Cena con amigos.- UnaMás
Fecha Friday, 16 September 2011
Tema 075. Afectividad, amistad, sexualidad


El fin de semana pasado, me reuní con amigos a los que tenía mucho tiempo de no ver. Con la mayoría de ellos perdí todo contacto cuando entré al Opus Dei.

Estaba en la cena el amigo que vive felizmente con su novia; el amigo que vive con su novio; la amiga que vive sola y está terminando su doctorado; el amigo casado que es sobreviviente a la pérdida de un hijo… y yo que vivo sola una etapa de redescubrimiento, tratando de sobreponerme a todo aquello que me parece haber perdido en esos 13 años.

Recordamos a la que está esperando gemelos; a la que acaba de separarse; a la que tiene tres hijas y ha vivido en tres países distintos en los últimos años; a la que piensa en borracheras como si todavía estuviera en preparatoria; al que ahora es profesor en Harvard; al que siempre fue un genio y lo sigue siendo; al profesor alcohólico que lleva 10 años sobrio; al otro profesor que ama nuestro país más que nosotros y que más que enseñarnos historia, nos enseñó a vivir… Así de variadas son las experiencias y así de rica es la vida.

Escuché cada historia con interés, porque son las historias de personas que tocaron mi vida. No califiqué, no pensé en la selección, no conté 5 amigas para tratar intensamente. Tal vez no esté de acuerdo con algunos estilos de vida, o me parezcan equivocadas sus decisiones. Pero no me corresponde a mí tomarlas por ellos, me corresponde solamente estar cerca de mis amigos, compartirles lo que creo, lo que pienso, lo que siento: por si pueden aprender algo de ello y, sobre todo, por lo mucho que yo puedo aprender de ellos.

Me imagino cómo hubiera sido estar en una cena así, hace un par de años, siendo todavía de la obra:

No sé si me hubieran invitado y lo más probable es que no hubiera ido. Lo que es seguro es que de haber ido, no me hubiera quedado hasta las 5 de la mañana.

Pero ilustra seguir con "el hubiera":

Me hubiera puesto tensa al primer intento de abrazo de uno de mis compañeros (porque no hubiera dicho amigo), estirando la mano para saludarlo. Me hubiera portado distante con su novia, sabiendo que viven juntos. No me hubiera dado cuenta de lo agradable que es ella y me hubiera negado la oportunidad de que me cayera bien y pasar un rato agradable platicando.

Hubiera enmudecido al saber que estábamos esperando a un compañero que iría con su novio. Y en mi cabeza hubieran empezado las preguntas: “¿tendré que irme?” “¿me quedo, pero me siento en otra mesa?”…

Me hubiera preocupado al ver la mesa llena de botellas, pensando en que aquello pudiera convertirse en una borrachera. Y hubiera dudado sobre aceptar o no una copa.

Hubiera repetido varias veces que soy muy feliz (como si a fuerza de repetirlo pudiera convencer, aunque no se note), sin compartir más sobre mí.

Hubiera preferido recorrer el camino de regreso sola, a dejar que me escoltara un compañero.

Hubiera preguntado al día siguiente en el centro si los libros y autores que leí en la preparatoria y recordamos durante la cena son o no recomendables y si existe algún antídoto.

Y hubiera llegado a mi siguiente confesión a decir: “Di mal ejemplo porque…”, “No tuve el valor de irme cuando…”, “No invité a fulana al próximo retiro mensual…”

En cambio, disfruté una gran velada, con buenos amigos... casi hasta el amanecer.

UnaMás









Este artículo proviene de Opuslibros
http://www.opuslibros.org/nuevaweb

La dirección de esta noticia es:
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=18530