Carta abierta a Agustina.- Alameda
Fecha Friday, 11 November 2011
Tema 130. Agradecimientos, felicitaciones


Querida Agustina:

No he podido contactar contigo por teléfono para expresarte mi apoyo y deseaba hacerlo. Hace varios días pensaba cual sería la mejor forma de estar a tu lado y que tú te sintieses acompañada, pero te han robado la tranquilidad. Tu número de teléfono ya no es el que era...

Hace poco más de dos años que dejé la obra. Entonces, tu voz al otro lado del teléfono me dio el apoyo y el ánimo que necesitaba para seguir adelante con mi decisión, la única decisión que era mía verdaderamente después de treinta y tres años. Cuando otra voz respondió a mi llamada pensé ¿a cuántas personas habrá escuchado Agustina como a mi? ¿Cuantas horas dedicadas a escuchar, a alentar, a infundir un poco de fortaleza?...

Durante varios años, hasta hace dos y medio, trabajé en el AOP. Sé perfectamente cómo funciona. Sé cómo lo hacen quienes lo hacen, el cómo y el dónde. Precisamente, por eso, sé que trabajan en la más absoluta oscuridad. Desconocen, por completo las consecuencias que generan sus actos. Se limitan a “hacer” con un voluntarismo exacerbado, sin saber medir sus actos, porque en el opus se trabaja de modo compulsivo y se rezan novenas a nuestro padre de modo compulsivo, esperando que caiga el milagro.

Pero no son conscientes de que aunque mañana mismo ganasen un juicio y todas las apelaciones, ya han perdido su batalla. Han intentado poner puertas al campo y el campo no tiene puertas.

Los documentos internos son hoy mas asequibles que ayer: el diario “El País” pone algunos a disposición de quien los quiera descargar y hay varias webs desde las que se pueden descargar. Eso no lo podían prever...

La carta del prelado, hace aguas por donde siempre: negar la evidencia, intentar hacer creer que los miembros del opus dei son libérrimos para elegir quien dirige sus almas, que siempre ha sido así, que nunca existieron informes de conciencia, cuando TODOS los que escribimos aquí somos testigos de que eso es mentira. TODOS hemos sentido en nuestras carnes la violencia de abrir nuestra intimidad a quien nos mandase el director sin rechistar. Recuerdo que yo misma, en el año 1991-1992 hice la charla con cinco personas distintas en seis meses llegando a estar desquiciada y recibiendo como única respuesta “que lo ofreciera”. A los pocos meses, empastillada...

Nuestra experiencia es la evidencia, la luz que se abre paso. ¿Se puede ocultar una ciudad debajo de un monte y una luz debajo de la cama? La luz acaba por brillar. Tampoco lo han previsto...

Cuando se intenta parar una riada, a menudo, la fuerza de la misma acaba rompiendo los diques. El opus solo ve los diques, se fía de los diques y cuando no se fía, hace novenas a nuestro padre para que haga el milagro: el avestruz con la cabeza en el suelo.

Tampoco habían previsto que al negar que existen los informes de conciencia, éstos salieran a la luz, pero era de esperar que fuese así. A mi no me escandaliza que salgan a la luz. Como tú muy bien dices, Agustina, el delito es escribirlos. Yo añado que el mayor delito es que una praxis equivocada produzca estas prácticas. Porque la praxis del opus dei, produce, entre otras cosas, una afirmación del celo que supera con creces a la misma praxis. Cuando leía esos informes de conciencia, supe, sin ninguna duda, lo que dirían los míos: todas aquellas etiquetas que tanto me ha costado quitarme de encima. También he recordado a las personas que los hacían convencidas de que obraban correctamente. Y he llorado.

Agustina, tu no existes para el opus más que como enemigo a batir. Pero dudo muchísimo, tengo la certeza de que quienes tanto se empeñan en tirarte están inmensamente solos. ¿Sabes por qué? Porque solo cuentan con el apoyo institucional. El sistema les prohíbe e impide tener a nadie cerca. Nadie, salvo los directores, sabe lo que están haciendo (ya sabes, todo es “discreto”). Tu, en cambio, Agustina, tienes la cercanía, el abrazo, el calor de todos los que te leemos y te lo manifestamos, nos comunicamos contigo como podemos. Tu sabes que no estás sola porque eres todos nosotros. Siente ahora nuestro calor como yo sentí el tuyo en mis horas más difíciles. No sé si acabarán contigo. Lo dudo. No saben quien eres realmente, nosotros sí. Eres nosotros. Tampoco podían prever, ni soñar, que la fraternidad verdadera brotara a raudales cuando nos hemos podido despojar de nuestras camisas de fuerza.

Han querido poner puertas al campo y... No sé. Pido a Dios que les ayude. Ciegos que guían a otros ciegos.

Estoy segura de que últimamente muchos ojos de la Iglesia se paran en opuslibros y muchos corazones limpios se estremecen. Más allá de las influencias “vaticanas”, de la Iglesia convencional y mundana existe otra Iglesia (esta sí, con todas las mayúsculas) que adora a Dios en Espíritu y en Verdad y no en éste o aquél monte. Y ¿qué verán en estas páginas? Creo que Espíritu y Verdad.

Adelante, Agustina. Un abrazo muy, muy fuerte.

Vera-Alameda





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