La idealización del catolicismo en la Cosa.- FletcherChristian
Fecha Monday, 09 April 2012
Tema 900. Sin clasificar


Estimado Josef:

 

Tu artículo del miércoles ha sistematizado perfectamente los temas que se pueden analizar desde la perspectiva ideológica. Gracias, porque eso ayuda a pensar. Sin embargo, quería apuntarte un par de cosas. En primer lugar, estoy de acuerdo contigo en que es un reduccionismo, pero, si no te importa, voy a seguir llamándolo modelo idealizado y te cuento por qué...



Cualquier ideología, e incluso algunas filosofías, son un reduccionismo desde una perspectiva ajena a ese entramado de ideas. El marxismo lo es, también el liberalismo, la ilustración, la socialdemocracia y hasta la democracia cristiana, el vitalismo y el empirismo. Normalmente son sublimaciones de ideas fuerza que “reducen” toda la realidad a uno o unos pocos presupuestos sobre los que interpretan todos los demás.

Sin embargo, desde dentro de esas ideologías o sistemas filosóficos, el modelo de sociedad o persona que proponen se ve más complejo, con más matices. Por eso te propongo no usar la descalificación de reduccionismo, porque en realidad es ver desde fuera una realidad que hay que ver desde dentro. Es, en mi opinión, una cuestión metodológica que nos puede ayudar a seguir reflexionando. (Dicho lo cual, insisto en que estoy de acuerdo contigo en que es un reduccionismo).

El segundo punto que nace de la reflexión de tu mensaje es lo siguiente.

 

Existe un modelo idealizado de laico que llamamos “humanista”, un hombre estudioso, muy de su mundo y de fe sólida y formada, que entronca en una tradición abandonada por la modernidad (según ellos). Pero también, para la Cosa, existe un modelo idealizado de sociedad, un modelo idealizado de economía y, más peligroso aún, un modelo idealizado de Iglesia.

 

A diferencia de los movimientos espirituales o las teologías contextuales (por ejemplo, la teología de la liberación) la Cosa no busca fundamentación en nuevas interpretaciones del Evangelio, de la vida de Jesús o del Antiguo Testamento, purificándose de influencias ajenas (pero adoptando, si es necesario, metodologías de estudio distintas a las tradicionales) y desarrollando una mística con aportaciones nuevas. Todo lo contrario, la Cosa idealiza una Iglesia que, o bien desapareció hace tiempo, o nunca existió. Por ejemplo, la continua apelación a los primeros cristianos, negando al mismo tiempo un estudio histórico-crítico de las Escrituras, es poco menos que ciencia ficción. La sociedad comunitaria de los primeros cristianos, por lo que sabemos a ciencia cierta a partir de los datos de la historia aportados por los teólogos e historiadores de la religión, no aceptaría ni de lejos los presupuestos que se viven en la Cosa. La Cosa busca la legitimación histórica de sus planteamientos, pero esa legitimación no existe, no es real. Existieron primeros cristianos que se santificaron haciendo su trabajo, sí; existieron grandes intelectuales que tenían fe, sí; existieron momentos históricos en los que Dios pesaba más en la sociedad que los partidos políticos, sí; existieron y existen personas que rezaban y rezan todos los días y eran y son moralmente rectas, sí. Existieron momentos en los que la Iglesia lideraba el pensamiento, sí. Pero eso no quiere decir que la existencia de esas generalizaciones justifique la existencia de la Cosa como compendio de todas ellas.

 

Dicen que la masonería busca su ideal en la sabiduría de Salomón, los constructores del templo, las maestrías medievales y el acervo cultural de occidente. Si eso no es más que una patraña, que lo es, ¿qué diferencia hay con decir que el modelo son los primeros cristianos, san José, los humanistas del Renacimiento y la Cristiandad social decimonónica?

 

Lo que veo con estas reflexiones que me estás ayudando a formar, querido Josef, es que la Cosa se cimenta en una serie de idealizaciones de modelos históricos sin ninguna base real. Es como un solapamiento de escalones conceptuales sobre los que se hace reposar la doctrina católica, aunque esta, lógicamente, choque con los modelos idealizados. De ahí, supongo, las contradicciones y las esquizofrenias a la hora de gobernar el tinglado.

 

El tema da para mucho...

 

Un abrazo,

Fletcher







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