Más sobre la carta pastoral del 2 de octubre de 2011.- puntoycoma
Fecha Wednesday, 19 October 2011
Tema 125. Iglesia y Opus Dei


Estupefacto me he quedado ante el contenido de la carta del 2 de octubre de 2011, supongo que como todos. Los párrafos más sangrantes ya los habéis citado muchas veces, pero no me parece mal citarlos otra vez aquí para airearlos bien:

«(…) Quienes reciben charlas de dirección espiritual —los Directores locales y algunos otros fieles especialmente preparados, y los sacerdotes al celebrar el sacramento de la Penitencia— no tienen ninguna potestad de gobierno sobre las personas que atienden».

Y también: «El Régimen local, en lo que comporta de capacidad de gobierno, no se refiere a las personas, sino sólo a la organización de los Centros y de las actividades apostólicas; la función de los Directores locales, en lo que se refiere a sus hermanos, es de consejo fraterno. No coinciden en un mismo sujeto, por lo tanto, las funciones de jurisdicción y de ayuda espiritual. En la Prelatura, la única base de la autoridad de gobierno sobre las personas es la jurisdicción, que reside sólo en el Prelado y en sus Vicarios»...

Explíqueseme entonces por qué, ya desde el Centro de Estudios, te graban a fuego que hay que consultarlo TODO, bien al subdirector (caso del Centro de Estudios), bien al director local (caso de los centros normales), que normalmente son además la misma persona que lleva tu charla fraterna o confidencia (y si no la llevan ellos personalmente, la lleva otro por delegación de ellos).

He aquí algunos ejemplos reales y cotidianísimos, vividos por un servidor en primera persona, casi siempre fuera de la «dirección espiritual in actu» (pero muchas veces también durante la misma):

¿“te parece” que me compre unas gafas nuevas?
¿”te parece” que vaya a comprarme ropa?
¿“te parece” que vaya a comer a casa de mis padres?
¿”te parece” que coja las llaves de MI coche, que están en tu habitación, y me lo lleve a trabajar o a hacer este recado?
¿”te parece” que haga otra carrera?
¿”te parece” que me vaya a estudiar a la biblioteca de la facultad?
¿”te parece” que pida cita en el médico?
¿”te parece” que acepte este regalo que me han hecho?
¿”te parece” que haga una mortificación extraordinaria por fulanito?
¿”te parece” que me vaya de la tertulia antes de que acabe para que me dé tiempo a hacer tal o cual gestión?
¿”te parece” que le pida dinero al secretario para comprarme el abono transporte de este mes?
¿”te parece” que abra el armario de la tele y la ponga un momento para enterarme de cómo va la fórmula 1?
¿”te parece” que cambie de empresa?
¿”te parece” que ayude a mis padres económicamente, ahora que lo están pasando mal?
¿”te parece” que haga una romería con Incondicionalito Hincháblez?
¿”te parece” que lea esta novela?
¿”te parece” que saque a Fulanito de paseo, que se le ve caído?
¿”te parece” que hoy haga el examen y me vaya a dormir antes porque estoy cansado?
¿”te parece” que en el día de guardia cambie lo de dormir en el suelo por dormir sin almohada?
¿”te parece” que me vaya a correr un rato?
¿”te parece” que vaya a la boda de mi hermano?
¿”te parece” que vaya a visitar a mi hermana que se está muriendo de cáncer, o me tengo que ir de excursión con los del curso anual? (murió esa semana, por cierto, y yo no me despedí de ella: me tuve que ir obligado a la puta excursión de los cojones. Hoy no me pasaría...)

Eso por no hablar de las entradas y salidas del centro, que hay que comunicar oportunamente a quien hace cabeza en cada momento. Será por saludar al cuadro del arcángel, claro...

Y que no me vengan ahora con que lo que recibes del director local son “consejos” que puedes tomar o dejar. Porque llevo sobre las carnes horas y horas de formación, de charlas y círculos sobre la obediencia: «el Espíritu Santo habla por boca de los directores, que tienen gracia de estado y por eso lo que dicen viene directamente de Dios» (¿¿a nadie le suena esto??)

Me gustaría entrar en las otras perlas de la «carta pastoral», pero no soporto el cinismo infinito que percibo en ella. Únicamente quisiera hacer referencia a tres.

La primera, que «nadie está obligado, concretamente, a decir en la Confidencia lo que es materia de confesión». Uno se pregunta por las absoluciones bajo condición de contarlo todo en la charla. En honor a la verdad, debo decir que a mí nunca me pasó. Lo que sé al respecto lo he leído en Opuslibros, pero lo cierto es que no me extraña nada.

La segunda, que «como siempre dejó muy claro san Josemaría, los fieles de la Prelatura, al igual que todos los católicos, gozan de plena libertad para confesarse o hablar con cualquier sacerdote que tenga facultades ministeriales». Basta leer la meditación interna El Buen Pastor (sin necesidad siquiera de conocer la forma que tiene de interpretarse dentro de la Obra), para ser consciente de todas las “otras cosas” que san Josemaría dejó bien claritas en relación con este tema.

Y la tercera, que «en la Obra, desde siempre, conocíamos y aceptábamos expresamente que la persona con quien se habla fraternalmente pueda consultar al Director pertinente, cuando lo considere oportuno para ayudar mejor al interesado. Con el fin de que quede aún más de manifiesto el espíritu de libertad y de confianza en esas situaciones —que no serán ni habituales ni frecuentes—, la persona que recibe la charla fraterna plantea al interesado si desea pedir consejo él mismo a un Director o si prefiere que lo haga el que escucha su Confidencia». Sobre estos temas puedo decir dos cosas de mi experiencia personal: por un lado, que dejé la Obra a los 26 años sin que nadie nunca me hubiera informado de lo primero; y por otro, que jamás me propusieron lo segundo (¿tan poco habitual e infrecuente es esa situación, que no se da en 12 años ni aunque haya habido motivos suficientes para que se hubiera dado…?)

Estaría bien que alguien se dedicara a expurgar los vademécum de Consejos Locales (el del 87 y el de 2002) y la Instrucción para los Directores, así como las Experiencias de los Consejos Locales y sobre el modo de llevar charlas fraternas, para desmontar pacientemente, una detrás de otra, todas las afirmaciones ambiguas o inexactas de la carta pastoral de marras. Empezando por la Presentación al Vademecum de Consejos Locales de 2002, firmada por el mismo autor que la carta de 2 de octubre de 2011. Las diferencias de visión solamente en esos dos documentos dan para una tesis.

Está todo muy claro. Han visto lo que ha pasado con los Legionarios, conocen desde dentro las medidas que se van a tomar respecto de ellos (no en vano el Vaticano está plagado de canonistas de la Obra), y han decidido poner las barbas a remojar. Tienen pánico a una visita apostólica y han reaccionado huyendo hacia adelante. El problema es que se trata de un paso en falso. Yo sospecho que han entrado en una dinámica suicida, pero no por las falsedades que podamos protestar con razón los que nos hemos ido, sino porque cualquiera de los de dentro que tenga no ya un poco de espíritu crítico, sino dos dedos de frente, se dará cuenta de que le están cambiando las reglas a mitad de partida (pero con un guiño de tahúr marrullero, en plan: «cuando dejen de mirar para acá seguimos con lo de siempre ¿eh?»).

Para mí que la excusa típica de toda la vida, a saber: que «en el Vaticano no nos entienden ni nos entenderían, y por eso tenemos que aparentar que encajamos en sus casillas», sólo funciona hasta cierto punto. La gente no es idiota. Ni siquiera aunque sea del Opus.

puntoycoma





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