El sacerdote misógino. (Cap.15 de 'El buen pastor').- Nacho
Fecha Tuesday, 15 June 2004
Tema 100. Aspectos sociológicos



EL SACERDOTE MISÓGINO

Cap.15 de 'El buen pastor'
Enviado por Nacho el 15-6-2004

Existe en España un sacerdote numerario del opus cuyo nombre omito, que, casi desde que fue ordenado presbítero, se ha negado a predicar o confesar a las mujeres de la obra o a otras mujeres. Lo malo de todo es que hasta los directores le han permitido esta actitud, con lo que, cuando los restantes fieles de la prelatura se enteran, hacen comentarios entre sí, por lo extraña que es esta situación. En algún momento y en conversaciones privadas con personas mayores dentro de la obra ha llegado a reconocer esa situación...

Médico de profesión, parece como si nunca hubiera tratado con mujeres o ellas sean algo malo. No conozco ni una sola vez en que haya dicho que ha ido a un centro a predicar a "nuestras hermanas", como se dice dentro de la obra. Eso sí se dedicaba a tratar toreros, mientras ignoraba a las mujeres de la obra. Atendió en sus últimos momentos del matador Antonio Bienvenida, que era de la obra. Claro que también existen sacerdotes que se encuentran en el otro extremo: siempre han predicado a mujeres y echan en falta confesar y tratar con hombres. En este último caso no cabe decir que exista misoginia.

Tal sacerdote sigue la actitud de algunos de la obra que solo saben hablar mal de las mujeres y nunca se dirigen a ellas o a sus subordinadas les hacen la vida imposible para que su "coto" de trabajo no cuente con tentaciones de la carne. Sé del caso de un numerario que, siguiendo esta práctica, al final consigue que todas se alejen, con lo que se presenta más cómoda la situación para hacer apostolado y atraer posibles vocaciones de hombres a la obra.

Ayer, un compañero que fue supernumerario hace unos pocos años, me comentaba que siempre en la obra había observado una actitud de desprecio o de olvido hacia las mujeres, a las que se asignaba funciones de madres dentro del hogar, sin salir a trabajar a la calle para sostener a los suyos. Eso sí se elogiaba el papel de nuestras madres, mientras a las demás se las tenía por casquivanas, ignorantes, tontas o feas. Como si no pudieran ser tan competentes o más que los hombres.

En la mayoría de los ejemplos que se ponen entre los hombres de la obra, cuando uno deja la prelatura siempre es porque se casa con una mujer fea, que, a la larga, le termina mandando. Este es el caso que se suele contar en algunas convivencias de la zona de Andalucía, donde se explicaba que un supernumerario de la obra fue a visitar Sevilla, ciudad que desconocía. No encontró mejor guía que su cuñada, "que era fea" y le enseñó las zonas bonitas de la ciudad. Con el tiempo, se enamoró de su cuñada y abandonó a su mujer. Como siempre en los ejemplos de los hombres de la obra, una mujer fea había roto un matrimonio y había hecho perder la vocación a uno de la obra. ¡Qué casualidad!

Dentro de la obra se suele decir que "nuestras hermanas" se encuentran a mil kilómetros de distancia. Las mujeres que llevan las administraciones de los centros se dice que son maravillosas. Sin embargo, se les "condena" a un papel que no quieren hacer muchos de los numerarios, que, eso sí, en muchos casos no son capaces de limpiar los pelos de los sumideros de las duchas, una vez que han sido usados por ellos. De ahí que se produzca una actitud de machismo y misoginia. Si hubieran sido los hombres quienes hicieran esas funciones de servicio a las mujeres, veríamos lo que hubiera pasado. Claro, como el opus ha sido fundado así, las que permanecen dentro en muchos casos tienen que servir a los hombres y realizar tareas domésticas.

Una de las cosas que me chocó cuando pertenecía al opus fue que el fundador, Josemaría, decía que tenía hijos e hijas. Era el padre. Pero uno que es padre besa a los hijos y a las hijas, cosa que no se producía en Escrivá, que siempre besaba a los hombres. ¿Por qué esa diferencia de trato? Si se decía 'padre' tenía que admitir que los padres besan lo mismo a los hijos que a las hijas y no se tienen en cuenta consideraciones de la carne o de pecado contra el sexto mandamiento de la Ley de Dios. Francamente no entiendo cómo se pudo producir una situación así.

Desde que escribí la carta de incorporación al opus como agregado, siempre se me dijo que había que cuidar "la vista, la revista y la entrevista". Eso llevaba a no tener relaciones de amistad con mujeres. Una vez me armaron una buena bronca por decir que había viajado solo en un coche con una compañera, que, a su vez, era supernumeraria. En mi caso concreto, que solo tengo un hermano varón, solo podía besar a mi madre, pero no a la hermana de mi madre o a mis tías más lejanas. Esto llevó a que se extrañaran ellas desde el momento en que me hice del entonces instituto secular, pues no las besaba por consejo de los directores de la obra. "Qué raro se ha vuelto", comentaban a mi madre, que a su vez me preguntaba: "¿Qué te pasa?". Yo respondía con evasivas, pues no podía decir que me había hecho del opus dei.

¡Qué alegría en el momento en que salí del opus!. Se me acabaron esos problemas. Ya era uno más, pero habían pasado casi 34 años (estuve en la obra entre los 20 años recién cumplidos y los 53 largos). Poco a poco me voy serenando. Lo importante es disfrutar de la vida sin hacer cosas raras. Nunca fui hombre que le gustaran los papeles asignados. Pienso que ellos y ellas pueden aportar mucho dentro del hogar, y esto deben aprenderlo los numerarios y muchos agregados, aunque estos últimos tienen más experiencia de la vida.





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