Impresiones directas.- Solidante
Fecha Monday, 27 February 2012
Tema 010. Testimonios


He de reconocer llanamente las alegrías que me viene produciendo esta web, pues todas sus visitas me deparan una perla, lo que me hace frecuentarla con entusiasmo para apagar mis tedios y  llenar mis momentos de descompresión y relajo. Así que he leido con fruición y contento de corazón una contribuciónde Christian Fletcher, al que no conozco ni por asomo, y me ha encantado, lo que me anima a escribir mis impresiones directas de tres grandes personajes de la Universidad de Navarra: D. Alvaro D`Ors. D. Leonardo Polo y D. Amadeo de Fuenmayor. He estado tentado de añadir a mi lista a D. Luka Brajnovic, pero dejemoslo aparte, al menos de momento. Antes que nada, hago una protesta vehemente, he visto defensas cálidas de los personajes citados, especialmente de D.Leonardo, provenientes de mi querido maestro D....., no digo su nombre porque no le gusta y luego mis orejas me censuran. Yo pretendo ser ecuánime, no comer el coco a nadie y levantar acta de lo que he visto, exento de valoraciones. El caso es que los personajes tienen de todo, sus aristas, sus partes claras y oscuras, más o menos como yo y como tú y como aquél. Yo voy a hacer semblanzas caritativas, rezumando espíritu cristiano, vereis...



Al grano, empecemos por D. Amadeo, civilista, sacerdote, hombre fino, inteligente, sumamente elegante, ingenio levantino, cuando yo lo conocí, catedrático, ya no daba clases sino esporádicamente en algún curso de la asignatura. Un hombre con verdadero sentido del humor, recuerdo aquella oración suya que decía: "no sólo el bien es difusivo sino tanbién el mal..." De los personajes que voy a glosar era el único con humor, cosa que yo no vi prodigado en la cosa (como dice Fletcher), aquella declaración del barbastrense de que era "un pobre sacerdote, sin nada más que con sentido del humor y tenía que fundar el Opus Dei!!!" es una impostura más aparentemente inocua.

Robert Ingersoll, aquel profeta ateo americano del XIX que a tanta gente extravió decía en una de sus inquietantes observaciones que nunca había habido un fundador de una filosofía o de una religión con sentido del humor. Este no era el caso de D. Amadeo, que decía y contaba que había sido luchador del bando vencido en la guerra civil, y ya cautivo fue a verle un joven vestido de fascista, se refería a Casas Torres, que lo discipuló, y Amadeo decía, claro los demás no llevábamos uniforme.

Sus escasas clases eran una gozada, y a pesar de ser un egregio sacerdote del entonces instituto secular, señalaba muy solemne que la ratio última del Derecho era la fuerza bruta reconducida por la autoridad, y que si no pagas pues a la calle, fuera del piso. Aquí todos los deliquios ideológicos del Opus caían como un castillo de naipes. Inolvidable D. Amadeo, que en gloria esté. Y digo: ¿qué hubiera pensado D. Álvaro del pensamiento del anterior? Éste de humor cero patateo. En esa época toda la humanidad del Opus se empeñaba en decir que era el mejor romanista del mundo. Claro que más allá del campus nadie lo creía ni lo citaba jamás. En eso no hacían más que corresponder a la actitud de D`Ors que en su manual consideraba que no debía mencionar a ningún autor ni hacerse tributario de nadie. Ciertamente no era un catedrático absentista, como había en la época, lo que debe agradecérsele, pero él de agradecimientos nada, de nada. Jamás citaba a su padre, el gran escritor, sólo lo oí referirse al autor de sus días en el libro "Papeles del oficio universitario", librito de ideas absolutamente superficiales. Cada curso iniciaba su magisterio con una clase magistral a la que asistían los alumnos de clases superiores como a un rito órfico, pues éstos decían que los de primero eran tontos y no entenderían nada a D. Álvaro. Éste escenificaba el placer de la inteligencia, urdía tramas y hablaba de fracasos de investigación en extraños palimpsestos lo que llenaba a los antiguos de concupiscente decepción y uuuuuu. Todo un numerito.

D. Álvaro tenía sus ideas, y formaba corral aparte, nunca comprendí como aquel señor podría ser del Opus. Deseaba de todo corazón una constitución política balanceada como en la Roma más clásica, llamaba al marxismo "herejía monofisita", y a falta de otra cosa adoraba al carlismo y a las tonterías de Wihelsem. Aunque era acabadamente platónico más que tradicionalista y no iba por las huertas de Savigny. Ya os contaré como quiso hacer algo de eso en la Navarra de entonces. Debió sufrir con la Constitución de 1978, al que consideraba pornográfica, pues él había sido álferez provisional y mantuvo su fidelidad al Caudillo hasta el final. A pesar de ello amaba a sus enemigos, lo que no me extraña porque en general era un caballero de bien. Lo que no le perdono es lo que hizo con la compilación foral de Navarra -hilo con ee platonismo citado- pues realizó una obra larguísima donde volcó no el Derecho navarro sinn todas las instituciones más carcas del Derecho romano más clásico sin niguna atenuación de las leyes imperiales, si acaso dulcificado por su indudable cristianismo y austeridad. Lo dicho ¿cómo era aquel hombre del Opus?

Paso a D. Leonardo, del que una vez hojeé y ojeé su tomo de "El Ser", del que puedo decir lo de aquel que lo abrió, leyó lo de la substancia extramental y lo cerró piadosamente para siempre. Yo siempre lo vi como un hombre machacado por la institución religiosa a la que pertenecía. Y él decía: el Padre me llama mi hijo mío filósofo... Vaya vida perra llevaba. Recuerdo de él cuando yo, con 17 años, fui conducido a un curso de verano en una casa rurales de esas que tienen en la cosa (gracias Fletcher). En una tertulia aparece D. Leonardo, con una tajada como un piano, coge además una botella de coñá y empieza a hablarnos de manera totalmente deshilvanada de la Provida y de las cosnpiraciones vaticanas, ante el estupor de un curilla que nos apacentaba. ¿De verdad que aquel hombre no tenía un problema? Luego echa pestes de las movidas estudiantiles, clama contra los religiosos que contra sus votos hablan con las niñas reventonas, luego dice ser progresista y carga contra la monarquía (en 1968) que sirve de capa de protección de la burguesía, disparata a diestro y siniestro. Años más tarde un amigo mío ex, pero querendón de la obra del barbastrense, me dice que había ido a preguntar a D. Leonardo por un slogan contra la marea incontenible del psoe, como si aquél fuera un think tank. Me dijo, corrido de desencanto que D. Leonardo le dijo a bote pronto: "son reaccionarios". Hala, el pensador.. Yo lo veo alto, espigado, con aire entre Mola y Papini (les gusta a los del Opus aparecer como grandes conversos, algo muy secular, seguro) esperando el autobús en la plaza de los Caidos de Pamplona. De pronto una numeraria lo ve y le dice !Maestro!! D. Leo volvía de una de esas extrañas desapariciones y se exhumaba Dios sabe de donde, en el Opus lo sabrán.

No sé qué ha sido de él, pero mientras las personalidades de los dos primeros, Amadeo y Álvaro, parecían pétreas, la de Leonardo daba un poco grima y producía algo de compasión. Un filósofo, que como me dijo aquel numerario, estaba renovando todo el panorama filosófico hasta la filosofía del aquinatense, pero que no se le conocía en ninguna parte, desde luego no pertenecía a una familia religiosa a propósito de ser acogido en ninguna parte.

Bueno, proseguiremos, por ahora vale.

Solidante

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