La inspiración templaria de Escrivá.- Imagine
Fecha Wednesday, 15 February 2012
Tema 010. Testimonios


                Desde muy joven, Jose María Escrivá, tenía muy claro que quería hacer algo importante en su vida y ser una persona reconocida a nivel mundial. Hay abundantes auto testimonios que así lo atestiguan (“sabía que Dios me llamaba para algo importante, pero no sabía para qué en aquel entonces…”). Esto fue, durante toda su vida, su principal motor y su mayor motivación. Cualquier acción suya se debe contemplar desde esta perspectiva.

 

                Por su formación cristiana e inclinación a la piedad desde la infancia, el enfoque que dio al desarrollo de su liderazgo derivó enseguida hacia lo religioso. Ahora bien, no muy lejos de su ciudad natal –Barbastro- existe una población que se caracteriza por su historia templaria: la ciudad de Monzón con su imponente castillo-fortaleza...



El Castillo de Monzón -a 18 km. de Barbastro- es un magnífico ejemplo y recuerdo de la historia templaria durante los primeros siglos de la Corona de Aragón. En él vivió y se educó Jaime I el Conquistador. Y el Castillo de Monzón fue el último valuarte del poder templario hasta la abolición de la Orden por el Papa Clemente V (1312).

 

En aquella época –del s.XI a s.XIII- los templarios constituían el ideal del caballero cristiano: el monje-soldado. Fue una orden que creció muy rápidamente y adquirió un gran poder económico y político. Sólo en el territorio de la Corona de Aragón llegaron a tener 36 Castillos-Fortalezas.

 

Eran el paradigma del ideal cristiano porque, además de la entrega total como monjes, aportaban un gran conocimiento en el arte de la guerra. La tarea principal en época de reconquista.

 

La Orden del Temple tenía unas características muy específicas:

 

- Compromiso y entrega total. La regla de San Bernardo regía todos los aspectos de su vida: oraciones, piedad, vida en común, cómo debían vestir, incluso peinarse, etc. Era una entrega para toda la vida y exigía las mejores energías del caballero templario. Por supuesto, hacían voto de pobreza, castidad y obediencia.

- Poder material. Eran expertos del arte de la guerra. De ellos se decía aquello de “pueden ser pocos, pero valen por muchos…”. Desde niños se adiestraban en la lucha, llegando a tener grandes conocimientos de táctica, estrategia y modernas maquinarias para la guerra. Pronto se constituyeron en un brazo militar indispensable para los Reyes en la lucha contra los musulmanes. Y con los privilegios que gozaban (la entrega de la quinta parte de lo conquistado, donaciones de nobles y reyes, etc.) también acumularon un importantísimo poder económico. Hasta 36 castillos-fortalezas sólo en el territorio de la Corona de Aragón.

- Independencia supranacional. La Orden del Temple nace durante el Concilio de Troyes y encargó a San Bernardo de Claraval la redacción de la Regla para los nuevos monjes soldados. Al constituirse en una orden religiosa, dependían directamente del Papa, sin dar explicaciones a obispos o arzobispos.

- Capacidad de influencia. Con el poder económico y militar creció su influencia política religiosa. Alfonso I el Batallador donó todos sus reinos a la Orden del Temple generando de esta forma un gran problema dinástico y político en su reino. Por otro lado, los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano. Fueron prestatarios de numerosos reyes (Juan II de Aragón, Felipe IV de Francia, etc.) y de papas.

- Disimulación, ocultamiento y secretismo. Un voto específico de la Orden del Temple fue el compromiso del silencio frente a ajenos a la orden.

 

No hay ningún niño de Barbastro –y menos a principios del s.XX- que no haya visto (y se haya quedado prendado, pues no es para menos) de la impresionante silueta del Castillo de Monzón y su rica historia.

 

Aunque Escrivá no lo menciona expresamente en lo que conocemos de sus Apuntes Íntimos, personalmente pienso que la historia de los templarios influyó mucho en su perspectiva del mundo y de la vida. Lo que no deja lugar a dudas es que las características esenciales del los templarios (y también muchos de sus detalles) fueron replicados por Opus Dei: entrega total del individuo, poder e influencia económica y discreción-secretismo en el modo de trabajar. Del “Deus Vult” (Dios lo quiere) al “Ut Sit” (Que sea) hay muy poca diferencia. Su ideal inspirador es muy semejante, pero también en sus medios.

 

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