Seguimos con el tema ideológico.- Fletcher Christian
Fecha Wednesday, 21 March 2012
Tema 100. Aspectos sociológicos


Estimado Josef:

Eres muy amable. Creo que la simpatía es mutua.

 

Verás, el elitismo, aparte de ser una actitud, es una ideología por sí misma. Una persona, llevada por su riqueza o por su posición social, puede envanecerse hasta pensar que está por encima de los demás y adquiere unos hábitos elitistas, pero no forzadamente de origen ideológico. Sin embargo, hay un elitismo que sí parte de presupuestos ideológicos, una especie de aristocratismo, que presupone que hay una elite de gente que debe gobernar a todos los demás. Cuando nació la Cosa, ese elitismo estaba desarrollándose con fuerza, y al cabo de un tiempo no tardó en gobernar y llevar al mundo a la catástrofe. En mi opinión, es precisamente esa idea el motor de su actuación y la razón por la cual no se ve contradicción en hacer una cosa y la contraria...



Ese elitismo, de corte ilustrado y posteriormente también enraizado en el idealismo alemán, también lo vemos en el pensamiento anglosajón unos años antes de la fundación de la Cosa. Por ejemplo, John Stuart Mill, que viró del liberalismo hacia el socialismo, ya ponía en duda el sistema de representación democrática (ver su ensayo “Del gobierno representativo”), ya que su voto, decía, no podía valer lo mismo que el de un ignorante. En España, unos años después de Mill, Unamuno sostenía la misma posición con el mismo argumento. Y viene Ortega… suma y sigue.

 

El marqués de Peralta sostuvo (ya que no lo aportó él de forma original) la idea de que si esos de la elite fuesen cristianos, la Iglesia no perdería su influencia tal y como se veía venir. Hay que recordar que también en los años treinta es cuando el padre Ayala publica su famosa “Formación de selectos”, más o menos en la misma línea, pero desde el jesuitismo. ¡Gracias a Dios que la Compañía ha roto con ese pensamiento!

 

Creo que la discusión sobre si existe el neoliberalismo debemos dejarla para otro foro, pero sí te diré que en la Cosa hay un discurso socioeconómico más parecido a lo que en teoría política se denomina corporativismo católico. Un gurú de la Cosa, Alejandro Llano, en un libro malísimo sobre la universidad, se declara a sí mismo “conservador en lo moral y socialdemócrata en lo social”. Como estos hay muchos. Estoy pensando en un conocido catedrático de periodismo actual que en una conversación privada se me declaró abiertamente socialista al estilo israelí contemporáneo, o sea, partidario de los kibutzim y de la economía comunitaria agraria. O como aquel cura que me dijo casi con ojos desorbitados “lo importante son las organizaciones, que son las que perduran, no los individuos”. No creo que esto sintonice mucho con el discurso liberal…

 

Otro día hablaremos de que en la Cosa al discurso ideológico se le llama extraoficialmente “Humanismo”. Lo dejo apuntado para que no se nos olvide.

 

El capitalismo es cierto que se apoya. Desde el IESE y la Fundación Empresa y Humanismo desde luego, pero también se apoya una visión llamémosla “social-cristiana” de la Administración del Estado, sobre todo en las universidades y facultades de Derecho de la Cosa. Esta visión del Estado coincide más con la de López Rodó que con la de Milton Friedman. Me divertía oír a un profesor joven decir aquello de “¡ojalá reviente el sistema de una vez!” cuando salían las primeras noticias serias de la crisis, como esperando (y era sincero) que el capitalismo estallara en pedazos. Lo que no sé es la alternativa que proponía, pero lo puedo imaginar.

 

Reconozco que no he leído a Estruch, pero por lo que contáis y por mi experiencia, una cosa está clara: que el principal objetivo de la Cosa es el poder de decisión, justificado bien por la teoría sociológica que citáis como por la historia de las ideas. Ambos enfoques son válidos y llegan a la misma conclusión. Estupendo.

 

En cualquier caso, en mi opinión, la Cosa se ha alineado con los poseedores y no con los desposeídos, con los opresores y no con los liberadores. En el fondo, en el fondo, son hijos de una notable falta de Fe en el Jesús real, el que está del lado de los pobres, los pobres de verdad y más bien creen en un Señor solemne al que llaman “padre” pero que tratan de usted como se hacía en los tiempos en los que el señor marqués era pequeño.

 

(Jesús de los pobres. La semana pasada me encontré en una capilla a un conocido cura numerario –de los carismáticos superguays - “haciendo la oración de la tarde” con un iPad novísimo… no quiero juzgarle, seguramente ha sido un regalo, pero qué queréis que os diga…).

 

Un abrazo,

Fletcher







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