El espíritu de libertad en la confesión, en palabras de san Josemaría.- Publius
Fecha Wednesday, 09 November 2011
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Quisiera agradecer de todo corazón al Prelado por su carta del 2 de octubre en las que recuerda urbi et orbi:

 

“... A la vez, como siempre dejó muy claro san Josemaría, los fieles de la Prelatura, al igual que todos los católicos, gozan de plena libertad para confesarse o hablar con cualquier sacerdote que tenga facultades ministeriales: os sorprenderá que os recuerde esta verdad tan clara, pero me interesa mencionarla porque quizá podría ser menos conocida por quienes nada saben del Opus Dei o del espíritu de libertad propio de los seguidores de Jesucristo...”

 

Para ayudarle al Prelado - Consummati in unum! – en el anuncio de verdades tan claras a los que nada saben del Opus Dei, os brindo unas perlas de San Josemaria (todas en Cuadernos 3, Vivir en Cristo, 16 La Confesión, párrafo “El Buen Pastor”), que subrayan el espíritu de libertad propios de los miembros de la Prelatura en materia de confesión.

 

“La estricta misión de juez la puede ejercer cualquier sacerdote que tenga jurisdicción, licencias; aunque incluso esta misión pueda venir dificultada alguna vez por insuficiente conocimiento. Pero la misión de buen pastor, no. ¿Sabéis quién es, para mis ovejas, el Buen Pastor? El que tiene misión dada por mí. Y yo la doy ordinariamente a los Directores y a los sacerdotes de la Obra. Gente que no conoce el Opus Dei no está dispuesta para ser el pastor de mis ovejas, aunque sean buenos pastores de otras ovejas y aunque sean santos”

 

“Todos mis hijos tienen libertad para confesarse con cualquier sacerdote aprobado por el Ordinario, y no está obligado a decir a los Directores de la Obra que lo ha hecho. ¿Uno que haga esto peca? ¡No! ¿Tiene buen espíritu? ¡No! Está en camino de escuchar la voz del mal pastor. “

 

“Vosotros iréis a sacerdotes hermanos vuestros, como voy yo. Y les abriréis el corazón de par en par -¡podrido, si estuviese podrido!-, con sinceridad, con ganas de curaros; si no, esa podredumbre no se curaría nunca. Si fuésemos a una persona que sólo puede curarnos superficialmente la herida... es porque seríamos cobardes, porque no seríamos buenas ovejas, porque iríamos a ocultar la verdad, en daño nuestro. Y haciéndonos este mal, buscando a un médico de ocasión, que no puede dedicarnos más que unos segundos, que no puede meter el bisturí, y cauterizar la herida, también estaríamos haciendo un daño a la Obra. Si tú hicieras esto, tendrías mal espíritu, serías un desgraciado. Por ese acto no pecarías, pero ¡ay de ti!, habrías comenzado a errar, a equivocarte. Habrías comenzado a oír la voz del mal pastor, al no querer curarte, al no querer poner los medios. Y estarías haciendo un daño a los demás.”

 

“Ego sum pastor bonus. Bonus pastor animam suam dar pro ovibus suis (Ioann. X, 11); Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor sacrifica su vida por sus ovejas. Hace todos los sacrificios. Y vosotros debéis estar dispuestos a hacerlos todos también. Y el primero es éste: no ejercitar aquel derecho -porque el derecho lo tenemos- si lo podemos evitar, y lo podremos evitar siempre o casi siempre. Propósito firme: el primer sacrificio es no olvidar, en la vida, lo que expresan en Castilla de un modo muy gráfico: que la ropa sucia se lava en casa. La primera manifestación de que os dais, es no tener la cobardía de ir a lavar fuera de la Obra la ropa sucia. Si es que queréis ser santos; si no, estáis de más.”

 

Para los aficionados: merece la pena leer todo el párrafo “El buen Pastor” en el que el autor, citando a San Josemaria, también empieza a desarrollar la doctrina del “cuerpo místico del Opus Dei” cuando recuerda que tu, en la Obra, si decides ejercitar tu derecho de confesarte con un sacerdote que no tenga misión dada por el Padre y los Directores:

 

“Tú conoces la doctrina del Cuerpo Místico, de la Comunión de los Santos. Pues estarías haciendo daño a tus hermanos, y a los que están por venir, y a ti mismo, al cuerpo entero de la Obra. Porque además aquel mal pastor no venía a buscarte, habrías sido tú el responsable. Porque ese otro, que no es Buen Pastor, non venit nisi ut furetur et mactet et perdat (Ioann. X, 10); no viene sino para robar y matar y hacer estrago. Nosotros necesitamos tener un espíritu determinado y concreto. Nuestro espíritu está muy claro: nuestra ascética, nuestra mística, clarísima. Y, todo lo que sea deformar este espíritu, es robar y matar.”

 

A ver si el Prelado nos explicará en su próxima carta, con más detalles la relación entre la libertad para confesarse con cualquier sacerdote que tenga facultades ministeriales y los pecados contra el quinto y el séptimo mandamiento (no matarás y no robarás, es evidente, pero me interesa mencionarlos porque quizá podrían ser menos conocidos por quienes nada saben del los diez mandamientos).

 

Publius Batavus









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