Últimamente se está escribiendo mucho del levantamiento implícito o explícito del sigilo sacramental en el opusdei, del levantamiento del secreto de oficio en los consejos locales o despachos por parte de los que recibían charlas, de los informes de conciencia, etc. Pero curiosamente, al mismo tiempo hay algunos que esta web cuentan sin ningún pudor ni rubor (a tenor de la chacota con que se refiere) sus confesiones íntimas acerca de las turbulencias de la adolescencia, escarceos con mujeres maduras, y otras cuestiones intrabraguéticas. No me cuadra mucho que se esté defendiendo el derecho a la intimidad, a que lo arcano de uno quede en la confidencia personal hecha a quien uno confía y no a quien le imponen, a que la vida de uno no vaya en papeles de una sede a otra, y que aquí mismo, para lectura de miles de lectores, uno revele sus propias debilidades (o tal vez bravatas de macho?).

Qué credibilidad puede tener esta página que precisamente por su seriedad está dando tanta guerra al opusdei, si también se escriben cosas que contradicen lo que se está defendiendo. Es que además, en algún momento se cuenta con tono jocoso lo que es inmoral y otros aplauden la gracia que tiene. Si alguno quiere contar sus intimidades, puede abrirse un blog, o a lo mejor ya lo tiene, y ahí escribir lo que le dé la gana. 

No quiero aquí decir lo que se debe publicar o no en esta web. Dios me libre de caer en la eterna discusión. Solo apelo al sentido común de los autores de esos escritos para que piensen si es de interés general dar a conocer sus pecadillos de juventud.

Si pensáis que mi extrañeza es infundada, os agradecería que me lo argumentarais. Estoy abierto a otras opiniones.

Chano Copreto