Del Opus Dei virtual al real. (Cap.5 de ¿Qué nos hicieron?).- Angel
Fecha Sunday, 06 June 2004
Tema 010. Testimonios



Del Opus Dei virtual al real

Cap.5 de '¿Qué nos hicieron?'
Enviado por Angel el 6-6-2004

Como he comentado, hace casi treinta años que dejé de ser numerario, después de estar más de once dentro. Sin embargo, pese a los años transcurridos, veo que mis experiencias y en general las de los "veteranos", son similares a las de quienes se han alejado recientemente. Podrá existir más o menos dolor, mayor o menor trauma, pero el origen de los problemas son los mismos y no están en las personas sino en la institución...

En primer lugar, no es malo -desde el punto de vista religioso y hasta humano- que exista una prelatura personal que se dedique a fomentar en los laicos una vida libremente escogida de entrega a Dios, mediante la santificación del trabajo ordinario sin dejar de ser cristianos corrientes. Además, esa apuesta de vida fue la que nos entusiasmó y finalmente constituyó el gancho que nos hizo pitar.

Pero ese es el Opus Dei virtual no el real, porque ese objetivo no se corresponde con la realidad de la praxis. En primer lugar, la forma de reclutamiento que avasalla (¿Qué nos hicieron?) y omite información al interesado, por aquello del plano inclinado. Lo cual resulta especialmente delicado cuando se tratan de comprometer a casi niños para toda su vida. Con el agravante de la recomendación de no contárselo a nadie y en especial a sus padres, para que no puedan interferir.

Los Directores "descubren" tu vocación y te meten en un molde, sin explicarte que hay otros moldes posibles; y tampoco a todo lo que te comprometes en la letra chiquita del contrato. Me acuerdo mi sorpresa cuando conocí, después de un buen tiempo, que existían supernumerarios a los cuales yo creí en principio que eran más importantes que los numerarios, al ser unos SUPER numerarios.

Esto es consecuencia de haber reducido, en los hechos, el apostolado a proselitismo. Lo que termina interesando son que existan muchas vocaciones. Este activismo conduce -como por un plano inclinado- a priorizar a la institución y sus objetivos, por encima de las personas que terminan siendo instrumentalizadas.

Pero después empiezas, como en 1984 de Orwell, a descubrir que las palabras no corresponden a la realidad. Incluso está la omnipresencia de nuestro Padre o del Padre, equivalente del Gran Hermano. El lo ve todo: desde el cielo o desde Roma. Recuerdo -hoy me causa risa, pero revela lo condicionado que estaba- que la mayor angustia que tenía, era escribir mi carta pidiendo a Escrivá la salida. No me atrevía, me daba pánico. Sin embargo, en esos días finales falleció y yo no pude evitar un respiro de alivio. La carta a del Portillo, la escribí inmediatamente.

En este uso de lenguaje equívoco se habla, por ejemplo de hacer apostolado de la amistad y la confidencia. Sin embargo, te enseñan a fingir amistad, para conseguir un fin apostólico. Si pita se acaba la amistad y si no lo hace con mayor razón.

De la misma forma, se dice que el numerario, la columna vertebral del Opus Dei, es un cristiano corriente cuando no hay en su vocación secularidad. Lo que caracteriza a la vida religiosa son hacer compromisos vinculantes ante Dios y la institución -llámense votos o como se quiera-, uno de ellos es el celibato; estar sometido a una regla; y hacer vida común. Más allá de los juridicismos, estas condiciones se cumplen en lo esencial, en el caso de los numerarios.

Si uno ingresa de postulante en un instituto religioso -en el Opus Dei te ocultan hasta que eres postulante- sabe a donde ingresa y las condiciones de vida. Uno tiene una idea bastante exacta lo que es un franciscano o un dominico. Además, te permiten -lo que es lógico- leer la regla. No hay sorpresas, sólo conocer si se estás en capacidad de adaptarte a esa vida de sacrificio y si es realmente tu vocación. En el Opus Dei esta prudencia no existe, desde el primer momento es para siempre y se actúa en consecuencia.

El problema surge cuando vives de facto a modo de los religiosos o personas de vida consagrada. Pero te insisten, como en el caso del Opus Dei, que son un cristianos corrientes, aunque estos no tengan que vivir el Tiempo de la Noche y el Tiempo de la Tarde (lo que antes se llamaba Silencio Mayor y Silencio Menor). Usar cilicios o disciplinas que tampoco los inventó el Opus Dei, por eso se compran en los conventos. En ese sentido, la Fidelidad equivale a los votos perpetuos de los religiosos o los Centros de Estudio a los noviciados. Incluso en mi época en los Centros de Estudios se rezaba en coro en las mañanas partes del Oficio Divino: vísperas, completas, etc.

El cuadro se termina de perfilar, si a esto se le agrega que la tarea principal del numerario es, cada vez más, la labor interna y las obras corporativas (El nuevo numerario), alejándose de un auténtico trabajo profesional secular. Hasta el extremo que la figura del agregado se está redefiniendo (De oblato a Agregado), en función a esta realidad.

En el caso de las numerarias -discretas, no sabias- su tarea principal es la de cumplir la función que tienen los legos en los conventos: mantener los locales limpios y aseados, para que quienes viven allí puedan tener las mínimas (en el caso del Opus Dei son máximas) condiciones materiales, para poder dedicar su esfuerzo a la oración sin distracciones. Sin embargo, la situación de las auxiliares es más dura que la de los legos, porque están aherrojadas a una administración; y bajo la vigilancia permanente, tratadas como niñas, de las señoritas que se encargan que no aspiren más allá de ser sirvientas.

Esto además del aspecto utilitario, no es sino consecuencia de la tradicional visión negativa del cristianismo, a la que se debe Escrivá, sobre la mujer. Para Santo Tomás de Aquino, cuya teología es la única permitida en el Opus Dei, el hombre es "el principio y fin de la mujer"; y ésta es aliquid deficiens et ocasionatum ("cosa defectuosa y ocasional"). Pero el doctor Angélico va más allá y sostiene que la mujer es un mas occasionatus, ¡un varón frustrado por la casualidad, ocasional!. El hombre es considerado el sexo ejemplar, y a partir de él se interpretan -en una relación de superioridad e inferioridad jerárquicas- la naturaleza y el papel de la mujer. Por eso, las numerarias no usan colchón sino duermen sobre tablas; tenían que pedir permiso para tomar agua entre comidas; no se alienta el desarrollo personal de las auxiliares, etc. Al sexo femenino se le considera débil e inferior, cuyo sitio es la cocina o la maternidad.

Allí comienzan las crisis. Al descubrir que la visión ligth y laical de la prelatura no se sostiene; la primacía que tiene la praxis que termina tiñendo todo; y que el individuo está al servicio de la organización y no al revés.

Peor aún si has sido reclutado de la forma conocida y tienes la capacidad crítica, que el Opus Dei trata de anular siempre por todos los medios, para ver la contradicción entre el discurso y la realidad. Y el quiebre se agrava cuando encuentras que las puertas no están abiertas, como afirman, de par en par para salir.

Aún recuerdo cuando hablé que me quería marchar y expresé mis motivos, me mandaron a un examen donde un médico de Casa, debería estar enfermo para plantear tal cosa. Este me revisó detenidamente los genitales y los pulmones, cuando mi problema no era precisamente una libido descontrolada, era todavía absolutamente virgen, o de una amenaza de tuberculosis. Después de eso, el Director -supongo desconcertado porque estaba sano y tampoco tenía un exceso de testosterona- me dijo que partir siempre parecía atractivo, porque era el espejismo de gozar de una libertad que nunca había tenido (sic). Es decir, admitía muy suelto de huesos, que yo no era libre, cosa que ya sabía.

Por su parte, el cura -que tenía mi edad- trató de convencerme que no se podía volver a empezar a los 27 años. Tal vez lo decía por él mismo, atado a una sotana. Mientras que yo sólo estaba esperando -trabajaba en una obra corporativa- cobrar mi sueldo del mes, tomar un avión y regresar a la casa de mis padres que, conociendo mi decisión, me estaban aguardando.

Quienes acaban en los consultorios psiquiátricos son esas vocaciones forzadas, algunas de las cuales se dejan llevar por la inercia hasta que es demasiado tarde, abrumadas de trabajo y de tensión ante una vida con la cual no se atreven a romper por temor -muchas veces justificado- al salto al vacío. Conocí casos, aunque recién me he dado cuenta de lo que pasaba. Conviví con numerarios, incluso sacerdotes, con autorización de dormir siesta, ver televisión y otras bulas más, porque estaban enfermos. La verdad es que en ese momento no le di mayor importancia.

Todo esto en un contexto de una institución cada vez más endogámica, cerrada y que tiende -a pesar de lo paradójico- a aislarse de un mundo, incluido el eclesiástico, que percibe como secularizado y ve como amenaza a su visión de la realidad que se busca imponer. Entonces se multiplican internamente los controles, las reglamentaciones, las correcciones fraternas y la desconfianza. Aparece así un espíritu sectario e integrista, que se auto considera ese resto del pueblo de Israel.

Esto no significa que no existan miembros del Opus Dei que se puedan considerar, desde una perspectiva religiosa, como piadosos y hasta santos. Tampoco que no haya quienes, al interior de la institución, estén sinceramente convencidos que sirven a Dios y a la Iglesia Católica. Asimismo, hay labores que promueve que son beneficiosas para la sociedad.

Pero esto no debe conducir a soslayar el hecho de que existe una praxis apostólica y proselitista que hace daño a personas, al instrumentalizarlas, y que se basa en principios muchas veces incompatibles con una actitud éticamente responsable. Antes la realidad del Opus Dei como Instituto Secular se disimulaba acudiendo a la "discreción"; ahora presentando una Prelatura Personal edulcorada y ligth, muy lejos de la verdad y la verdad es la que nos hace libres.

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