Venganza de la verdad.- Segundo
Fecha Wednesday, 16 November 2011
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Venganza de la verdad

(Obra de Marionetas)

 

No hay presente ni futuro, solo el

pasado que vuelve una y otra vez;

ahora.

(Eugene O’ Neil)

 

La carta del Prelado ha suscitado distintas voces que comparten una justa indignación. Ocurre que la duplicidad es una de esas conductas que nos sorprenden como una emboscada; pasado el mal momento la ira se hace presente.

 

I. Dinesen en sus conocidos “Siete Cuentos Góticos” pone en boca de uno de sus personajes la amable obra de marionetas “Venganza de la verdad”. Una bruja envía un hechizo sobre lo personajes que se ven inducidos a actuar conforme a la verdad que aparentan. La mercenaria que quiere casarse por dinero se enamora, el avaro que finge pobreza termina pobre...



Volvamos a los orígenes para ventilar lo que ocurriría con el embrujo de la verdad. El acrónimo “DYA” de la tan trillada academia creada por Escrivá significaba “Derecho y Arquitectura”. El fundador, que no se privaba de ventilar sus astucias, aclaraba “pero para nosotros era “Dios y Audacia”.

 

Con el decurso del tiempo llegaron al Opus Dei una interminable cantidad de inmuebles en donde los numerarios hacen vida de comunidad, que no de familia. En ellos no se advierte ningún rasgo externo que anuncie que allí hay una casa del Opus Dei dedicada a tareas pastorales y proselitismo de la institución; nombres de calles, de sitios, algún rasgo de de la propiedad ocultan la verdadera afectación del inmueble. Nada por aquí nada por allá.

 

A continuación viene algo más sofisticado. Todos esos bienes legalmente no pertenecen a la Prelatura sino a sociedades interpuestas. De modo que la Obra se puede presentar como “pobre” porque “nada” tiene.

 

Si seguimos el camino jurídico, el show de duplicidades es más entretenido. En mi época (que soy co-fundador, oigan) éramos religiosos “de derecho pero no de hecho”. Luego con el advenimiento de los estatutos prelaticios aquella frase mantiene plenamente su vigencia pero al revés. Ahora, los numerarios son religiosos de hecho pero no de derecho. Para aclarar más las cosas Escrivá afirmaba que los numerarios son misioneros con misión pero sin llamarse misioneros. Magnífico.

 

Juguemos por un momento con la obra de marionetas. Los consejos locales no son órganos de gobierno, pues bien, de verdad no lo son. Va en serio. Los numerarios comienzan a confesarse con el párroco de la esquina, no piden permiso para comprarse una camisa o elegir psicólogo, no consultan si pueden ir o no a pasar un fin de semana con su familia, celebrar un cumpleaños con los amigos o leer el libro que les de la gana. Las numerarias van a las bodas de sus familiares, fuman si les da la gana y deciden comenzar masivamente a ganarse la vida como les da la gana.

 

La desocupación llegaría con virulencia al Opus. Cientos de numerarios sin reuniones de consejos locales, encargados de grupo de supernumerarios abusando del gimnasio para evitar la depresión. Numerarias aburridísimas por no tener de qué hablar. Gestos cansinos por doquier cuando llega el Director/la Directora porque nadie se pone de pie. Es que de verdad no pertenecen al gobierno. Y lo más sorprendente, el Opus Dei pierde la totalidad de sus inmuebles, acciones e inversiones. A comenzar de nuevo. Pobres en serio.

 

El Prelado está en su derecho de imitar toscamente las duplicidades de Escrivá, los cristianos corrientes tenemos la libertad de señalar sus inconsistencias, incluso, con un amable cuento de marionetas.

 

Segundo







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