Sobre el secreto de confesión.- Paulino
Fecha Friday, 16 March 2012
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Hola, amigos:

Durante mi vida de numerario (1963-1982) nunca tuve la experiencia de que fuera violado el secreto de confesión de las muchas veces que me confesé en la Obra. Tampoco tuve la experiencia de que fuera violado el silencio de oficio de las charlas fraternas que hice; pero no quiero hablar aquí de las charlas fraternas, sino del secreto de confesión.

Acepto la posibilidad de que en mi caso también haya habido violaciones, pero que yo no las notara porque era algo que ni siquiera pasaba por mi mente, y porque estando dentro de la Obra uno tiende a ver o hace un esfuerzo por ver las cosas con buenos ojos. Uno sabe que Dios da a los sacerdotes una gracia especial para respetar plenamente el secreto de confesión hasta llegar al extremo de dar la vida...

Al leer Opuslibros, y tantos testimonios de los que no es posible dudar, se da uno cuenta de que en la Obra no se respeta plenamente el secreto de confesión, sino que hay violaciones menos explícitas o menos directas, como las siguientes:

* El sacerdote está presente en los consejos locales, y si se dice que alguien está listo para pitar y el sacerdote confiesa al interesado, entonces el sacerdote pregunta: “¿estás seguro?”. O quizá haga algunos gestos significativos, etcétera.

* El sacerdote le pregunta a la directora el nombre de la numeraria que se acaba de confesar con él.

* Parece que se llega hasta el extremo de que el sacerdote le niegue la absolución al penitente si éste no está dispuesto a contarle esos pecados al laico con quien hace su charla, porque no tiene propósito de enmienda conforme al espíritu de la Obra.

Hay, por tanto, violaciones al secreto de confesión, aunque sean menores, o menos explícitas, o menos directas; en fin, que no se respeta plenamente el secreto de confesión. Esto no lo invento yo, sino que puede conocerse a través de los innumerables testimonios que se leen en Opuslibros.

Entonces surge la pregunta: ¿acaso la gracia especial de Dios para respetar plenamente el secreto de confesión es ineficaz en el caso de los sacerdotes de la Obra? Y si es así, ¿por qué no podrá suceder lo mismo en el caso de otros sacerdotes? ¿En dónde queda, entonces, la confianza de los penitentes para confesarse, sean o no del Opus Dei?

Soy plenamente consciente de que lo que voy a decir ahora, sobre este tema preciso, es muy fuerte y puede tener consecuencias tremendas. Por eso quiero aclarar, con el corazón en la mano, que mi objetivo no es criticar a la Obra sobre este tema, sino dejar a salvo la eficacia de la gracia divina para que los sacerdotes respeten plenamente el secreto de confesión, sean del Opus Dei o no, y para que todo católico siga teniendo la confianza de siempre de poder confesarse con cualquier sacerdote con la confianza de que el secreto de confesión será plenamente respetado.

La única solución que le encuentro a este problema, que ahora traigo en mi cabeza, y que pongo a la consideración de todos en Opuslibros a fin de que sea estudiado y profundizado, es la siguiente:

1. Sin duda el Fundador de la Obra, Josemaría Escrivá, tuvo una ordenación sacerdotal válida.

2. Los demás supuestos sacerdotes de la Obra, incluidos don Álvaro y don Javier, no tuvieron una ordenación sacerdotal válida, por lo que ni son sacerdotes, ni confiesan, ni están en posibilidad de violar el secreto de confesión.

3. La gracia divina a este respecto sigue siendo tan eficaz como siempre, y el secreto de confesión sigue siendo tan respetado como siempre.

Me explico.

La vocación al sacerdocio es una llamada divina, a la que el hombre puede dar una respuesta positiva, o no.

La vocación a la Obra es una vocación laica, hasta el grado de que quien piense tener vocación al sacerdocio no puede pitar como numerario ni como agregado. Por tanto, los numerarios y los agregados no tienen una llamada divina al sacerdocio. Los que se ordenan lo hacen porque son llamados al sacerdocio por el Prelado, o en su tiempo por el Fundador.

Eso significa que lo que ellos recibieron fue una llamada humana al sacerdocio, y no una llamada divina. Y como la llamada divina es esencial para la ordenación sacerdotal, su ordenación sacerdotal no fue válida.

Entonces, lo que falla es la ordenación sacerdotal de los supuestos sacerdotes de la Obra. No falla la eficacia de la gracia divina, ni el secreto de confesión, ni la confianza que los fieles pueden y deben tener para confesarse.

Lo que falla es la Obra, no la Iglesia.

Sé que puedo equivocarme, pero lo pongo sobre la mesa de los diálogos y las investigaciones.

Saludos afectuosos.

Paulino.





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