Al leer lo que dice Guillaume en su comentario al anexo de Costumbres de los reglamentos de 1941, sobre la religiosidad instituida en la Obra por nuestro Padre: esa “profusión de prácticas y devociones (…) que son capaces de distraer espiritualmente al más pintado”, he tenido la sensación de que no era un hombre espiritual, y de que no recibió ningún verdadero carisma para acercar a las almas a Dios, porque toda esta religiosidad es humana, voluntarista y distrae de lo importante en la vida cristiana.
Si su religiosidad fuera sobrenatural habría estado centrada en secundar las mociones divinas, en dejar hacer a Dios en nosotros, y no en cumplir una infinitud de prácticas religiosas, que inducen a las personas de la Obra a vivir distraídas por la preocupación de rellenar la hoja de normas, en vez de dar importancia a escuchar y secundar la voz de Dios, y a la caridad con el prójimo. Como los fariseos.
La religiosidad del fundador del Opus Dei te distrae respecto de Dios. Es algo parecido a los métodos con que las organizaciones sectarias lavan el cerebro a sus seguidores, ocupándolos hasta el agotamiento para que no les quede espacio para pensar por cuenta propia. Pero con una diferencia, pienso yo: aquí no se hace primariamente por control, sino por narcisismo.
En mi opinión, el trastorno narcisista de Mons. Escrivá fue lo que le llevó a una acumulación patológica de prácticas y devociones cristianas. Su Obra no podía ser menos que ninguna otra institución de la Iglesia, y por eso fue tomando de aquí y de allá, para compensar la falta de carisma y de originalidad sobrenaturales.
Además, en vez de insistir en el seguimiento de Jesucristo, nos insistió en hacer lo que él nos decía: “Yo os aseguro la salvación si me cumplís las normas que yo os entregué”. Y por eso en la Obra todo es predicar al fundador, no dejando espacio a una verdadera espiritualidad. Y, por eso, para no convertirte en una superficial, es tan importante en la Obra autodefenderse, ir contra la corriente del vertiginoso e insustancial activismo religioso de los centros, con el que parecen pretender impedirte todo atisbo de vida espiritual que no sea la prevista por el fundador.
Trinity