Sobre Juan Pablo II y el Opus Dei.- Haenobarbo
Fecha Monday, 12 December 2011
Tema 115. Aspectos históricos


En relación con el escrito Más sobre Juan Pablo II de Ana Azanza, puedo decir lo siguiente: Durante el desarrollo del Concilio Vaticano II, Álvaro del Portillo, que era entonces un sacerdote secretario de alguna comisión, quiso conocer a Karol Wojtyła  y consiguió que se lo presentaran cuando se encontraron en una de las naves de la Basílica de San Pedro. Desde entonces procuró cultivar su amistad. Esto lo contó el propio del Portillo en alguna tertulia en la que estuve presente. En más de una oportunidad, fue invitado al centro que tiene la Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz en Roma. Incluso hay alguna foto del entonces Cardenal en alguna charla o conferencia en ese lugar...



Nunca he oído que en el Opus Dei “se supiera con anticipación” quién iba a ser elegido Papa. Y la verdad no creo que sea fácil saberlo con anticipación. En todo caso lo que si sé, es que días antes de entrar en el cónclave del que salió elegido Papa, el Cardenal Wojtyła fue invitado por el prelado a almorzar en Villa Tevere y que al término de ese almuerzo, fue invitado a pasar al oratorio “del Padre” a visitar al Santísimo, ocasión en la que se le ofreció el reclinatorio que había sido de Pío VII y que con seguridad había pertenecido a San Pío X cuando fue Cardenal Patriarca de Venecia, como reza una placa que hay en dicho reclinatorio: “Ab anno 1894 ad annum 1903 hic orabat Joseph Card. Sarto, Patriarcha Venetiarum, Pius Papa X”.

Pero dejemos que lo cuente el propio Echavarría en una entrevista publicada en el siguiente blog:

¿Juan Pablo II conocía el Opus Dei desde antiguo?

Durante el Concilio Vaticano II le presentaron, en el Aula Conciliar, a don Álvaro del Portillo, pero luego no hubo más contactos hasta que en 1971 el joven Cardenal de Cracovia Karol Wojtyla, durante un sínodo de obispos en Roma, asistió a una conferencia del Cardenal Höffner organizada por el CRIS, Centro Romano d’Incontri Sacerdotali, que habían promovido algunos sacerdotes del Opus Dei.

En aquella ocasión le pidieron una entrevista sobre el sacerdocio para una publicación del CRIS, porque era interesante escuchar la voz de un obispo que padecía la tiranía comunista.

Tomó nota de las preguntas y al cabo de unas semanas envió treinta y un folios escritos a mano, en polaco. Al principio de cada página – el papel era de muy mala calidad – había escrito una jaculatoria, Totus tuus, y unos versículos tomados de la secuencia al Espíritu Santo: Veni Sancte Spiritus… Dulce refrigerium… In labore requies… O lux beatissima… Reple cordis intima…

En 1974 el CRIS le invitó como conferenciante a un ciclo sobre Exaltación del hombre y sabiduría cristiana. El tema tratado por el Cardenal Wojtyla fue La evangelización y el hombre interior.

Fue un discurso de gran profundidad, con una referencia final a una expresión de mons. Escrivá de Balaguer que este sacerdote consideraba el camino para plasmar en la tierra la paz de Cristo: «santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar con el trabajo». El texto se publicó después en un libro junto con otras intervenciones suyas. Durante un periodo, siendo ya Papa, Juan Pablo II regalaba este libro a algunas de sus visitas.

Cuatro años más tarde, el Cardenal Wojtyla vino a Villa Tevere, sede central del Opus Dei, a almorzar con don Álvaro. Fue una comida muy amigable. Después, cuando fuimos a hacer la visita al Santísimo Sacramento, el cardenal se arrodilló en un reclinatorio de madera que se conserva allí como reliquia porque fue utilizado por Pío VII y San Pío X. Y por San Josemaría, claro, a quien se lo habían regalado unos sobrinos de San Pío X.

Cuando don Álvaro le explicó estos detalles, inmediatamente el Cardenal Wojtyla se bajó del reclinatorio y se arrodilló en el pavimento después de haber besado la reliquia. Fue un gesto espontáneo de humildad, que no he olvidado.

Tomó mucho cariño a don Álvaro, sobre todo después de su elección a ocupar la Cátedra de Pedro. Las personas santas se entienden muy bien.

“Cuatro años más tarde” de 1974, como dice Echevarría en la entrevista, nos llevan a 1978, año por el que preguntaba Ana. En todo caso se conocían desde los días del Concilio.

Haenobarbo







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