“Es del todo lógico –y se agradece que se viva así–, que normalmente no se tenga conexión directa con Internet desde el ordenador de uso habitual: es sabido que, por desgracia, la red está muy contaminada por la pornografía, etc., y es mucho más prudente acceder, cuando sea necesario, en un lugar abierto durante unas horas determinadas, y esto no es desconfianza o infantilismo, es sentido común y sentido sobrenatural, que desea sinceramente poner los medios –con la ayuda de las Directoras– para evitar cualquier ocasión de pecado”. (Experiencias Locales, Roma 2010, pág. 393).