Queridísima Valeriana:

El otro día me preguntaste cómo es posible mantener algún cariño por la Organización Definitiva y seguir puntualmente las actualizaciones en Opuslibros.org. En el fondo -así me decías- ves como una doble personalidad. En primer lugar te diré que sigo teniendo “algún cariño” por la niña de la que me enamoré cuando yo tenía cinco años. Como éramos de la misma edad, basta con mirarme al espejo para suponer que ahora ella será una viejita, posiblemente gorda y con pelusa gris debajo de la nariz. No sé si ese “cariño” es a ella, al recuerdo de mis cinco años o a mis ilusiones de ese momento. En forma similar, mi “afecto residual” por la Organización Definitiva puede que sea, más que a ella, a mis ideales de ese momento que -aunque han pasado muchos años- siguen siendo los mismos: acercarme a Dios y ayudar al prójimo...

Supongo que no seré el único cretino en el mundo y que -por tanto- también hoy habrá quien se apunte al tinglado por los mismos motivos que lo hice yo, así que también por esos -que hoy están dentro- tengo simpatía aunque no los conozca. Lógicamente me siento más cercano a todos esos náufragos de la misma barca. Un día sintieron los mismos ideales míos, también ellos se sintieron un número más dentro de la barca y saltaron por la borda o fueron pasados por la quilla y -quieras o no- hay algo en común en ellos y entre ellos y yo.

Por otra parte, querida Valeriana, tú también tienes algo de culpa en esa supuesta dualidad mía: tú estás viviendo y ayudándome a vivir esos mismos ideales. ¿Quién me ha llevado a colaborar con la parroquia? ¿Quién tiene siempre disponible en casa techo y plato de comida para quien lo necesite? Así que aplícate el dicho “quien es causa de su propio mal, llórese a sí mismo” y… no cambies, que con tu actitud me ayudas a vivir los mismos ideales que me llevaron al cotarro. Permíteme que pueda ver el bigote que hoy tiene mi ex y que a la vez pueda mantener ese afecto por lo que fue o por lo que pudo haber sido. Si el bigote es algo de ahora o ya lo tenía desde los cinco años, en el fondo me trae sin cuidado: ahora lo veo.

Déjame seguir puntualmente Opuslibros y a la vez deja que siga queriendo a la misma gente que quise (si, también al innombrable) y que en un rincón de mi corazón siga existiendo un resto de cariño para la organización aunque tenga más bigotes que el sargento Colomera. ¿Y sobre los ideales? ¡¡Ni los toquemos!! Son míos, son tuyos y ni unos ni otros los hemos recibido de la Organización Definitiva y tampoco son exclusiva propiedad de ella.

Un beso enorme.

Epifanio

P.D. Valeriana, uso el eufemismo de Organización Definitiva ya que últimamente nuestros amigos andan muy susceptibles con las propiedades intelectuales y no quisiera tener más líos.

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