Si de verdad nos supiéramos victimas...- Carmen Charo
Fecha Monday, 20 February 2012
Tema 010. Testimonios


Últimamente en España está muy en la calle la palabra “víctima”. Se habla mucho y hay mucha polémica con las víctimas del terrorismo de ETA, las víctimas de la guerra civil española del 1936 y las que dejaron los 40 años posteriores de dictadura franquista. Y ayer salió en televisión una representación de la recién creada asociación de “Niños robados”, algo escalofriante que no hace mucho que ha salido a la luz y que hace referencia a cientos de niños robados al nacer entre los años 1968 y 1980 y vendidos o entregados a familias que no podían tener hijos. La presidenta decía ayer que necesitaban el reconocimiento de la sociedad como víctimas, el reconocimiento institucional a todos los niveles. Ser considerados como víctimas no como casos aislados caídos en desgracia...



Y yo pensaba en nosotros. He pensado miles de veces en el perverso añadido a nuestro dolor que es el silencio y el ninguneo. A mi personalmente es lo que más me duele, porque te niega la dignidad.

¡Cuántas veces nos han dicho a nosotros lo mismo! No se reconoce que nuestro mal no proviene de alguna persona suelta que lo hizo mal. Ya ha quedado más que claro que es el Opus Dei como institución quien daña, que el mal es generalizado en el tiempo y en todos los países donde tiene centros.

Entiendo perfectamente al Opus Dei: se creen la única voz legítima de Dios y eso lo justifica todo y no les permite ver nada. Incluso a día de hoy con hechos tan evidentes siguen ciegos. No es posible comprender la persecución que han iniciado contra Agustina y algunos más en personas que buscan la Gloria de Dios sinceramente. Están enfermos y ciegos.

En cuanto a la Iglesia lo que pienso por lo que he visto tras nuestras muchas acciones, es que está paralizada y condicionada por innumerables ataduras e intereses bien rastreros que le impiden actuar, pero ¡¡ver ve y bien claro!!. También es verdad que somos un grano en medio de las graves enfermedades que padece. Así que me temo que poco podemos esperar.

Pero lo que más me llama la atención es el papel que jugamos nosotros, nuestra actitud en todo esto. Nosotros aún no sabemos el daño que nos han hecho, no caemos en la cuenta ni de lejos. Aún confundimos los agujeros por todo el cuerpo con rasguños superficiales, y encima nos hacemos culpables de ellos. Esta es nuestra peor penitencia y nuestra cadena, lo que hace difícil nuestra reconstrucción individual y lo que nos hace ineficaces como colectivo, colectivo que aún ni existe, que no tiene voz social ni personalidad jurídica.

Quizá moleste mi tono tan “petardo” pero así veo las cosas. El Opus Dei hizo a la perfección su trabajo sectario y metió a fuego en nuestras entrañas la culpa, el miedo y la vergüenza. Y hasta que no seamos capaces de ver de qué somos responsables nosotros y dónde empieza y termina la responsabilidad del Opus Dei, hasta que no seamos conscientes del calibre del daño sufrido en cada uno y como colectivo, no vamos a conseguir nada. Porque realmente la solución está en nuestra mano, no en la del Opus Dei, que no va a cambiar, ni en la de la Iglesia que es un mastodonte paralítico.

Somos nosotros los que podemos hacer que esto acabe, pero para eso hace falta ponerse en pie, saberse víctima, lo que supone ver la verdadera dimensión del daño sufrido y el papel de cada uno y del Opus Dei en todo esto. Cuando se cae en la cuenta de la inmensa dimensión de esta palabra nada se pone por delante, no hay miedo que valga, la culpa salta por los aires y hasta con rabia sana, porque supone que hemos sido conscientes de verdad de la injusticia sufrida.

Aun no sabemos lo que nos han hecho, ¡qué va!, por mucho que escribamos cada día aquí contando nuestra experiencia. Cada quien necesita su tiempo, y nadie como uno mismo sabe qué hay dentro de su ser, pero es necesario trabajar personalmente con ganas por sanarnos. Podemos correr el peligro de quedarnos en quejas y lamentos estériles, en darle vueltas y más vueltas a los hechos dolorosos paralizados ante el sufrimiento o regodeándonos en el mismo cayendo en un victimismo que no nos lleva a ninguna luz sanadora. Y francamente creo que algo de esto se da entre nosotros.

No es posible que sea tan poca gente la que se arriesga y da la cara, la que se juega mucho o todo frente a un colectivo de víctimas de muchas decenas de miles en todo el mundo. Si vamos a mirar al mundo de hoy nos podemos considerar verdaderos afortunados ante las vidas que vemos cerca y lejos nuestro. Pero eso no quita valor a nuestra experiencia injusta. A mi me gustaría que hiciéramos algo, que nos comprometiéramos de verdad con nuestra propia historia personal, que la hemos vivido para crecer como personas y no para quedarnos encogidos de miedo o vergüenza. Y también me gustaría que hiciéramos algo más que dejar que el Opus Dei se muera de muerte natural, como nos decía el otro día Janabenito, mientras se sigue llevando gente por delante.

Yo no soy más que una más y suelo dar en pesada, pero no sabéis lo a gusto que me quedo por lo menos diciéndoos lo que pienso. ¿No pasará un milagro entre nosotros? Mientras nos acurrucamos en nuestro agujero no sabéis cómo disfruta el Opus Dei sabiéndose victorioso, comprobando a diario la eficacia de sus tácticas perversas.

Bueno, dicho queda!, que sea lo que Dios quiera y nosotros le dejemos.

Un fuerte y sentido abrazo para cada uno.

Carmen Charo







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