Mi historia (4). Las Confidencias.- Ricardo
Fecha Friday, 16 March 2012
Tema 076. Agregados


Mi Historia (4): Las Confidencias

 

Una vez que pité me indicaron que tenía que ver semanalmente a fulano de tal, sin mayores indicaciones. Fui donde fulano de tal y quedamos en un día concreto; meses después me enteré que eso se llamaba charla fraterna o confidencia y sobre este tema quisiera recordar unas anécdotas.

Empecé la charla con fulano de tal, me explicó que teníamos que hablar principalmente de las normas, fe, pureza y vocación. No tuve problemas durante los primeros meses de la charla, salí fortalecido y contento...  



Lo primero que quiero contar, es que cuando tuve un problema serio acerca de esos tópicos, fui a contárselo a fulano de tal. Me costó mucho contárselo, pero lo hice con lágrimas en los ojos y no sin vergüenza de mi parte. Pasado el trauma fui a confesarme y estaba reconfortado. Mi sorpresa fue que al siguiente día, el director me llama a su despacho y me dice:

- ¿Cómo estás?, ¿cómo te ha ido con el problema ese que tuviste?

Me quedé frio y con la cara de piedra, no podía creer que fulano de tal se lo había contado. Tuve que contarle todo al director, con lo que me había costado al otro. Fui después a buscar a fulano de tal y a preguntarle por qué le había contado lo que conversamos al director, diciéndole que era muy personal, me respondió diciendo:

- El es el director y tiene que estar al tanto de todo

- Pero ¿no se supone que lo que conversamos con cosas personales?

- No lo son porque son cosas que le atañen a la obra.

Recuerdo que cuando me estaban preparando para yo recibir charlas fraternas, la indicación fue que asuntos referidos a pureza o vocación se reportan inmediatamente al director sin decir nada al dirigido, esto es textual. Allí comprendí por qué de mi asunto estaba al tanto el director y por tanto el consejo local, pero para sorpresa mía, en Junio de 2009, en la charla correspondiente al círculo breve, se comentó un comunicado que había llegado de Roma, acerca de las confidencias que decía entre otras cosas:

- Los directores no ejercen cargos de gobierno por eso pueden recibir charlas fraternas.

- Lo que se cuenta en la charla fraterna queda solo entre las dos personas que conversan.

- Si hay algún tema que amerite que el consejo local lo sepa, el director anima al dirigido a que se lo cuente directamente al director del centro, o en todo caso le pide permiso para que él lo haga.

¡¡¡Mentira!!! me dieron ganas de gritar, así no funciona lo sé de primera mano. Las confidencias si se las reportan al director y si ahora quieren cambiar de prácticas deben de decir la verdad: que durante años lo hicieron de otra manera, traicionando la confianza del dirigido.

Estaba una vez en una de las habitaciones del centro, que estaba junto al salón donde se desarrollaban los consejos locales. Buscaba unos archivos, lamentablemente la pared era muy delgada, y en una zona en especial era casi nada la separación de las habitaciones. Ese día estaba por allí el vocal de san Miguel y pude escuchar gran parte de la conversación. Debo reconocer que estuvo mal pero la curiosidad me venció. Escuché como hablaban de uno de casa, de sus problemas, de su situación económica, etc. El vocal hacía varias preguntas muy personales y los del consejo respondían sin reparo.

Mi gran descubrimiento. Un día de tantos llegué muy temprano al centro, no había nadie, entré a dirección y me di cuenta que habían dejado un armario con la puerta abierta. Hice un recorrido por toda la casa y efectivamente no había nadie, fui al despacho del director nuevamente para cerrar el armario pero al momento de cerrar la puerta..... otra vez mi curiosidad. Vi un file grande con las letras “agd 2008” en el dorso, y así como esa vi varias donde solo variaban las fechas. Así es como descubrí los informes de conciencia. Estábamos allí, cada uno de nosotros; me enteré de los problemas de cada uno, normas, pureza, apostolado, etc. Me sentía mal de lo que me estaba enterando, pero también quería enterarme hasta qué punto tenían informes sobre nosotros. El shock fue fuerte, no pensé que estábamos tan catalogados y había tantos registros sobre cada uno de os agregados.

Después de eso, mis confidencias eran mero trámite burocrático, no contaba nada, solo las normas y apostolado, y algo del trabajo, pero nada más. Las salidas de la ruta del espíritu de la obra, eran cada vez frecuentes, pero yo ya no las contaba ni siquiera en la confesión, empezaba a confesarme con otros sacerdotes, ya no confiaba en los directores, y la charla fraterna me parecía tremenda estupidez.

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