de tiempo con este asunto... Pero guardad los misales y los ornamentos, porque volverá la misa de toda la vida, la de San Pío V! (Carta a los sacerdotes, 1968.

«Si se le quita la Transustanciación a la Misa... Esta palabra es de una importancia capital, porque al suprimirla se omite la presencia real y deja, por tanto, de haber víctima. ¡No dejes de emplear esa palabra! ¡Transubstanciación! Los niños no la entenderán y tú tampoco, pero no importa: ¡Empléala! ¡Empléala! No sólo molesta a los nuevos herejes... Al que molesta mucho más es al demonio.» (Tertulia 16-VI-1971)

«Hay, por desgracia, toda una fauna inquieta que está creciendo en esta nueva época a la sombra de la falta de autoridad y de la falta de convicciones, y al amparo de algunos gobernantes [obviamente de la Iglesia], que no se han atrevido a frenar públicamente a quienes causaban tantos destrozos en la viña del Señor.» (Carta 14-II-1974)

«(...) no os dejéis desanimar por doctrinas diversas y extrañas; lo que importa sobre todo es fortalecer el corazón con la gracia de Jesucristo. (Hebr. 13, 9) – Somos los elegidos para iniciar la conversión de la Iglesia, hoy en manos del demonio, que la pudre por dentro -. (Crónica)

*

No hay duda de que el Opus, en los años posteriores, no guardó en sus mandos intermedios una actitud igual de fidelidad a los principios que parecen defender las palabras de su fundador aquí reproducidas.

(Continuará)







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