Padre, una carta parecida a ésta le va a llegar a usted a través del conducto reglamentario. He leído con mucha atención el texto español de su carta del 2 de octubre pasado. La he leído en la presencia de Dios, más de una vez y estoy dispuesto a hacer lo que usted dice; voy a ejercitar mi libertad: a partir de este momento, no volveré a hacer la charla con Manuel, el director de mi centro; como los dos estamos en el consejo local, sé perfectamente cómo funcionamos.
Como somos libres y sobre todo responsables, voy a elegir confesor. No se aún a quién, pero igual voy al cura de la parroquia que es muy majo: total, la mayor parte de los días vamos a oír la Santa Misa ahí porque el cura del centro atiende otras labores.
En la carta que le escribo le digo también que si a consecuencia de mis decisiones libérrimas los que tienen “jurisdicción” sobre mí empiezan a perseguirme, voy a recurrir a la Santa Sede, para que haga respetar mis derechos.
Simón