SEXO: LÁTEX O MERCURIO.- Manzano
Fecha Monday, 16 April 2012
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


AVISO: no recomendable para fieles y miembros de la Prelatura

 

Reconozco que el título es provocador y sería algo hipócrita no aceptar que lleva la intención de despertar interés, quizás morbosidad. Puede que algo presuntuoso, pero me apetece hablar claro de un tema que es obsesión incluso patológica para la única prelatura personal de la Iglesia Católica, o sea, el Opus Dei.

 

Este es un tema absolutamente importante y vital para ellos, un punto cardinal de su itinerario ideológico y plan de formación, siendo el sexto mandamiento de la ley de Dios pero en la pole position de sus planes de adoctrinamiento. Aún así no acierto a encontrar demasiados escritos sexo-temáticos en esta web. El Opus no se entiende ni se explica claro nunca, pero en temas de sexo aún menos, a menos que sea para decir que siempre es materia grave y cambie de rumbo argumental velozmente...



Si en cambio he leído aquí en opuslibros excelentes razonamientos y fundamentos sicológicos de colaboradores que demuestran y explican muy bien el poder que otorga a las sectas el control de la sexualidad de las personas. Razón por la cual la Obra tiene tanto empeño en atar bien corto a los que se someten a su adoctrinamiento, mucho más allá de lo que la propia doctrina social de la Iglesia dice.

 

La prelatura suele zanjar cualquier asomo de conversación sobre estos temas con sentencias condenatorias inapelables, con palabras vacías con eco paranoico, con más incógnitas que soluciones y aburridos consejos al estilo de reza, mortifícate, cállate, olvídalo, ofrécelo, confiésate, etc. Nada que sea finalmente convincente, más cerca de la represión que de la ayuda y que finalmente retroalimenta la obsesión y el misterio para que al desconcertado personal se le sume la saludable llamada de la naturaleza humana y le lleve a la búsqueda del consuelo directriz del controlador. Y vuelta a empezar.

 

Colocan el sexo, en la práctica, a un nivel equivalente a la mismísima "sagrada" vocación inventada por la institución; una vez vista es intocable en el sentido que no es mínimamente discutible ni por supuesto tratable en condiciones racionales.

 

Hablar de pureza es hablar de virtud, hablar de sexo es hablar de vicio y además seguro que es algo sucio, pecado asegurado. Para el Opus Dei, la reproducción de la especie se transforma en algo inevitablemente circunstancial, huele a mal necesario –que hay que ordenar y controlar- imprescindible para multiplicar la dimensión numérica al servicio de la propia institución y reservado sólo para una clase de tropa inferior que no llega a cumplir con los parámetros mínimos exigidos para alcanzar la excelencia humano-espiritual. Es duro escribir esto, pero es una constatación.

 

Látex o mercurio, that’s the question. La inspiración del título me vino de la afilada y refrescante pluma (léase teclado) de una colaboradora de esta web:

 

…que el impedirlo midiendo la temperatura sea estupendo e impedirlo poniendo un preservativo sea malo, produce cuanto menos cierta hilaridad... (Isabel Nath, opuslibros, 30/01/2005)

 

Es fragmento de una respuesta que da a un opusino que le replicaba que la moral sexual que sigue el opus es la misma que la de la Iglesia.

 

Doy por sentado que los lectores de esta web somos mayores de edad, maduros en criterio y con formación lo suficientemente libre para no doblegarnos a la tentación de seguir ciegamente los dictados de alguna secta, aunque ésta estuviera por casualidad aprobada por la Santa Madre Iglesia Católica.

 

La frase que a buen seguro os sonará a la mayoría: La Iglesia no ha cambiado su moral para adaptarla a la praxis de la Obra. Eso no sucederá jamás.(sic) me motivó finalmente a escribir, por el grave error que puede inducir y su falsedad implícita – como tantas otras propias de la prelatura- y poner en evidencia tantas contradicciones en la cuestionable “obra” humana de Dios.

 

…para adaptarla a la praxis de la Obra,… cuanta soberbia corporativa! Amén, que nadie falte al buen espíritu y se le ocurra pensar lo contrario.

 

Vamos al meollo: tanto el látex como el mercurio son dos materiales, muy nobles los dos, que se extraen de la madre naturaleza.

 

Cuando son transformados en artilugios y usados convenientemente para evitar la reproducción humana –entre muchos otros usos- el uno se convierte en impuro y pecaminoso (el pobre látex del condón) y el otro (el virtuoso mercurio del termómetro) sale victorioso y queda libre de toda sospecha y condena eterna.

 

Es paradigmático que precisamente hoy en día este material, el mercurio, que tanto ayudó a evitar –sin pecado- la propagación de la vida humana a tantos creyentes ya no esté permitido y en desuso en termometría médica por el riesgo que conlleva en caso de rotura e ingestión accidental, con resultado fatal precisamente para la vida humana. Un tipo de alcohol tintado lo sustituyó hasta que han ido apareciendo las sondas con sensor térmico digitales por contacto primero y de medición a distancia por infrarrojos más recientemente.

 

Digo esto porque durante tantos años el método Billings se ha basado (combinado para mayor seguridad con el método del amor a golpe de calendario, apodado Ogino-Knaus) en una medición de temperatura basal con termómetro de mercurio y puestos a respetar las tradiciones no seamos rácanos.

 

Sin embargo, sirve perfectamente de ejemplo para poner en jaque - como muy bien lo expresa Isabel Nath- la idiosincrasia normativa y anacrónica de la mal llamada moral sexual.

 

Y ahí va el primer reto: ¿quién puede asegurar que de no haber sido por los integristas grupos ultraconservadores religiosos (especialmente Opus Dei) la Iglesia Católica no se hubiera ya puesto al día en este tema? Ha sido capaz de avanzar y rectificar en otros tantos terrenos, pero éste le ha sido siempre muy esquivo per se y ya sólo le faltaba haber recibido infiltradas presiones per accidens para que se quedara enclavada y desfasada.

 

Y el resultado es incuestionable, a la vista está, pues ha sido un verdadero desastre. Y me quedo corto porque en el mejor de los casos la mayoría católica militante, incluso practicante convencida (digo la mayoría), entiende pero no comprende y acaba adaptando su sexualidad a la realidad práctica, dando por bueno el mensaje como ley de tradición caduca propia de un sistema “normativista” pendiente de actualización que deriva finalmente a una praxis habitual propia del sentido común, el cual otorga una paternidad y maternidad responsable por encima de unos tópicos que tarde o temprano tendrán que ser revisados y liberados por el Vaticano. Se comprende el desfase, vamos.

 

En términos algo agnósticos –hay que reconocerlo- se viene a denominar la procreación responsable.

 

El gran problema es que: los hay quienes sin apartarse de su catolicismo militante ya ni se plantean siquiera estar pecando y menos gravemente por no seguir lo estricto. Y por otro lado, los que asumen que será irremisible que nunca dejará de ser pecado y acaban alejándose de la fe.

 

Me viene a la cabeza el rector de mi parroquia, sacerdote bastante joven y listo (con carrera civil y doctorado) que a menudo “recrimina” a sus fieles que acuden a misa - aprovechando que entre su público tiene gran colonia opusiana, es barrio bueno – y en sus interesantes homilías alza la voz cuando dice: “… los mayores pecados del hombre y que más ofenden a Dios se cometen de cintura para arriba, os enteráis? ”.

 

Y no le falta razón, pues los pecados contra o a la falta de caridad son los que por necesidad no sólo ofenden más si no que destruyen de raíz el mensaje de Jesucristo. Y quién tenga oídos para oír y ojos para ver, que los use. Pero está claro que si tus sentidos han sido manipulados y oyes y ves de forma distorsionada, el sermón aparece inútil.

 

Hasta aquí el discurso teórico -reconozco que poco teológico- para decir que en posteriores aportaciones –si se me permite- desgranaré ejemplos prácticos de la cruda vida humana actual y real, con muchas más jugadas de jaque que harán enrojecer a los que leen haciendo caso omiso al aviso inicial, reír a más de los otros y confortar al resto que tenga el ánimo de leerlos. Y al que se ofenda que cambie de canal.

 

Gracias a opuslibros por esta oportunidad. Y acabo como debería haber empezado, o sea, diciendo que fui numerario por años, estoy felizmente casado y usuario de una sana sexualidad matrimonial sin complejos y con responsabilidad. En contacto de hace años con muchísimos fieles supernumerari@s entre muchos otros fieles católicos y conocedor de ámbitos profesionales diversos, desde médicos a religiosos, que me han aportado experiencias y un conocimiento tan pragmático como espero interesante para muchos como quizás también inquietante para demasiados.

 

Saludos,

 

Manzano







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