Pecados contra el Espíriu Santo.- Paulino
Fecha Friday, 09 March 2012
Tema 020. Irse de la Obra


Si en una búsqueda de Google escribimos “Pecados contra el Espíritu Santo”, en el primer lugar o en uno de los primeros aparecerá una referencia a la página que copio a continuación. Todo en relación a la supernumeraria que teme pecar contra el Espíritu Santo si se va de la Obra.

Despues, al final, haré unos comentarios personales.

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Pecados contra el Espíritu Santo:

Desesperación de salvarse
La presunción de salvarse sin merecimientos
La impugnación de la verdad conocida
La envidia o pesar de la gracia ajena
La impenitencia final...

Los pecados que claman al cielo:

Homicidio voluntario
Pecado impuro contra el orden de la naturaleza
Opresión del pobre, de la viuda y del huérfano
La defraudación o retención injusta del jornal del trabajador.

El pecado que no Tiene Perdón:

Leemos en las Sagradas Escrituras:

"El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno" (Mc 3,29; Cf. Mt 12:32; Lc 12:10).

¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable?
Porque se trata del rechazo radical a la gracia que Dios ofrece para la conversión. Según Santo Tomás de Aquino es un pecado “irremisible por su misma naturaleza porque excluye los elementos gracias a los cuales se concede la remisión de los pecados”.

La blasfemia contra el Espíritu Santo es presumir y reivindicar el “derecho” de perseverar en el mal. Es un rechazo a al perdón y a la redención que Cristo ofrece. La blasfemia contra el Espíritu Santo es la obstinación contra Dios llevada hasta el final. Es negarse deliberadamente a recibir la misericordia divina.

Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el # 1864:

No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf. DV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

El pecado contra el Espíritu Santo consiste, pues, en la negación de parte de la persona, a aceptar la salvación y el perdón dados por Dios. Cuando el corazón de una persona se obstina de tal manera que no acepta que necesita arrepentirse de sus pecados y se resiste a esta gracia, comete el pecado contra el Espíritu Santo el cual puede llevarlo al infierno. ¿Por qué? No porque la Iglesia y el Señor no puedan perdonarle, todo lo contrario, sino mas bien porque la persona misma, voluntariamente ha rechazado este perdón y salvación dadas por Dios.

Juan Pablo II en su Encíclica sobre el Espíritu Santo, Dominum et vivificantem 46-48, explica este pecado contra el Espíritu:

"Esta blasfemia no consiste en el hecho de ofender con palabras al Espíritu Santo; consiste, más bien, en el rechazo de aceptar la salvación que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo."

Mas adelante dice: "...consiste en el rechazo radical de aceptar esa remisión, de la que el mismo Espíritu Santo es el íntimo dispensador, y que presupone la verdadera conversión obrada por El en la conciencia" Si Jesús declara imperdonable este pecado es "porque esta no-remisión está unida, como a su causa, a la no-penitencia, es decir, al rechazo radical a convertirse."

Como nos lo explica el Papa, el pecado contra el Espíritu Santo consiste en la resistencia y el rechazo a la conversión. Es el Espíritu Santo el que nos convence del pecado ( Jn 16:8-9). Rechazar en nuestro corazón esta realidad y obstinarnos en el mal nos lleva a este pecado. Esta era la actitud de los fariseos, que se cerraron a la aceptación del plan divino para reconciliarse con los hombres.

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Hago ahora algunos comentarios personales, como dije al principio.

El pecado contra el Espíritu Santo no es un pecado de tipo puntual, como puede ser un homicidio que se comete en un momento y luego ya pasó, sino un pecado que se continúa consciente y libremente hasta la hora de la muerte, hasta la hora en que se dice que entre la soga y el cuello está Dios. No es un pecado con el que la muerte nos pueda tomar por sorpresa. Es un rechazo activo, consciente y libre, del perdón de Dios hasta el final.

Es un pecado cuya comisión sólo se conoce con certeza a posteriori, después de la muerte, y no a priori.

Dios no le niega el perdón a nadie que se lo pida. Dios incluso puede perdonar sin que se le pida el perdón (incluso nosotros podemos perdonar así), y de hecho Dios perdona muchos pecados sin que se le pida el perdón. Pero para perdonar los pecados contra el Espíritu Santo, Dios exige que se le pida el perdón, o al menos que no se rechace deliberadamente la gracia de su perdón.

Me indigna tal abuso de las conciencias; mismas que han sido gradualmente debilitadas hasta semejante extremo.

Espero que estos comentarios puedan tranquilizar a esa supernumeraria.

Paulino.







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