Zartan, Como una tiene complejo de directora de centro (el otro día le confesé a Agustina que yo lo quería era ser miembro de un cl y como no me dejaron, me busco alternativas, y que sepan lo que se perdieron ¡eso!) estuve leyendo tu carta a tu amiga Valeriana (primer lugar, ¿tienes un momentito? antes de enviar la carta ¿lo consultaste con Agustina? Es que luego se nos desordena el changarro hijo…
Me disperso. Que leí tu carta sobre tu cariño a la Obra de Tiquismiquis, también conocida como Opus Dei u Organización Definitiva (ya tú sabes que a mí también me da pereza andar en juicios, aunque los gane) y me acordé que cuando te conocí, en los albores del siglo nuevo, me sorprendió que lo primero que me dijiste es que la seguías queriendo muy mucho. Y yo, que soy distraída, no presté mucha atención, porque para ser mi amigo no tienes que querer ni dejar de querer a nada ni a nadie, solo que yo te quiera y tú a mí (que ya es cosa difícil)...
Pero tu epístola me ha tocado un punto sensible. Iba a decirte: “justificas tu afecto en….”, y no, eso no va, porque a mí no tienes que justificarme ni un caraxo, si la quieres, yo te lo respeto. Te diré qué siento yo, y lo respetarás, porque me quieres y listo. De eso se trata ser amigos.
Dices que sientes afecto por la Opus Dei, pero más que por ella: por “mis ideales de ese momento que -aunque han pasado muchos años- siguen siendo los mismos: acercarme a Dios y ayudar al prójimo...”. Y va siendo que yo también siento esos ideales vivos y trabajando, pero no soy de las que dicen que quiero mucho a túyasabesqué.
Mi amiga Atlast me dijo el otro día en privado que yo soy “una de las importantes” en OL (abreviatura de opuslibros), y eso me permitió sobrevivir el mes entero porque, como bien saben en la Opus Dei, el reconocimiento ajeno es el motor de mi existir. Y luego (unas semanas después de la emoción inicial) me puse a pensar que es probable que me conozcan por ser “radicalmente opuesta” a aquella a quien tú dices querer. Que dicen que no la quiero, que le tengo mala leche, que preferiría verla muerta y enterrada, que le tengo poquita fe, en resumen: que no le amo como merece.
Si tomamos por ciertas las etiquetas, estamos ante un dilema: ¿cómo dos amigos que tienen los mismos ideales, a la fecha tienen sentimientos tan opuestos sobre la única realidad que los une? Y leo tu carta en donde dices: “sigo teniendo “algún cariño” por la niña de la que me enamoré cuando yo tenía cinco años. Como éramos de la misma edad, basta con mirarme al espejo para suponer que ahora ella será una viejita, posiblemente gorda y con pelusa gris debajo de la nariz. No sé si ese “cariño” es a ella, al recuerdo de mis cinco años o a mis ilusiones de ese momento” (te comprendo, que yo sigo queriendo muchísimo a la requetefila de ex novios que yo tengo, que se cuentan por legiones, como bien sabes, no sigamos por ahí que me distraigo).
A los 17 años, yo me enamoré de Cristo. Tomé a la Opus Dei como “la forma de acercarme de verdad a Él”, y cuando de pronto el camino que desde fuera se veía difícil, pero hacia Él, al entrar en realidad resultó un camino tortuoso, lleno de callejones sin salida y con una única meta: ser igual a, amar como, entregarse como darle la vida a y morir para San Chema. Él (the only one) no estaba por ninguna parte, y la cosa se me volvió decepción, dolor, angustia y todo vivido en una angustiante soledad.
No le guardo cariño a ese camino engañoso. Tampoco lo odio, es solo un camino al abismo, a ninguna parte, pero no amable ni odiable per se. Siento lástima por quienes recorren ese camino, más lástima por quienes no solo lo recorren sino que engañan a chiquill@s y los convencen de recorrer ese camino. Me da pena, porque muchos de ellos (si no todos), en algún momento, se vieron igual que es@s chiquill@s: engañados, decepcionados y solos, caminando a ninguna parte.
Pero pienso que todos tenemos la oportunidad de rectificar en la vida, todos podemos darnos cuenta que nos mintieron y mentimos y en ese preciso momento en el que lo notamos tenemos dos chances: ser honestos y la verdad nos hace libres, o ser cómplices de una estructura hecha de la mentira, por las razones que fuera (quizá muchas de ellas lleguen a ser justificantes), pero conscientes de que se vive una mentira.
Dice buenladrón: “mi experiencia personal me dice que el que era un nabo dentro, lo sigue siendo fuera y que la gente que vivía dentro un amor verdadero, una vez sales, te siguen queriendo con el mismo afecto.” Y yo quiero añadir, sin ánimo de rectificarle la plana ni a él ni a nadie, que yo era una perfecta tonta estando dentro, que no quería a nadie que mi directora no me dijera que quiera y que no era amiga de nadie si mi directora no me lo decía o me lo permitía.
Y a la fecha actualmente en este momento sigo siendo tonta (ya hasta profesional con los años de experiencia y continuidad en la esforzada labor) pero aprendí a querer de verdad y a ser amiga de quien a mí me dé la gana. Y siento un afecto (que antes no se me permitía sentir) por todas las personas que pasaron ese mismo camino que yo, y por todas aquellas que aún siguen allí, de verdad (siendo leales a Él, es decir, pasándose por alto indicaciones de los Directores), de mentira (porque conviene económicamente o profesionalmente) o por engaño (aún no lo saben).
Así que mi querido Zartán de los nomos, que firma como Epifanio esta epístola, teniendo los mismos ideales vivos, yo siento mucho afecto por las personas que conocí (muchas de ellas son como la cuñada de Sup0mal) y por las que he conocido después de… y gracias a opuslibros.
Pero, ¿por un camino que me llevaba a ninguna parte?, pues ni afecto ni desamor, el olvido quizá, y el aviso a quienes quieran oír: no vayan por ahí. Y a quienes quieran desandar lo andado y correr por otro lado, ¡huyan!!!!! Y quizá, cuando esté de humor y las estrellas se alineen, una mano extendida para ayudarles a cruzar el puente al que tanto temen.
Un abrazo fraterno para ti y un besote para Valeriana.
Saludos a todos,
Emevé
