No había caído en la cuenta hasta ahora de por qué siempre había tenido la sensación de que los Vicarios Regionales y de las Delegaciones mandan tan poco en la Sección femenina de la Obra. Guillaume lo explica en la introducción a la 2ª parte del anexo al Reglamento de la Obra en 1941, llamado Régimen:

“No cabe, por ejemplo, que un Consejero (hoy Consiliario o Vicario regional) se haga su equipo de gobierno, puesto que no los escoge él, sino que le vienen impuestos por el Padre; y de esta forma, los restantes miembros de la Comisión o Asesoría regionales, más que colaboradores que dependan de él, son controladores puestos por el Padre para fiscalizarlo en las distintas áreas de su competencia”.

            Por eso un Vicario no puede enfrentarse al gobierno femenino, y se encuentra en una posición semejante a la de los sacerdotes que atienden las labores de la Sección femenina: basta que no siga la corriente de las Directoras para que éstas se quejen ante la instancia inmediatamente superior y digan: “No queremos que este señor continúe atendiéndonos”. Y esto explica por qué suelen designar para el cargo de Vicario Secretario de las Delegaciones (el encargado de ayudar al Vicario de la Delegación en los asuntos de la Sección femenina) a sacerdotes llamativamente jóvenes e inexpertos, y muchas veces incluso sin ninguna experiencia pastoral con mujeres: cuanto menos criterio propio tenga, menos se enfrentará, menos problemas ocasionará.

Pero me doy cuenta de que, en el fondo, el problema es más general: un/a Director/a no puede ser una persona con conciencia y creatividad: ha de someterse. Y ésta es la nota que buscan para escogerl@s: la sumisión. Por eso, gente a la que se veía humanamente valiosa se convierte en alguien que va perdiendo su personalidad: no te responde (tiene que consultarlo antes), no te habla de sí (porque  su tarea no es personal, es un/a sicari@), sólo te interroga (para informar), nunca se pone en plano de igualdad (porque se considera instrumento de una institución divina). Y por eso también, personas a quienes se las veía con buen corazón pueden acabar ejecutando órdenes al margen de toda valoración moral.

Ser Director/a en la Obra es un estado que difícilmente puede salvarse de la despersonalización psicológica y moral. O se somete o deja de ser Director/a.

Trinity