Inasequible al desaliento. Para Calandria.- Gervasio
Fecha Monday, 20 February 2012
Tema 010. Testimonios


Hola, Calandria: 

 

        Como ha habido tantos correos en desacuerdo con lo que has escrito durante años en Opuslibros, te felicito, pues me parece que es lo que buscas y deseas. Si no fuese así, te felicito igualmente al ser inasequible al desaliento. Por alusiones a mi última publicación, me toca apostillar tus Comentarios.

           

            Efectivamente, eso de ser un buen instrumento, un buen pincel en manos de Velázquez, barro en las manos del alfarero —en Talavera los hay muy buenos—, lañas portuguesas para vasijas rotas, etc. son símiles, comparaciones, metáforas, modos de hablar. No hay que tomarlos al pie de la letra. Con todo, no me gusta que me llamen “instrumento”, como tampoco me gusta que me llamen “excremento”, aunque se trate de un símil, una comparación, un modo de decir.

 

            Escrivá, en su humildad, se autodenominaba instrumento inepto y sordo, pero con la misma intención con la que alguien puede decir de sí mismo soy una mierda, consistiendo la intención en que se le corrija:

 

    No. Usted no es una mierda. Usted es una maravilla. Usted no es un instrumento inepto y sordo. Usted es la repera limonera en verso. Lo que pasa es que usted es muy humilde.

 

Tal entendieron sus hagiógrafos. Ya ves, Calandria, que no logró convencerlos de que era un instrumento inepto y sordo. Y eso que era muy persuasivo. Bien que lo intentó. Llegó a destruir parte de sus apuntes íntimos y otros los reescribió, no fuese a suceder que las hagiografías hubiesen sido aún más encomiásticas. Tal nos asegura don Álvaro, que por lo demás nunca conoció los apuntes destruidos. Para mí, que se pasó de humilde. Con tanta humildad, no conocemos la verdad ¡Toma Santa Teresa!

 

Escrivá más que “necesitado de” Dios, se sentía “necesitado por Dios” —en sentido metafórico, de símil, por supuesto—, a nivel universal, cósmico —no “cómico”, cósmico—, en conformidad con su carácter un chispitín megalómano. Se consideraba un Abraham, un San Pablo o cosa parecida. Desde luego mucho más que cualquier papa. Ha sido el único “instrumento inepto y sordo” que he conocido en toda mi vida. Nunca nos dijo:

 

—Hijos míos, vosotros, como yo, somos instrumentos ineptos y sordos en manos de de Dios Nuestro Señor.

 

Sólo había un instrumento inepto y sordo en las manos de Dios. Era él: el elegido. A él le había correspondido el privilegio de fundar el Opus Dei. Instrumento, por supuesto, en un sentido metafórico, de símil, un modo de decir. Lo explicas muy bien, Calandria. Nosotros, en cambio, éramos instrumentos en un sentido nada metafórico, sino en sentido propio. C’est la pitite differance, que diría Gilbert Bécaud.

 

Dios, al no necesitar dinero, muestra gran aprecio por el óbolo de la viuda (Cfr. Marcos, XII, 41-44); pero Escrivá sí que lo necesitaba. Sin rechazar el óbolo de la viuda, se interesaba mucho más por los óbolos de Ruiz Mateos. Preferentemente le gustaba tratar con los poderosos y adinerados. Son muchísimo más útiles, Calandria. Es que no hay color. A dónde vas a parar. Es que hay que poner a Cristo en la cumbre de las actividades humanas. Regnare Christum volumus! Y eso no se hace con cuatro perras gordas. ¡Que visionaza sobrenatural la suya! Nunca le faltaba una frase o al menos una palabra en latín en todo lo que decía. Para Dios, lo mejor; y ¿qué cosa hay mejor que el dinero? Y es ahí donde viene a cuento lo de que Dios no está necesitado de nada y menos aún de nuestro dinero. El dinero para los que lo necesitan, que son muchos. Corresponde al Estado ocuparse de la correcta utilización de los bienes temporales. Mi reino no es de este mundo (Juan XVIII, 36).

 

En aras del peculiar modo de entender el reinado de Cristo de Escrivá, sufrimos en carne propia la instrumentalización de nuestra profesión, familia, amigos, dinero, sentimientos, afectos, etc. No en un sentido metafórico, a modo de símil o forma de hablar, sino real. Y es de eso, de lo que me quejo, Calandria. Ser instrumento de Dios a modo de símil, comparación, metáfora o cosa parecida es llevadero.

 

Bien sabes, Calandria, que esa Voluntad que vemos en nuestra oración personal de que hablas, se esfuma en presencia de los directores. Bien que te lo sabes, bonica, instrumentín. Conocer lo que Dios nos pide, necesita o quiere —vine a ser lo mismo—, estaba y sigue estando monopolizado por Escrivá y sus adláteres. Hasta han logrado que en el Opus Dei en vez de orar, se mediten sus escritos. Y así, hasta la oración y hasta Dios mismo se vuelven instrumento en manos de Sanjosemaría.

 

Con un abrazo calandriano, hasta el próximo verano

 

Gervasio









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